jueves, 20 de octubre de 2011

TAMBORIL, SU NUEVO PARQUE Y LAS VUELTAS ANTIGUAS.

La alcaldía del municipio de Tamboril inauguró en agosto recién pasado la remodelación del parque central de esta localidad, el parque “Doña Trina de Moya”, posiblemente uno de los más hermosos de la región del Cibao.

Eso quiere decir que los tamborileños, muy particularmente los ausentes radicados en los Estados Unidos que en el presente mes han regresado para disfrutar las fiestas patronales que a en su pueblo celebran, están estrenando, más que una reconstrucción, un nuevo parque.

Aunque parezca extraño, construir una obra de esa naturaleza, casi siempre resulta más fácil que preservar, no solo sus instalaciones o imagen física, sino también la tranquilidad e imagen moral que esperan los ciudadanos. Y es más difícil esto último por cuanto implica la adopción de drásticas medidas contra aquellos que en su espacio actúen de manera indecorosa y con espíritu destructivo. Así se lo manifesté el día de acto inaugural a mi amigo, exalumno y hoy alcalde, Anyolino Germosén; pero no solo las autoridades del ayuntamiento deben velar por el mantenimiento y buena imagen del parque cuyo nombre honra la memoria de la autora de las letras del “Himno a las madres”

Esa es una tarea de todos porque todos con el pago de sus impuestos hicieron posible la construcción de la obra, y a todos, por tanto, esa obra les pertenece.

Hablar del parque de Tamboril, es recordar, necesariamente, las clásicas vueltas, que impulsadas por la llama de la pasión, ejecutaban los jóvenes en parejas, románticos giros , producto de los cuales posiblemente sean muchos los matrimonios que hoy por ahí se encuentren y los mortales, talvez sin apellidos, que por las calles de la Pajiza Aldea deambulen . Por eso en relación con el parque y las hoy desusadas vueltas, hace dos años escribí yo en este mismo diario lo siguiente:

“Dicho parque cubrió todo una época de ensueños, romanticismo, armonía y sana convivencia municipal. Una época en la que la familia tamborileña se concentraba allí, tarde y noche, especialmente los fines de semana, para airearse con la fresca brisa que se desprendía de la copa de los árboles, o deleitarse con los acordes ejecutados por la banda de música, brillantemente dirigida por el maestro Hussaíno Germosén, en las entonces famosas y hoy desafortunadamente desaparecidas retretas dominicales. Una época en la que parejas de jóvenes enamorados, con sus manos entrelazadas, se sentaban en los bancos del parque a intercambiar las más sugerentes, amorosas y románticas de las miradas, o procedían a darle a este vueltas y vueltas que en ocasiones parecían interminables “(23/8/2009)

Y afirmaba más adelante:

“Hoy, el parque de Tamboril ya no es el mismo. Su esencia recreativo – familiar hace tiempo se perdió. La globalización y la posmodernidad arrasaron con ella. Se trata, el de Tamboril, un parque concebido y por mucho tiempo utilizado para el sano esparcimiento ; pero en donde hoy se oye de todo, se ve de todo, se hace de todo , se consume de todo y se acepta todo, especialmente después de la media noche…)

Las vueltas al parque, otrora costumbre típica de los tamborileños, es hoy cosas del pasado. La postmodernidad con su aceleramiento, desprecio a las tradiciones y carencia de arrebatos románticos barrió con ellas; pero el pueblo, sin embargo, ha vuelto a visitar a su parque, ha recobrado su confianza. Esperamos que esa confianza se mantenga y que con el concurso de todos, el parque de Tamboril vuelva a parecerse a lo que antes fue : un lugar de sano esparcimiento espiritual.