Por: Domingo Caba Ramos.
Hasta el año 1990, en el municipio de Tamboril no existía una biblioteca pública en la que estudiantes y demás ciudadanos se dieran cita a escuchar una charla, realizar una tertulia literaria, leer un periódico o consultar un libro. Solo en un estrecho espacio de la primera planta del ayuntamiento local había un tramo en el que descansaban no más de cincuenta libros desactualizados al que por no existir otro nombre todos le llamaban Biblioteca Pública.
No faltaron, sin embargo, los intentos de personas que constituidas en comités realizaron una que otra reunión con miras a discutir y trazar posibles planes encaminados a fundar tan importante institución; pero por una u otra razón tales intentos se quedaron en las buenas intenciones, esto es, no se materializaron.
Merced a esa realidad, al final de 1989 surgió un nuevo comité, esta vez con más definido el propósito y más firme la decisión, que acto seguido empezó a crear conciencia, coordinar voluntades y captar recursos materiales con el fin de convertir en hecho el tan educativo y cultural proyecto.
Lo primero que se acordó fue que la biblioteca llevaría por nombre “Tomás Hernández Franco”, para de esa manera honrar la memoria del eximio poeta, nativo de Tamboril, autor del poema Yelidá y uno de los más brillantes exponentes de la literatura dominicana. En tal virtud, al recién fundado comité se le llamó Comité pro - Fundación Biblioteca Pública “Tomás Hernández Franco”.
Si bien en el momento de su formación casi una decena de personas participaron en los encuentros iniciales, el comité definitivo estuvo compuesto por el entonces director de la escuela urbana “Sergio Hernández”, profesor Basilio Caba, quien lo presidió, el arquitecto Eduardo Peña (tesorero), el periodista Nicolás Santos (secretario de actas y correspondencias), los profesores Alcides Ventura, Juan Guichardo, Domingo Caba y el comerciante José Luis Deschamps. Muy pocos grupos humanos habían trabajado con igual pasión, entusiasmo, responsabilidad y transparencia como lo hicieron los integrantes de este comité.
Como Tomás Hernández Franco Franco (1904 – 1952), era una pobremente conocido en el pueblo que lo vio nacer, para justificar el nombre del centro bibliotecario en proceso de formación, el comité desarrolló una intensa labor de difusión acerca de la vida y obra del destacado escritor, tanto mediante la publicación de artículos en la prensa nacional como a través de charlas dictadas en el mismo municipio, y en las que participaron expositores locales, de Santiago, Moca y Santo Domingo. En ese ciclo de conferencias titulado “Una semana con Tomás Hernández Franco”, magistrales y no menos memorables fueron las disertaciones de los afamados intelectuales mocanos, doctores Julio Jaime Julia (Q.E.P.D.) y Bruno Rosario Candelier, así como la leída por la profesora y poetisa tamborileña, Elsa Brito de Domínguez. A mí me correspondió disertar sobre el tema “Presencia de Tamboril en las obras de Tomás Hernández Franco”.
Esta labor de educación sirvió para que Hernández Franco dejara de ser un ignorado en su tierra natal y para que los tamborileños comenzaran a citarlo con orgullo y conocieran la trayectoria literaria de su insigne compueblano.
Tomás Hernández Franco ( 1904 - 1952 )
El comité cada vez iba concitando la confianza y el apoyo del pueblo. Todos confiaban en el trabajo incondicional de cada uno de sus miembros. Cada munícipe aportaba lo que podía. Uno daba una silla, otro un libro, otro un escritorio, otro un anaquel, otro colaboraba con la mano de obra, etc. En cuanto al sector comercial, ninguno de sus miembros desoyó nuestro llamado. En este ámbito vale resaltar el papel asumido por el empresario Baby Caraballo a quien con justicia debemos reconocer como nuestro principal soporte. El supo colaborar antes y después de inaugurada la obra.
El Ayuntamiento, con Julio Rosario Comprés a la cabeza, le cedió al comité el antiguo local que había servido de estación al ferrocarril central, para que allí funcionara la biblioteca. Este funcionario, además de su apoyo decidido al proyecto de fundación del centro bibliotecario jamás se le ocurrió ejercer su autoridad para controlarlo, politizarlo e irrespetar su autonomía durante el tiempo en que el comité fundador lo dirigió. Lo mismo que Julio, también supieron respetar la autonomía de la biblioteca dos de los tres síndicos que llegaron luego.
