Por: Domingo Caba Ramos
¡Caramba William !
Cuando observo tus fotos, las de ayer y las de hoy, las imágenes de ese ayer romántico, fraterno y de sueños permanentes, cual cinta cinematográfica, bailan o desfilan sin cesar por la pantalla de mis recuerdos entrañables.
William Manzueta ( foto reciente )¡Caramba William!
Con tu cuerpo pobre de masa, “cinturita de guitarra”, cabellos partido en dos y esa sonrisa casi angelical que, por eterna, jamás se apartaba de tus labios, todavía me parece verte circular por el amplio campus de la Escuela Normal " Luis Núñez Molina", o escuchar tus divertidas ocurrencias en la hora de la noche en la que por norma institucional ya había que permanecer en silencio en el cuarto que compartías con tus compañeros Eddy Samuel, Felucho, Ramón Emilio, Pedro Reinoso y quien esto escribe.
De pie, segundo de izq. a der, camisa manga larga de ramos Por las calles de su natal Cevicos¡Caramba William! ¡Cómo te recuerdo!
Por esa razón, mi inolvidable compañero, en el pasado reciente, y asido del más entrañable y fraterno de los afectos, en un artículo publicado en la prensa naional, expresé acerca de ti lo siguiente:
«En nuestro grupo de estudiantes normalistas, en aquella académica y reglamentada vida de internado, William Manzueta era el clásico bufón. Se burlaba hasta de su propia figura. Nadie se le escapaba; pero que conste, se trataba de una burla sana, “blanca”, “inocente”, preñada de fraternos sentimientos. Una burla ingenua, si se quiere, como sano e ingenuo era el noble ser que la expresaba. Sincero, trato agradable y con un sentido del humor por encima de lo normal, constituía él la terapia de hembras y varones. Pero, desafortunadamente, la distorsión o el desbalance inesperado de su estructura mental, le imprimió, muchos años después, un giro diferente a su vida y normal proceder, borrando así de aquel rostro siempre alegre, su sonrisa habitual »
En el centro, acompañado por parte de nuestras compañeras de estudio
¡Caramba, William!
El destino, en ocasiones, se comporta de manera cruel, ingrata, perversa y traicionera con los seres de más noble y límpido accionar. Por eso, hermano mío, cuando observé tus más recientes fotos, el solo verlas y recordarte, produjo en mí una gran alegría; pero al compararlas con las imágenes del ayer, las más variadas, encontradas y conmovedoras emociones se gestaron con ímpetu impactante en mi cerebro.
¡ Caramaba William!
Por último debo confesarte que esas imágenes, las de ayer y las de hoy, que proyectan los perfiles de tu siempre frágil armazón corporal , podrán ser distintas; pero el amor que por ti sentimos quienes tuvimos el honor de haber sido tu condiscípulo en nuestro inolvidable y exigente centro de formación de maestros, siempre será el mismo. Ojalá, William, que un día nos podamos ver, cara a cara.
¡Caramba, William...!