viernes, 16 de enero de 2015

EL CASO DICAN, FELIX BAUTISTA Y LA CULTURA DEL TIGUERAJE


 Por: Domingo Caba Ramos.


 “Cultura del tigueraje” es el  título del libro que en abril del año 2011 puso en circulación el reconocido terapeuta y siquiatra dominicano, Dr. José Dúnker.

En dicho texto, el autor nos presenta un enjundioso análisis y detallado perfil descriptivo acerca del estilo de vida del dominicano, manera de ser que él resume con el nombre de “tigueraje”. Este concepto debe entenderse como la cultura, mentalidad o proceder  propios de los tígueres.

 Según Dúnker, (p.26) «En la República Dominicana se utiliza la palabra tíguere- en lugar de tigre – para referirse a algunos individuos cuya manera de hablar, de vestir y comportarse rompe con los esquemas usuales» Aclara que originalmente el tíguere era un muchacho de clase baja, residente en los barrios, que penetraba a la casa de los “riquitos” y nada le sucedía, esto es tenía la habilidad de salir en todo momento bien. Puede afirmarse que esta era su característica principal : su habilidad de quedar bien, especialmente el “tíguere gallo”, el cual se “salía siempre con la suya”, sin que nada pasara.

Con el paso de los años, afirma Dúnker, el tigueraje ha invadido o se fue infiltrando en la vida domicanana, pública y privada , penetrando así en  todos los estratos sociales, sin excepción, de modo que hoy tenemos tígueres en los negocios, en la política, en la iglesia ( católica y protestante ) , en la administración pública ( civil, militar y policial ) , así como también en las relaciones familiares. Se ha producido, pues, un tránsito del original tigueraje barrial o marginal al tigueraje en todos los ámbitos de la sociedad dominicana.

 En lo que  que respecta a la política dominicana, precisa el profesional de la conducta, lo que la rige hoy, es el tigueraje.

Es en ese contexto en en cual se inscribe el bochornoso caso protagonizado por unos oficiales policiales pertenecientes a la Dirección Central Antinarcóticos (DICAN) y unos procuradores fiscales a quienes a pesar de que el pueblo les pagaba para combatir el narcotráfico, aprovechaban el poder que el puesto le confería para promover este grave flagelo y comportarse como verdaderos narcotraficantes.

Y es en ese mismo contexto en el que necesariamente debemos situar el accionar de un humilde sastre de provincia, quien en el más breve tiempo que conozca la historia dominicana, salta de la pobreza extrema y se convierte en uno de los seres con mayor riqueza económica con que cuenta nuestro país. Ha sabido salirse con las suyas. Porque como bien lo describe el médico y escritor que nos ocupa (p.18):

 « El tigueraje tiene que verse como cultura, un modo de ser, en el mismo sentido en que se habla de actitudes o mentalidad de la gente. El tíguere es una persona pícara, que engaña a cualquiera, y que hace lo que sea con tal de quedar bien parado, en lo cual incluye la habilidad para mostrarse al final como "un angelito caído del cielo". En otras palabras "tira la piedra y esconde la mano...»


« El tíguere - amplía Dúnker ( p.27 ) -  tiene que salirse con las suyas y sacar beneficio en todo lo que hace, lo cual se expresa en la actitud de “dame lo mío”. Al mismo tiempo, el tíguere hace su juego al margen de las normas establecidas, pues de lo contrario sería simplemente una persona exitosa y noble. El toque final consiste en hacer lo que sea, incluso “partirle el pescuezo a cualquiera”, aparentando ser un “angelito caído del cielo”»

Como una gran masa del pueblo ve que el tíguere viola sistemáticamente las reglas, incurre en actos dolosos, "se sale con las suyas" y le va  bien, es normal entonces que sean muchos los que deseen montarse en el carro del tigueraje,  en espera de que a ellos también les "salga los suyos" o poder así, como el tíguere,  ascender social y enonómicamente.

 Allí en donde el desorden institucional impera y la ley no se cumple, es donde el tigueraje opera con mayor fuerza. En fin, todo lo que signifique corrupción, engaño, robo, simulación, violación de la ley, delito y falsedad conforma esa enfermedad social que al doctor José Dúnker le ha dado con llamarle “Cultura del tigueraje”