Por: Domingo Caba Ramos.
Junto con Pedro Mir, Manuel del
Cabral y Héctor Inchaustegui Cabral, Tomás Hernández Franco (Tamboril, 29/04/1904 – Santo Domingo,
01/09/1952) formó parte de los llamados Independientes del 40, grupo
poético cuya producción se caracterizó por el fondo de denuncia, protesta y preocupación social que late en la mayoría de
los versos que la conforman. No fue, sin embargo, Hernández Franco un poeta social, como sí lo
fueron Mir, del Cabral e Inchaustegui, aun cuando lo social
está presente o aflora constantemente en su poesía.
Esa presencia se pone de manifiesto, por
ejemplo, en un poema suyo, de humana o antropológica raigambre, “El
poema de las multitudes” (1926), publicado en París, en español y
francés, cuando su autor cursaba estudios en la capital francesa. Se trata de
una pieza poética de lírico y conmovedor acento, aún casi desconocida en el
ambiente literario dominicano, cuyo contenido se constituye en un himno a la
humanidad, en un desesperado grito reivindicativo o en un canto de solidaridad
con las masas irredentas, despojadas históricamente de sus derechos
existenciales. Así se aprecia en cada
uno de sus los versos:
“El poema de
las multitudes”
« ¡Muchedumbres!
Masa de hombres de todos los países,
roncas de gritar la sublime protesta,
muchedumbres trágicas,
rabiosas,
y fuertes.
¡Muchedumbres hambrientas!
Famélicas legiones
incubadoras
de los cataclismos y las revoluciones.
Paupérrimas muchedumbres
de los obreros vencidos
por la ignorancia
el alcohol
la tisis.
Hombres agrupados por el dolor
carroña de las batallas
alaridos de los hospitales
soldados desconocidos de la muerte sin gloria.
Muchedumbre de todos los países
¡Salve!
Tranquilas muchedumbres
de las ferias jocundas
paz peripatética
de los domingos grises
cobres y penachos
del batallón que pasa
pueblo de los conciertos
en los jardines públicos…
Populacho de todas las ciudades del mundo,
un Hombre está cantando
la gloria de ser Hombre.
Es del sudor
la miseria
el dolor
la laceria
es de toda la angustia de los hombres reunidos
es de todas las rabias de los hombres vencidos
es de la pena de la hija pálida y contrahecha
es del pavor
es de los tristes, de los cansados, de los
caídos
que la gran tortura de vivir está hecha.
¡Muchedumbres coléricas!
Roja miseria de las barricadas
harapientas banderas al asalto
de las bastillas de la Vida
rebeliones siniestras del moujik bajo el fuete
ladridos de los manicomios
dolor de las mujeres bajo las lámparas
de los burdeles
trabajadores de los muelles
marinos de los naufragios
mineros de las tinieblas
valor de los soldados en las guerras inútiles.
¡Populacho de todas las ciudades del mundo!
un Hombre está cantando
la gloria de ser Hombre.
Obreros de New York
de Londres
de París
de Hamburgo
de Moscú.
Legión terrible de hombres
que ha de decir la última palabra
frente a la Eternidad y frente a Dios
legión sangrienta,
feroz,
legión formidable de los hombres enfermos
legión formidable de los hombres fuertes
trágicos
tristes.
¡Carcajada única del obrero que sufre!
Multitudes
frente al dolor y frente a la muerte
muchedumbres de todos los países
llenas de ira o llenas de piedad.
hombres que la suerte
parió, aburrida, por el mundo
llena de tristeza o llena de maldad.
¡Multitudes!
Sobre tus espaldas escribieron la Historia.
Y, sobre tus frentes yo escribo mi poema
de Alegría.
El poema de la Gloria
terrible de ser Hombre»
TOMAS HERNÁNDEZ FRANCO
(París, 1926)