jueves, 25 de octubre de 2012

EN TORNO A LAS MULETILLAS


 Por: Domingo Caba Ramos.

 Existen hablantes que no pueden iniciar una conversación sin tener que pronunciar el famoso “eeeh...” Otros repiten mucho palabras como: “¿Sabe?”, “bueno...”, “¿Comprende?”, “entonces...”, “¿tú ve...'?”, “¡Por Dios!..”, “y vaina...”, “eteeh”, “tú me entiendes”, " ¿No…?

 A un famoso y octogenario comunicador capitaleño, Alvarito Arvelo, en el popular programa de comentarios en que labora, se le hace más que difícil afirmar algo sin concluir casi siempre preguntando: ¿Verdad…?; mientras que un dinámico gestor cultural y apreciado amigo nuestro, no puede desarrollar una idea sin iniciarla con su ya muy característico " Real y efectivamente… "

 Cuando cursaba estudios de maestría en la UASD, me tocó recibir clases de un profesor que solía generar risa e indisciplina en el aula, por cuanto cada vez que afirmaba algo terminaba siempre preguntando: “¿Si o no?”.

 En los primeros meses del año 1990 se transmitía por uno de los canales de televisión de Santiago un programa de análisis sobre asuntos electorales. En boca de uno de los dos periodistas que lo conducían estaba tan presente la expresión “¡Por Dios...!”, que un día cualquiera, y en sólo media hora de programa, el aludido comunicador articuló dieciocho veces la susodicha invocación.

 ¿Y qué decir de las archimanejadas frases: “Pues nada…” y “ni modo...” Posiblemente, en la actualidad, sean estas dos, las muletillas más populares o de mayor presencia en el habla dominicana.

 Los diccionarios coinciden en la valoración semántica del término al establecer que muletilla es:

 A.- “Voz o frase que repite una persona muchas veces en la conversación” (Pequeño Larousse Ilustrado).

B.- “Palabra o expresión que se intercala innecesariamente en el lenguaje y constituye una especie de apoyo en la expresión” (Diccionario Kapelusz de la Lengua Española).

 C.- “Voz o frase que, inadvertidamente y por hábito vicioso, repite una persona con mucha frecuencia en la conversación” (Diccionario Enciclopédico Quillet).

 Muletilla es diminutivo de muleta, y muleta no es más que el palo en el cual se apoya quien tiene dificultad para caminar. De este planteo se infiere que la muletilla es al hablante lo que la muleta al caminante. O, lo que es lo mismo, cuando el sujeto comunicante confronta problemas al hablar, suele entonces valerse de una muletilla como soporte o punto de apoyo hasta tanto fluya a su repertorio lingüístico la palabra o expresión deseada. De ahí que mientras mayor sea la pobreza léxica del individuo, mayor será su tendencia a emplear una o más muletillas en su diaria conversación.

 Conviene aclarar, sin embargo, que en ocasiones el uso de una determinada muletilla se inscribe dentro de la llamada función fática de la lengua, vale decir, el emisor (hablante) la emplea con el propósito de mantener el circuito de la comunicación o asegurarse de que el receptor (oyente) esta descodificado o entendiendo debidamente el mensaje transmitido. Este era el caso del famoso “¿Comprende?”, del profesor Juan Bosch, fecundo y veteranísimo escritor cuyo elevado dominio del léxico español a nadie se le ocurriría poner en duda ni siquiera por un segundo. Y es que las muletillas, sin discriminar niveles académicos o socioculturales, se nos presentan como una especie de “telaraña lingüística”. El hablante que en sus redes resulte atrapado, difícilmente pueda liberarse de ellas.