Por : Domingo Caba Ramos
En mi texto
memorial titulado La Normal Núñez Molina en
mis recuerdos (2013), en el capítulo dedicado a mis maestros de esa otrora y
prestigiosa institución docente, entre otras ideas, yo escribí lo siguiente:
«Siempre recordaré con orgullo inocultable la
alta calidad, tanto humana como académica, de la mayoría de los profesores que
me impartieron clases durante mis dos años de estudios (categoría Internado) en
la Escuela Normal “Luis Núñez Molina”, muchos de los cuales laboraban también
en las principales universidades de nuestro país…»
Y entre esos docentes me refería a Herminia
Pérez (doña Mamina), subdirectora y maestra de Prácticas Escolares ; don Héctor
Tejada (señor Tejada), director; Marino Henríquez (Profe Maro), profesor de
Formación Religiosa y Moral y encargado del control y la disciplina pabellón
varones; Alfredo Abel ( Freddy), profesor de Metodología Especial;
Francisco Polanco ( Tito), profesor de
Didáctica General; ; Petrushka Smester, maestra de Principios de
Educación; Carmen Bejarán, maestra de Lengua Española y Literatura; Andrés
Núñez Merette, maestro de Literatura);
Thelma Castaño, maestra de Prácticas Escolares; José Contreras, profesor
de Educación Física , Manualidades y Actividades Artísticas y Apolinar Bueno,
maestro de Música.
Y sobre la
profesora que hoy se nos va de la Tierra para pasar a morar en otra dimensión,
y de quien durante varios años me cupo el honor de ser su compañero de trabajo
en la docencia universitaria, yo escribí:
«¡Cómo
no recordar! también
a Mercedes María Reyes, maestra de Filosofía e Historia de la Educación, y
quien no obstante su carácter firme y recto, estaba dotada de un dinámico y
juvenil espíritu que la impulsaba a coordinar cuantas actividades sociales y/o
recreativas se realizaban periódicamente…»
Esta vez, que ya no la
tenemos, debo confesar que doña Mercedes María fue un ser sumamente noble,
sano, íntegro, solidario y humano. Nunca la escuché emitir juicios negativos
contra nadie. En ella las palabras destinadas a lacerar o destruir ajenas
reputaciones parecían no formar parte de su repertorio lingüístico. Siempre
estaba presta a colaborar con los demás y la mesura de su conducta era uno de
los rasgos dominantes que tipificaban su apacible temperamento.
Mi hermano Basilio,
exmaestro «de larga data», dice de ella lo siguiente:
«Fue mi maestra en la PCMM
de Didáctica General. Humilde, dulce, solidaria y esa sonrisa que no se
apartaba de sus labios. Una extraordinaria maestra que en la PCMM mucho se
compenetraba con los problemas particulares que afectaban a sus estudiantes de
Educación. Era, termina Basilio, uno de esos maestros hoy en vía de extinción…»
Nativa de Salcedo, termino yo , siempre
sentía un orgulloso inmenso de ser pariente de las hermanas Mirabal.
¡QUE EN PAZ DESCANSE, MI
SIEMPRE RECORDADA MAESTRA!