lunes, 11 de enero de 2010



CONSIDERACIONES ACERCA DEL QUINTO CENTENARIO.

Por : Domingo Caba Ramos.

“Enarbolando a Cristo con su cruz,
los garrotazos fueron argumentos ,
tan poderosos que los indios vivos ,
se convirtieron en cristianos muertos”
.

( Pablo Neruda )

En octubre de 1992, se llevó a cabo en la Republica Dominicana la celebración del quinto centenario del descubrimiento de América. Para la ocasión fueron muchos los intelectuales y académicos que emitieron sus puntos de vista a favor o en contra del magno programa de festejos que se diseñó para tal fin. Y para la ocasión ( 18/8/92) publiqué en la prensa nacional el artículo que transcribo a continuación :

«Quinientos años hace ya que un marino genovés de nombre Cristóbal Colón, partió del Puerto de Palos de Moguer, siguiendo una ruta marítima que meses después, y sin que contara en sus planes originales, daría al traste con el descubrimiento de un nuevo mundo.

Quinientos años hace ya que Rodrigo de Triana, sumamente emocionado, gritó: ¡Tierra!, anunciando de esa manera el contacto inicial con una desconocida franja terrestre que más tarde a alguien se le ocurrió denominar continente americano.

Hoy la República Dominicana se apresta a celebrar o conmemorar “con bombos y platillos” el quinto centenario del descubrimiento, conquista y colonización de ese continente.

Cuando leo o escucho a los fogosos defensores de la muy debatida y controversial celebración, acto seguido aflora a mi mente aquel crudo relato insertado por el padre Las Casas en su “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”, y en el cual nos presenta dramáticos detalles de los crueles maltratos de que fueron víctimas los indios por parte de los conquistadores españoles:

“En la isla Española... los cristianos con su caballos, y espadas y lanzas comienzan a hacer matanzas y crueldades, extrañas en ellos. Entraban en los pueblos, ni dejaban niños, ni viejos, ni mujeres preñadas ni paridas que no desbarrigaran y hacían pedazos, como si vieran en unos corderos en sus apriscos. Hacían apuestas sobre quién de una cuchillada abría el hombre por medio, o le cortaba la cabeza de un piquete, o le descubría las entrañas. Tomaban las criaturas de las tetas de las madres por las piernas, y daban de cabeza con ellas en las peñas. Otros daban con ellos en ríos por las espaldas, riendo y burlando... Hacían unas horcas largas que juntasen casi los pies en la tierra, y de trece en trece, a honor y reverencia de Nuestro Redentor y de los doce Apóstoles, poniéndoles leña y fuego, así los quemaban vivos...”

Cuando leo o escucho a los fogosos defensores de la celebración del quinto centenario del descubrimiento de América, también me parece leer o escuchar el fogoso y famoso Sermón de Adviento pronunciado frente a las autoridades coloniales por ese gran defensor de los indios que se llamó Fray Antonio Montesino:

“Decid!, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables a estas gentes, que estaban en sus casas y tierras, mansos y pacíficos...? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dois incurren y se os mueren, y, por mejor decir, los matáis por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrine, y conozcan su Dios y Creador, sean bautizados, oigan misa, guarden las fiestas y los domingos? ¿Estos, no son hombres? ¿No tienen almas racionales? ¿No soy obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Estos no entendéis, estos no sentís...?

Y a la luz de esos pasajes, yo por último me pregunto:

¿Qué vamos a celebrar entonces? ¿Los quinientos años o quinto centenario del descubrimiento del mundo americano?

Pues sencillamente no.

En octubre próximo, además de la inauguración de un imponente Faro perdido en un mundo de tinieblas, los dominicanos en verdad vamos a celebrar:
Quinientos años de sanguinaria y brutal conquista.

Quinientos años de maltrato y genocidio en contra de una raza indefensa.

Quinientos años de asesinatos, saqueos, violaciones y atropellos.

Quinientos años de exterminio y destrucción o desaparición de nuestros primeros pobladores.

El quinto centenario de cada uno de esos y otros hechos semejantes es lo que verdaderamente se celebrará en nuestro país y demás pueblos del mundo hispánico.

Conforme a las citas y juicios precedentes, cabe señalar que si como parte de los actos de recordación de la famosa hazaña colombina se impuso la erección de un majestuoso faro, entendemos que sí debió levantarse pero nunca para reconocer la figura histórica de Cristóbal Colón, sino para honrar la memoria de Fray Antonio Montesinos, Fray Bartolomé de Las Casas y Fray Pedro de Córdoba, quienes junto a los demás frailes dominicos fueron los únicos y verdaderos evangelizadores de la conquista.

Y en lo que respecta a la archimencionada celebración, debo decir finalmente, con las poéticas palabras de nuestro Juan Luis Guerra:

'Con relación al Quinto Centenario del Descubrimiento, mantengo mi postura. No tengo nada que celebrar, quizás el sueño del cazabe en el burén o el areito perdido de una nube pasajera'».