sábado, 10 de mayo de 2014

DEL PARTO BIOLÓGICO AL ALUMBRAMIENTO POÉTICO


DEL PARTO BIOLÓGICO AL ALUMBRAMIENTO POÉTICO

 Por: Domingo Caba Ramos.

«Ella es carne de mi vida, flor de mi pensamiento, cemento de mi alma.».

( Domingo Moreno Jimenes. De su "Poema a la hija reintegrada" )

 Agosto 1 del 2013. El octavo mes del año arrancó o inauguró su recorrido como cualquier otro agosto veraniego: seco, ardiente, ciclónico y caluroso. Y en la medida en que el día avanzaba, los rayos de un sol de bronce, como llamas azuzadas por el viento, ardían, quemando la piel de cuantos transeúntes se desplazaban por las calles encendidas de la Ciudad Corazón. Sol de fuego. Sol de verano. Sol de agosto.

Ese día, para mí, pudo haber trascurrido de lo más normal y sin importancia, de no ser porque en tal fecha habría de nacer mi pequeña Nicol o el ser que días después se convertiría en “mi pequeño manojito de ternura”.

Desde las primeras horas de la mañana se iniciaron en la clínica Unión Médica del Norte los ajetreos prepartos. En ese “pallí pacá” yo me comportaba, aparentemente, con una calma o naturalidad que de ninguna manera ponía al descubierto la ansiedad y el nerviosismo que internamente aceleraban los latidos de mi corazón.

 Aproximadamente a las diez (A.M.) comenzó el médico su proceso ginecológico. Mientras mi tensión aumentaba, el personal de enfermería que lo asistía, como si nada estuviera ocurriendo y ya acostumbrado a esos menesteres, reía, charlaba y emitía una que otra ocurrencia , muchas de ellas preñadas de la más inigualable picardía. El pediatra, callado y atento, esperaba tranquilo a que en sus manos depositaran a su futura pacientica.

 En la sala de cirugía, otros médicos ejecutaban la misma tarea para arrojar como resultados alumbramientos diferentes. Por esa razón, en la sala de estar, separada de la de cirugía por un cristal transparente, cada quien esperaba impaciente a que le enseñaran a su recién nacido retoño. Por eso, desde que los aplausos tronaban en el ambiente, los padres allí presentes abandonábamos rápidamente nuestros asientos para ver “si ese el mío”.

Así me mantuve, parándome y sentándome hasta minutos antes de las once. En este momento nuevamente los aplausos volvieron a escucharse. Cuando me levanté y observé a través del cristal, esta vez el impacto emocional fue indescriptible. Del otro lado, rebosante de alegría, la coordinadora de la referida sala y cuñada nuestra  alzó la niña semidormida que yacía en sus abrazos, y dirigiéndose a mí realizó una señal con su mano derecha para informarme aquello de que “ Ya nació, esta es la tuya…” .


 No supe qué hacer. Por un momento quedé en el limbo. Una gruesa lágrima rodó por mi cuerpo, las piernas me temblaron y, sin pensarlo dos veces, tuve que sentarme. Fue entonces cuando recordé los versos de Moreno Jimenes, y con estos ordené, con fuerza, pero en silencio:

 «Tibien la leche terciada con agua
 para si mi chiquitina despierta. 
Cuídenmela, hasta que se vuelva esperma como capullo inmortal el cuidado. 
Ella es carne de mi vida, flor de mi pensamiento, cemento de mi alma.».

 Y fue entonces cuando me pareció escuchar el mandato de una voz interior que me decía: « Al igual que tu esposa y madre de tu niña, tú también tienes que parir…”.

 Y fue entonces cuando terminé los versos o se consumó el alumbramiento del poema que más abajo se trascribe, cuya escritura inicié a las 9:45 A.M. en la sala de espera, justamente en el preciso instante en que se inició la ejecución del parto biológico en la sala de cirugía.


¡SALVE! MI BELLA NICOL
 ( A tu abuelita Librada, quien hubiera dado la vida por conocerte)

  ¡Hosanna! Nicol María, 
¡Salve! mi niña adorada, 
con pétalos de guirnalda,
 yo te espero este gran día!.

 ¡Salve! mi bello tesoro,
 lucero de mi existencia, 
hoy proclamo con potencia, 
¡yo te adoro! ¡Yo te adoro!.

 Las rutas de mi existencia, 
tu presencia alumbrará, 
la espina de mis tormentos, 
tu sonrisa extirpará. 

¡Salve! mi lindo angelito, 
mi bella estrella, mi sol, 
¡Salve! mi tierno cielito 
¡Salve! mi bella Nicol.

 Tu padre. 

Unión Médica,Stgo.
1/8/2013
 9:45a.m.

miércoles, 7 de mayo de 2014

LA MÁS AUTÉNTICA EXPRESIÓN DE MI OTRO YO

 Por: Domingo Caba Ramos.




                                       
  Cuando duerme, mi chiquita parece un ángel, y la ternura que irradia su rostro infantil alcanza su máxima expresión.
                                        

Cuando sonríe, de su angelical carita parece emanar una luz que ilumina cada uno de los espacios insondables de mi mundo mental.


                                        


                                        

Cuando ríe, el eco jubiloso y cuasi sinfónico de su risa embriagante impacta todo mi cuerpo, esparciendo mi mente y fortificando mi espíritu.

                                        
 Cuando postrada en su cuna, risueñamente abre y blande sus frágiles bracitos pidiéndome que la cargue o arrulle en mis brazos, una emoción incontenible, casi volcánica, invade todo mi ser.


Cuando para dormirse se acurruca o recuesta su cabecita en mi pecho, todos los órganos de mi cuerpo tiemblan de emoción.
                                     

Cuando me mira, alza los brazos y sonríe jubilosamente en el instante en que me ve llegar  a la casa, o acaricia mi rostro con sus manitas de seda, una extraña sensación de placer se aposenta en mi cerebro.

                                                  

Cuando escucho sus tenues gorjeos, sus melódicos balbuceos, sus sonoros y muy recreativos “aaaaaaaaaaaa”, sus tiernos “tatatata”, “papapapa” y otros jugueteos prelinguísticos, confieso que me resulta imposible describir la emoción que siento en ese momento.

                                      

El día 1 del mes que transcurre, ella cumplió nueve meses de haber llegado a este mundo a saturar de amor y de alegría cada rincón de nuestra casa, y a alumbrar los senderos que bordean mi existencia.

Ella es Nicol María :  la ternura encarnada en un frágil y pequeño cuerpo de niña.


 Ella es Nicol : “Mi pequeño manojito de ternura”.

                              


  Ella es Nicol : la más auténtica expresión de mi otro yo.
 Ella es Nicol : una flor que llora y un diamante que respira.