El periódico LA INFORMACIÓN desempeñó un rol de primerísima importancia en la captación de recursos para nuestro proyecto. A su director en ese momento, periodista Miguel Franjul, lo designamos padrino del Comité. Un enjundioso y persuasivo editorial escrito por este conmovió la conciencia de los ejecutivos de las empresas Cemento Cibao, Casa Haché, SADOSA y la Asociación de Ferreteros del Cibao (ADEFECI), originando que estos aportaran todo el material requerido para acondicionar el local. De esta manera se logró que el sábado 26 de enero de 1990 (Día de Duarte), en un grandioso, masivo e inolvidable acto, quedaran, ¡por fin!, abiertas las puertas de la Biblioteca Municipal “Tomás Hernández Franco”, la biblioteca que tanto deseaba y necesitaba el pueblo de Tamboril.
Una vez fundada, nada satisfacía más que ver a decenas de ciudadanos leyendo la prensa diaria y a cientos de estudiantes consultando en los más de tres mil volúmenes que logramos recaudar. A partir de este acontecimiento, el comité fundador se trasformó en Comité de Apoyo. A uno de sus integrantes, el profesor Alcides Ventura, se le asignó la responsabilidad de dirigirlo de manera gratuita. Solo de Baby Caraballo, en los primeros años, recibía un pequeño aporte para fines dieta.
Debido a nuevos compromisos contraídos y/o al desplazamiento a otros lugares de una parte representativa de sus miembros, el Comité de Apoyo se disolvió y, en tal virtud, la biblioteca pasó a ser dirigida por el ayuntamiento. Con este cambio de dirección, la vida de esta institución también cambió: una buena parte de los libros que dejamos desaparecieron, la sala de lectura casi siempre permanece vacía, se realizan en estas actividades de tintes políticos tales como reuniones, entrega de tarjetas de solidaridad y, en fin, se ejecutan acciones incompatibles por completo con un recinto bibliotecario.
Es posible que mi amigo y exalumno, Lic. Anyolino Germosén, Alcalde de Tamboril, por estar concentrado en otros asuntos municipales considerados de mayor magnitud, haya olvidado corregir esta preocupante y decepcionante situación; sin embargo, estoy convencido de que él tomará las medidas de lugar con miras a devolverle a la biblioteca la imagen educativa y cultural que le dieron origen y que sus fundadores le imprimieron. Y estoy convencido porque es lógico que en su condición de primer ejecutivo municipal desee lo mejor para su pueblo y porque sé que él, al igual que yo, está más que consciente de que un recinto bibliotecario, por el alto grado de silencio y concentración que demanda, no debe ser compartido con otras dependencias municipales ni realizarse en su sala ninguna actividad al margen de la lectura o que no sea de naturaleza estrictamente cultural.
Plano general de la Biblioteca "Tomás Hernnádez Franco"
Sé que el alcalde, como yo, sabe que la mejor manera de celebrar los veinticinco años de fundación de la Biblioteca Municipal “Tomás Hernández Franco”, y rendirle homenaje eterno al laureado poeta que lleva su nombre, es tecnificando y modernizando sus procesos, reforzando periódicamente la estantería con nuevos y más actualizados libros y, lo que es más importante, despolitizando o recatando la esencia cultural que le dio origen a esta cuasi treintañera y formativa institución. Y es que el proselitismo político es incompatible con el quehacer cultural. Donde llega el primero, desaparece el segundo.
1. Nombramiento de un director de la biblioteca.
2. Este director, que de ninguna manera puede ser el mismo Encargado de Cultura del Ayuntamiento, como sucede en la actualidad, deberá diseñar planes de trabajo encaminados a dinamizar e inyectarle la vida que antes esta institución tenía, así como organizar charlas y crear áreas digitales de manera que el libro físico interactúe con el texto virtual.
3. Proporcionar, mediante asistencia a cursos, conocimientos básicos de Bibliotecología al personal que labora en la biblioteca.
4. Descentralizar o rescatar la autonomía perdida de la biblioteca, de manera que esta comience a funcionar bajo el control absoluto de un organismo autónomo de gestión municipal, que bien podría ser el Club Rotario Tamboril.
Hasta aquí el recuento histórico y mis propuestas con motivo del veinticinco aniversario de la fundación de la Biblioteca Municipal “Tomás Hernández Franco”. Mi apreciado amigo Anyolino, el ayuntamiento y el pueblo de Tamboril tienen la última palabra.