domingo, 15 de enero de 2023

MI MADRE, LAS «CUERDAS» Y EL BEISBOL


Por: Domingo Caba Ramos

El vocablo “cuerda”, entre más de una veintena de acepciones, se define en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), como un «Objeto delgado, muy alargado y flexible, hecho de hilos o fibras torcidos o entrelazados, que se usa generalmente para atar o sujetar cosas»; pero a pesar de este académico concepto, cuando un dominicano lee o escucha el precitado término, lo primero que llega a su mente es la idea de ‘broma’ o ‘burla’. Una broma y una burla que naturalmente generan molestia o enfado. Semejante concepción le imprime a dicha palabra el rango de dominicanismo, específicamente, de dominicanismo semántico. De ahí que en el  Diccionario del español dominicano (2013:230), acerca de la palabra  «cuerda», se dice escuetamente que significa ‘enfado’, vale decir, no se registra ninguno de los veinticinco significados que aparecen en el diccionario general del idioma español.

Acepciones semejantes se nos presentan en otros textos dominicanos de naturaleza lexicográfica como el Diccionario de dominicanismos (2002), de Carlos Esteban Deive, en el que la voz que nos ocupa, se define con el sentido de ‘Broma, burla ligera o pesada...’ (p.65). De igual forma la concibe el maestro, lingüista y lexicógrafo don Max Uribe en su valioso texto Notas y apuntes lexicográficos: Americanismos y dominicanismos (1996:124)

Del término «cuerda» se derivan frases y palabras características del habla dominicana, tales como:

a)    «Coger cuerda» - ‘Enfadarse o enojarse’.

b)    «Dar cuerda» - ‘Molestar a alguien con burlas o con lo que se sabe que no le gusta’. 

c)     «Cuerdero, ra» - ‘Referido a persona, que le gusta dar cuerda’.

d)    «Cuerdoso, sa» - ‘Referido a persona, que coge cuerda’

Así consta en el ya citado Diccionario del español dominicano (p.230), publicado en el año indicado por la Academia Dominicana de la Lengua. En otro de los textos lexicográficos editados por esta lingüística institución, el Diccionario fraseológico del español dominicano (2016), se recogen al respecto la voz y las unidades fraseológicas que a continuación se transcriben:

a)    «Agarrar una cuerda» - ‘Permitir que algo o alguien incomode a otra persona’.

b)    «Dar cuerda» - ‘Molestar, incomodar a alguien repetidamente con burlas o bromas desagradables…

c)     «Coger cuerda» - ‘Enfadarse o enojarse. Molestarse alguien por la insistencia, presión o burlas de una persona’.

d)    «Coger un cuerdazo» - ‘Cambiar de actitud de repente por una molestia’.


Conforme a los conceptos pretranscritos, claramente se percibe que «dar y coger cuerda», en la variante dialectal dominicana, significan ‘enfadar’ y ‘enfadarse’ respectivamente; pero más allá de la simple intención de molestar, la acción de “dar cuerda”, en ocasiones, debe asumirse como una forma de expresar afectos y reafirmar las relaciones interpersonales. Es lo que sucede, por ejemplo, en el ámbito deportivo y, de manera muy especial, en el mundo beisbolístico.

¿Qué significa eso?

Sencillamente que si bien en algunos casos la víctima de la molestia puede ser alguien ajeno a muestro mundo íntimo, casi siempre se les “da cuerda” a los seres que apreciamos y son dignos de nuestra confianza. Por esta razón, la “cuerda” debe ser contundente, pero prudente; picante, pero respetuosa. Debe producir llagas en el espíritu, pero no grietas en las relaciones humanas. En fin, una cortante, incisiva y bien calculada cuerda debe en todo momento unir, no dividir. En otras palabras, en una “cuerda” cortés, social, armónica y deportivamente programada no debe existir espacio para el insulto, la grosería y la ofensa personal.

Nunca olvido al respecto, a mi fenecida y siempre recordada madre. En tiempos de beisbol, en el arte de “dar cuerda”, nadie la superaba. Burlona e irónica como la que más, sus cuerdas le encantaba darlas por escrito y vía telefónica; pero especialmente a través de unos versos que improvisaba para cada ocasión, y que necias ronchas producían en el ánimo de sus apreciados compadres, vecinos, amigos, parientes y relacionados.


Escogidita mil por mil, cuando su equipo ganaba, nadie soportaba el peso irónico de sus versos ni el eco reiterado de su sarcástica carcajada. Sin embargo, todos valoraban en ella  el carácter  integracionista o de alta camaradería que  le imprimía a  sus “cuerdas”, tanto que bien puede afirmarse que mi madre gozaba igual  dando la “cuerda” como recibiéndola. Creo que en ese aspecto, como en otros tantos, nos parecemos bastante

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