Por: Domingo Caba Ramos.
Este domingo se celebrará en la
República Dominicana el “Día de las
madres”. Ese día leeremos en las
páginas sociales de los diarios nacionales extensos reportajes acerca de las madres;
pero no de todas, sino exclusivamente acerca de aquellas con nombres y apellidos;
pero los nombres y las fotos de las madres sin nombres o desheredadas de la
fama y la fortuna, brillarán por su ausencia.
Me parece bien que en los periódicos,
la radio y la televisión se destaque el rol de esa madre artista, funcionaria,
política o perteneciente a la clase socialmente privilegiada. Por el simple
hecho de ser madre se merece eso y más; pero al lado de esta, yo quisiera ver y
escuchar a la otra madre: a la madre sin nombre, a la madre pobre, a la madre
de abajo.
Al lado de la madre de arriba, yo
quisiera ver en las páginas sociales de nuestros diarios la foto de la madre que ha tenido que “hacer de tripa corazón”
para desarrollar a su familia y enfrentar los múltiples problemas que la vida
le plantea.
Al lado de la madre de abolengo, yo
quisiera ver la foto de la humilde “Marchanta”,
que a lomo de flaco y cansado jumento, y desafiando los efectos de un sol que
quema y un frío que sobrecoge, se desplaza cada día por las calles polvorientas
de la Gran Ciudad, ofertando el producto cuya venta le permitirá comprar el
alimento, el vestido, las medicinas y los útiles escolares para el hijo que
espera en casa.
Al lado de esa empresaria, “doña” o madre distinguida , este ”Día de las madres” yo quisiera ver en los periódicos y demás medios de
comunicación la foto de la trabajadora doméstica que planchando, lavando y limpiando en una “casa de familia”
logró convertir en profesionales a cada
uno de sus hijos.
Al lado de la madre banquera yo
quisiera ver la foto de la otra madre, de aquella que en más de una oportunidad
tenía que tomarle prestada una moneda al primer vecino que le pasaba por el
lado para entregársela al hijo que se marchaba a la escuela.
Al lado de la madre funcionaria, yo quisiera ver la foto de esa
otra madre, operaria de nuestras Zonas Francas, verdadera heroína sin nombre, que después de salir de su centro de trabajo , a las 5
o 6 de la tarde, parte hacia la universidad a recibir clases con el fin de
obtener un día un título universitario.
Al lado de esa madre famosa o de
renombrada imagen, me gustaría leer en las páginas sociales de nuestra prensa escrita
un reportaje acerca de esa madre
viuda, divorciada, soltera, también auténtica heroína sin nombre, que sola, sin
ayuda y la que en base a esfuerzos y sacrificios logró "echar sus hijos
hacia adelante”, sin
otros recursos económicos que no fueran los provenientes de su arduo trabajo.
Cuando con motivo del día de las
madres en nuestros medios de comunicación solo se resalta el papel que como madre
desempeña la madre de alto rango social, se olvida que es extremadamente fácil
ser buena o excelente madre cuando todas
sus necesidades o problemas existenciales están resueltos; pero cuando la madre
carece de todo o navega en el mar de las limitaciones, cumplir con sus naturales
compromisos, más que un sacrifico, es una odisea. En otras palabras, ese
cumplimiento o papel desempeñado por la mujer que nos trajo al mundo alcanza
mayor dimensión o significado mientras mayores son sus necesidades y menores
sus recursos económicos.