“CORROBORO, CORROBORO”
Estamos en campaña. Los candidatos se cuentan por montones. Cada día que pasa crece la desesperación, se incrementa la euforia, se ensanchan las expectativas. Todos quieren llegar. Todos desean “sacrificarse” y “aportar” a su patria. Todos pretenden llegar al Congreso o al Ayuntamiento para” representar dignamente” a su comunidad. Todos, en fin, quieren ser síndicos, regidores, diputados o senadores
Cuando veo y escucho a esos candidatos, de inmediato aflora a mi mente el recuerdo de las muy famosos y siempre citadas décimas “Corroboro, corroboro”, publicadas en 1884 por Juan Antonio Alix, y en las que el afamado bardo popular se burlaba de la inteligencia de los legisladores de su tiempo.
-Dime, querido vidal,
tú que eres medio letrado,
para ser buen diputado,
a un Congreso Nacional
¿debe ser hombre leal,
de inteligencia y decoro?
No sea penguinche, Teodoro,
que para un congreso ir,
no hay más que saber decir,
corroboro, corroboro.
Si es así, amigo Vidal,
yo tengo un loro educado,
que sería buen diputado,
a un Congreso Nacional,
pues él aunque es animal,
no se venderá por oro,
y sabe tanto mi loro,
que si uno habla por allá,
él contesta por acá,
corroboro. Corroboro.
-Pues Vidal, a mi entender,
creí que los diputados,
eran patriotas y honrados,
y de bastante saber,
que el pueblo sabía escoger,
hombres serios como un toro,
y nunca elegir un moro
para que sea mal cristiano,
¿no es así, querido hermano?
corroboro, corroboro.
En los gobiernos pasados,
los jefes que gobernaban,
ellos mismos arreglaban
moldes para diputados
y algunos salían dañados,
pues no servían para coro,
pero otros, créalo, Teodoro,
que antes de al Congreso ir,
los enseñaban a decir,
corroboro, corroboro.
Al pie de las décimas, su autor, el entonces llamado “Cantor del Yaque”, nos presenta un relato anecdótico que no podía ser más jocoso y aleccionador:
« No recuerdo en qué pueblo de la República – escribe Alix - fue que eligieron un diputado al Congreso, y después de elegido le pusieron un maestro para enseñarlo a decir “corroboro, corroboro”. Tenía el diputado en cuestión una memoria tan feliz que sólo un mes necesitó para aprenderse la lección, la cual durante el viaje de su pueblo a la capital, repetía diciendo: “para que no se te olvide, corroboro, corroboro, corroboro”. Bien»
« Ya en el Congreso, – continua el poeta – y tan pronto como dejara la palabra un diputado mejor elegido, se levanta nuestro héroe, diciendo: ¿“Me dejan meter el pico…?”» Pero al concederle el presidente del Congreso la palabra, “ el diputado, después de toser quince veces, escupir y pasarle el pie a lo que había escupido, se alzó los pantalones y dijo : “ Señores : como mi vale, el que acaba de hablar, él yo somos … así … ( juntando los dos índices ) para que no se te olvide, «¡Socorro! ¡Socorro! ¡Socorro!” El Congreso se alarmó y hubo tamaña barahúnda… pero este (el diputado) al ver que él era la causa de semejante alboroto, gritó: alto!, señores, alto! que me he equivocado: yo no he querido decir socorro, yo he querido decir “correburro”
Alix termina su relato advirtiendo que:
«Es pues necesario que todos los pueblos de la república tengan presente esta circunstancia para que cuando vuelvan a ofrecerse elecciones para diputados elijan hombres inteligentes y dignos de ocupar tan delicado puesto para abolir para siempre a los correburros»
Se trata de una sabia advertencia que todos los dominicanos deberían tener presente en el momento de depositar sus votos en las elecciones que se llevarán a cabo el día 16 de mayo del año en curso.
miércoles, 12 de mayo de 2010
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