viernes, 3 de abril de 2020

UNA DEFINICIÓN BASTANTE ORIGINAL


Por : Domingo Caba Ramos
                                                                                                  Nicol María Caba


Secuestrar y portar mis lentes constituye para ella su más placentera travesura. Como está consciente de que tal travesura no me agrada del todo, cuando la comete, de inmediato estalla en burlona carcajada. Esta vez, para confundir al enemigo o bloquear un posible reproche de mi parte, se me adelanta, y como si tratara de impartirme una lección acerca de qué es y cuál es el verdadero nombre del temible CORONAVIRUS, me dice con el más inocente, tierno e infantil de los acentos : 

«PAPI, EL CONONAVIRUS ES LA ENFERMEDAD DE LOS ENFERMOS»

¡Espectacular definición!, no tuve más que decirme, sin que pudiera soportar la risa y evitar la tentación de darle un paternal beso a la autora de tan original conceptualización. Tan original la consideré, que hasta me surgió la idea de notificársela a la Organización Mundial de la Salud (OMS) con el fin de que en este organismo registren y/o patenticen el científico aporte de mi PEQUEÑO MANOJITO DE TERNURA. El científico aporte de Nicol María, la más auténtica expresión de mi otro yo : UNA FLOR QUE LLORA Y UN DIAMANTE QUE RESPIRA.

LA AUTORIDAD NO SE NEGOCIA



Por: Domingo Caba Ramos

Todavía hay grupos de personas que no respetan el toque de queda”
(Diario Libre )

Siempre he condenado de manera contundente la conducta del policía que valiéndose de la autoridad que el cargo y el uniforme le confieren maltrata o reprime a la población civil; pero del mismo modo también rechazo el comportamiento del ciudadano que irrespeta y desafía a la autoridad policial, muy especialmente en los momentos en que esta trata de imponer el orden o hacer cumplir la ley en bien de los demás. Afirmo esto, porque de repente ha surgido en nuestro país, especialmente en nuestros barrios populares, una generación de hombres y mujeres, especie de comehombres, para los cuales parecen no existir normas o leyes,   y quienes lucen estar muy convencidos de que ellos están por encima del bien y del mal. 

Para esas “fieras” no enjauladas, una patrulla policial no es más que un grupo de muñecos a quienes se puede agredir o desafiar como si nada, y cuya autoridad se irrespeta de manera olímpica. Y todo con el cómplice silencio del Comité Dominicano de los Derechos Humanos.

Para esos amos de las calles “no existe estado emergencia, ni toque de queda, como ahora está oficialmente establecido en la República Dominicana. De ahí que después de la hora (8p.m.) en que se inicia dicho toque de queda, los veamos muy tranquilos en la vía pública, y si los agentes del orden intentan someterlos, acto seguido se rebelan contra estos.

¿Qué hacer entonces en una situación de emergencia nacional?

Sencillamente, ejercer la autoridad. No importa contra quien o de quien se trate. La autoridad es la autoridad y jamás debe negociarse. La decencia y la prudencia policial deben tener límites. 

A un ciudadano rebelde, indisciplinado y agresivo no siempre se le puede ofrecer un trato cariñoso o cortés, cuando el efecto de su irracional y mal educada conducta perjudica a la mayoría. Con esos COMEHOMBRES de nuestros barrios, en un estado de emergencia o peligro nacional, hay ser duros, implacables. Hay que someterlos por la vía que sea.

 ¿Por qué en países como los Estados Unidos, ningún civil se atreve, ni siquiera en situaciones normales, a rebelarse, desafiar o agredir a un agente policial?
Sencillamente, porque sabe lo que le espera.