jueves, 30 de abril de 2020

“EL POEMA DE LAS MULTITUDES”


         
Por: Domingo Caba Ramos. 

                                                                                    Tomás Hernández Franco


Junto con Pedro Mir, Manuel del Cabral y Héctor Inchaustegui Cabral, Tomás Hernández Franco (Tamboril, 29/04/1904 – Santo Domingo, 01/09/1952) formó parte de los llamados Independientes del 40, grupo poético cuya producción se caracterizó por el fondo de denuncia, protesta  y preocupación social que late en la mayoría de los versos que la conforman. No fue, sin embargo, Hernández Franco un poeta social, como sí lo fueron Mir, del Cabral e Inchaustegui, aun cuando lo social está presente o aflora constantemente en su poesía.


Esa presencia se pone de manifiesto, por ejemplo, en un poema suyo, de humana o antropológica raigambre, “El poema de las multitudes” (1926), publicado en París, en español y francés, cuando su autor cursaba estudios en la capital francesa. Se trata de una pieza poética de lírico y conmovedor acento, aún casi desconocida en el ambiente literario dominicano, cuyo contenido se constituye en un himno a la humanidad, en un desesperado grito reivindicativo o en un canto de solidaridad con las masas irredentas, despojadas históricamente de sus derechos existenciales.  Así se aprecia en cada uno de sus los versos:


“El poema de las multitudes”

« ¡Muchedumbres!
Masa de hombres de todos los países,
roncas de gritar la sublime protesta,
muchedumbres trágicas,
rabiosas,
y fuertes.

¡Muchedumbres hambrientas!
Famélicas legiones
incubadoras
de los cataclismos y las revoluciones.

Paupérrimas muchedumbres
de los obreros vencidos
por la ignorancia
el alcohol
la tisis.

Hombres agrupados por el dolor
carroña de las batallas
alaridos de los hospitales
soldados desconocidos de la muerte sin gloria.

Muchedumbre de todos los países
¡Salve!

Tranquilas muchedumbres
de las ferias jocundas
paz peripatética
de los domingos grises
cobres y penachos
del batallón que pasa
pueblo de los conciertos
en los jardines públicos…

Populacho de todas las ciudades del mundo,
un Hombre está cantando
la gloria de ser Hombre.

Es del sudor
la miseria
el dolor
la laceria
es de toda la angustia de los hombres reunidos
es de todas las rabias de los hombres vencidos
es de la pena de la hija pálida y contrahecha
es del pavor
es de los tristes, de los cansados, de los caídos
que la gran tortura de vivir está hecha.

¡Muchedumbres coléricas!
Roja miseria de las barricadas
harapientas banderas al asalto
de las bastillas de la Vida
rebeliones siniestras del moujik bajo el fuete
ladridos de los manicomios
dolor de las mujeres bajo las lámparas
de los burdeles
trabajadores de los muelles
marinos de los naufragios
mineros de las tinieblas
valor de los soldados en las guerras inútiles.

¡Populacho de todas las ciudades del mundo!
un Hombre está cantando
la gloria de ser Hombre.

Obreros de New York
de Londres
de París
de Hamburgo
de Moscú.

Legión terrible de hombres
que ha de decir la última palabra
frente a la Eternidad y frente a Dios
legión sangrienta,
feroz,
legión formidable de los hombres enfermos
legión formidable de los hombres fuertes
trágicos
tristes.

¡Carcajada única del obrero que sufre!

Multitudes
frente al dolor y frente a la muerte
muchedumbres de todos los países
llenas de ira o llenas de piedad.
hombres que la suerte
parió, aburrida, por el mundo
llena de tristeza o llena de maldad.

¡Multitudes!
Sobre tus espaldas escribieron la Historia.
Y, sobre tus frentes yo escribo mi poema
de Alegría.
El poema de la Gloria
terrible de ser Hombre»


TOMAS HERNÁNDEZ FRANCO
(París, 1926)



martes, 28 de abril de 2020

PABLO NERUDA Y SU «VERSAINOGRAMA A SANTO DOMINGO»



 Por: Domingo Caba Ramos.

                                                  El coronel Caamaño, en plena acción guerrera. Abril 1965

  Pablo Neruda o Pablo de América (1904-1973) fue un poeta universal, Premio Nobel de Literatura y uno de los más grandes poetas de las letras hispanoamericanas. Inició su producción poética cantándole al amor, a la mujer, a las lilas, a la “metafísica cubierta de amapolas”, a la lluvia, a la naturaleza, sueños y grandes volcanes de su Chile natal. Corresponden a esta etapa, entre otros, su libro “Crepusculario” (1923) y sus muy famosos” Veinte poemas de amor y una canción desesperada” (1924).

 Pero el estallido de la Guerra Civil Española (18 de junio de 1936) le sacudió tan profundamente su conciencia que el poeta no sólo cambió el rumbo temático de su poesía, la cual se transforma en un testimonio directo, sino también su visión del mundo ante los problemas sociales y políticos. Asume una actitud de abierto compromiso con la causa republicana o antifranquista, abandona el tono intimista presente en sus versos de iniciación, su voz se convierte en la voz de los pueblos latinoamericanos, y es entonces cuando escribe sus libros “España en el corazón” (1937), “ Canto general a Chile” ( 1942), “ Canto de amor a Stalingrado” ( 1942 ) y su obra de mayor relieve poético, “ Canto General” ( 1950 )

 En febrero de 1966, publica en Isla Negra (Chile) uno de los más solidarios y contundentes cantos de protesta que se haya escrito para condenar la segunda y brutal intervención que soldados de la armada estadounidense llevaron en República Dominicana en abril de 1965.


