(A la madre del joven Marlon Martínez, confeso autor de la muerte de su adolescente novia embarazada)
Por: Domingo Caba Ramos.
Marlon Martínez y su madre Marlyn Martínez
Ahora que los actos de delincuencia campean por sus fueros en la República Dominicana. Ahora que las columnas que servían de sostén a los valores tradicionales de la sociedad dominicana, parecen haberse derrumbados. Ahora que hasta niños de diez años violan y matan al ser violado, y a sabiendas de que la actitud que asuman los padres en la educación de sus hijos favorece o no el desarrollo de la delincuencia, quizás convenga compartir de nuevo el contenido del presente artículo, publicado hace varios años en la prensa nacional :
«Emilio Calatayud es un popular juez de menores de Granada, España, que dentro y fuera de su país se ha hecho famoso por sus educativas y rehabilitadoras sentencias, dictadas a la hora de aplicar justicia a los menores de edad, las cuales persiguen, más que castigar, reeducar la conducta de todos aquellos menores que incurren en prácticas o acciones reñidas con la ley, y hacer que los mismos descubran sus más importantes valores.
Considera este singular magistrado que aparte de otras causas, la delincuencia juvenil es originada o está íntimamente asociada a la mala educación que los padres brindan a sus hijos. Que detrás de la conducta delincuencial infantojuvenil existe una familia disfuncional, un niño maleducado y unos padres incompetentes, vale decir, unos padres creadores de hijos delincuentes.
Plantea Calatayud que todo el mundo puede regenerarse, y que la mejor forma de lograr esto, fundamentalmente cuando de menores se trata, es mediante la educación, y no necesariamente a través de la represión, el castigo y la privación de libertad. Esta visión del delito y la justicia es lo que ha llevado a dicho magistrado a emitir numerosas sentencias, consideradas ejemplares por el propio juez, que, por originales, han impactado considerablemente y generado sorpresas en la sociedad española .
Pero ha sido su muy interesante “Decálogo para formar un delincuente”, publicado en su libro: “Reflexiones de un juez de menores” (2007), lo que más fama le ha dado al singular juez que nos ocupa. Como considero, lo mismo que este, que muchos padres y madres se comportan como genuinos o auténticos constructores de delincuentes, me permito presentarles a ellos el contenido del referido decálogo:
DECALOGO PARA FORMAR UN DELINCUENTE
1. Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.
2. No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.
3. Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas.
4. No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad.
5. Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.
6. Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura.
7. Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño .Así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por su propia conducta, quede destrozada para siempre.
8. Dele todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar.
9. Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustraciones.
10. Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarlo.
Y cuando su hijo sea ya un delincuente, proclame que nunca pudo hacer nada por él»
Así concluye el famoso magistrado español su muy interesante y aleccionador decálogo, texto al cual yo le agregaría un párrafo final, para recomendarle a papá y a mamá lo siguiente:
Si usted desea tener en su casa un “pichón” de delincuente o un hijo antisocial, sencillamente apruebe todos los actos de travesuras que este cometa, nunca lo reproche ni castigue y defiéndalo “a sangre y fuego”. Ante la sociedad, preséntelo como un ángel bajado del cielo, dígale que todo lo que él hace está bien, apele a todos los recursos posibles para ocultar sus inconductas y, en situaciones de conflictos, trate de mostrarle al mundo las bondades e inocencia de su adorado “muchacho”.
jueves, 31 de agosto de 2017
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