Por:
Domingo Caba Ramos
“Señora: El legislador dominicano es un tipo curioso, alto o bajo de
estatura; blanco, indio o moreno de color; delgado o grueso; feo o buen mozo;
que estos son los caracteres variables o comunes; su aspecto no es del todo
desagradable y hasta parece un hombre civilizado…”
- Francisco Moscoso Puello – “Cartas a Evelina” (1913)
- Francisco Moscoso Puello – “Cartas a Evelina” (1913)
En los
estadios y canchas, lugares donde se realizan actividades deportivas y
espectáculos dirigidos a personas de todos los niveles o calaña, solo se sirven
bebidas alcohólicas en botellas plásticas y no de cristal, previendo así, que
estas últimas puedan convertirse en armas peligrosas en caso de cualquier riña
que se produzca. Lo mismo sucedió en la Cámara de Diputados, el miércoles de la
presente semana, día en que los ánimos estaban bastante caldeados en la sesión,
a partir de los insistentes rumores sobre una posible reforma constitucional
que habilitaría al presidente Danilo Medina a optar por un nuevo periodo.
Eso
sucede, a pesar de que el Art. 26 del Reglamento de la Cámara de Diputados, en
sus literales h, i, j, establece que son debes de los diputados, entre otros:
«h)
Respetar los juicios emitidos por los demás diputados en los debates en el
Hemiciclo»
«i) Evitar
en sus intervenciones toda alusión personal mortificante, debiendo conservar en
todo momento la moderación y decoro propios de la alta dignidad de que está
investido»
«j)
Mantener la solemnidad en el hemiciclo, el salón de la Asamblea Nacional y en
todas las áreas del Congreso Nacional»
El té que
habitualmente se sirve en taza de porcelana, esta vez se sirvió en vasos
higiénicos, para evitar que uno de nuestros “honorables” diputados desbaratara
una o más de esas tazas en la cabeza de uno o más de sus “honorables”
compañeros. Esto quiere decir que el comportamiento de los legisladores
dominicanos parece ser el mismo del populacho o de la “chusma”.
Por esa
razón, las mismas medidas de seguridad que se deben tomar en lugares
frecuentados por esa “chusma” y por ese populacho, también es necesario
tomarlas en la “majestuosa” y aparentemente “solemne” sala del Congreso
Nacional.
O, lo que
es lo mismo, todo parece indicar que el posible tigueraje que asiste a nuestros
estadios y canchas, nada tiene que envidiarle al tigueraje con sacos y corbatas
que semanalmente (tres días) va y se sienta en una silla (curul) del Congreso
Nacional dizque a legislar en favor del pueblo dominicano.
Por eso,
acerca del legislador de hoy, yo me atrevo a decir, con las palabras que a
principios del silgo XX escribiera nuestro novelista, médico y científico
naturalista, Francisco Moscoso Puello (1885/1959), que el legislador
dominicano, además de “un tipo curioso, alto o bajo de estatura;
blanco, indio o moreno de color; delgado o grueso; feo o buen mozo…, PARECE UN
HOMBRE CIVILIZADO“