El 28 de abril del antes citado año , el entonces presidente de  los Estados Unidos, el “funesto” Lyndon B. Johnson, ordena la segunda intervención  de su norteña e imperial nación  al territorio dominicano, enviando, para consumarla, un contingente militar compuesto  por agentes de la guardia marina y  de la 82a División Aerotransportada del Ejército norteamericano, los  cuales conformaban un número total de cuarenta y dos mil soldados o, como bien los llamó  Neruda, cuarenta y dos mil hijos de perra…”

Se trató dicha ocupación, al decir del destacado historiador Roberto Cassá, de un hecho trágico y grotesco que frenó los intentos de retorno de Juan Bosch al poder, así como   los esfuerzos y anhelos del pueblo dominicano por instalar una verdadera democracia.El hecho le inspiró a Neruda, como ya referimos, una de las más solidarias piezas poéticas de la literatura hispanoamericana: “Versainograma a Santo Domingo”


«VERSAINOGRAMA A SANTO DOMINGO»

“ Perdonen si les digo unas locuras,
en esta dulce tarde de febrero,
y si se va mi corazón cantando,
hacia Santo Domingo, compañeros.

Vamos a recordar lo que ha pasado allí,
desde que don Cristóbal, el marinero,
puso los pies y descubrió la isla,
¡ay mejor no la hubiera descubierto!
porque ha sufrido tanto desde entonces,
que parece que el diablo y no Jesús,
se entendió con Colón en ese aspecto.

 Esos conquistadores españoles,
que llegaron desde España, por supuesto,
buscaban oro y lo buscaron tanto,
como si les sirviese de alimento.

Enarbolando a Cristo con su cruz,
los garrotazos fueron argumentos,
 tan poderosos que los indios vivos,
se convirtieron en cristianos muertos.

 Aunque hace siglos de esta historia amarga,
por amarga y por vieja se la cuento,
porque las cosas no se aclaran nunca,
con el olvido ni con el silencio.

Y hay tanta inquietud sin comentario,
en la América hirsuta que me dieron,
que si hasta los poetas nos callamos,
 no hablan los otros porque tienen miedo.

 Ya se sabe en un día declaramos,
la independencia azul de nuestros pueblos,
 una por una, América Latina,
se desgranó como un racimo negro,
 de nacionalidades diminutas,
 con mucha facha y con poco dinero.

 (Andamos con orgullo y sin zapatos,
y nos creemos todos caballeros)

 Cuando tuvimos pantalones largos,
nos escogimos pésimos gobiernos,
(rivalizamos mucho en este asunto,
Santo Domingo se sacó los premios)

En esta variedad un tanto triste,
tuvieron a Trujillo sempiterno,
que gracias a un balazo se enfermó,
después de cuarenta años de gobierno.

 Podríamos decir de este Trujillo,
(a juzgar por las cosas que sabemos),
que fue el hombre más malo de este mundo,
 (si no existiese Johnson, por supuesto),
se sabrá quién ha sido más malvado),
cuando los dos estén en el infierno).

 Cuando murió Trujillo respiró,
aquella pobre patria de tormentos,
y en un escalofrío de esperanzas,
subió la luna sobre el sufrimiento.

 Corre por los caminos la noticia:
Santo Domingo sale del infierno,
por fin elige un presidente puro:
es Juan Bosch que regresa del destierro,
pero no les conviene un hombre honrado,
 ni a los gorilas ni a los usureros.

Decretaron un golpe en Nueva York,
 le echan abajo con cualquier pretexto,
lo destierran con su constitución,
 instalan a cualquier sepulturero,
 en el tronco del mando y del castigo,
y los verdugos vuelven a sus puestos.

 "La democracia representativa,
ha sido restaurada en este pueblo"
dijo El Mercurio en su "editorial" escrito,
en la Embajada que sabemos.

 Pero esta vez las cosas no marcharon,
de un modo interesado aunque severo,
 a norteamericanos y gorilas,
 les salieron los tornillos en el queso,
y con voz de fusibles en la calle,
salió a cantar el corazón del pueblo.

 Santo Domingo con su pueblo armado,
borró la imposición de los violentos:
tomó ciudades, campos y en el puente,
con el pecho desnudo y descubierto,
 aplastó tanques, desafió cañones.

Y corría impetuoso como el viento,
hacia la libertad y la victoria,
cuando el tejano Johnson, el funesto,
con la sangre de muchos en las manos,
 hizo desembarcar los marineros.

 Cuarenta y cinco mil hijos de perra,
bajaron con sus armas y sus cuentos,
con ametralladoras y napalm,
con objetivos claros y concretos:
"Poner en libertad a los ladrones,
 y a los demás hay que meterlos presos".

 Y allí están disparando cada día,
 contra dominicanos indefensos.

Como en Vietnam el asesino es fuerte,
pero a la larga vencerán los pueblos.

La moraleja de este cuento amargo,
se las voy a decir en un momento,
(¡no se lo vayan a contar a nadie:
soy pacifista por fuera y por dentro!):

 Ahí va:

Me gusta en Nueva York el yanqui vivo,
 y sus lindas muchachas, por supuesto,
  pero en Santo Domingo y en Vietnam,
 prefiero norteamericanos muertos”

 (“Versainas de protesta por el desembarco de marines en Santo Domingo, publicadas en hojas sueltas en Valparaíso y en Santiago de Chile, 1966”)