domingo, 28 de abril de 2024

¡HASTA LUEGO, MILAGRITO!


Por : Domingo Caba Ramos

Milagros Daneyre y Daneyre Milagros. (La última con cinta blanca en la cabeza)

 

Daneyre Milagros  (1981- 2022) y Milagros (Milagrito) Daneyre (1981 - 2024). Dos nombres iguales para identificar dos cuerpos distintos, fundidos en un solo soplo existencial.

Mellizas las dos, una era la otra y viceversa, vale decir, entre Daneyre Milagros y Milagros Daneyre las diferencias, físicas y síquicas, eran mínimas, por no decir casi inexistentes. Inteligentes ambas, atentas, respetuosas, responsables, tiernas madres, brillantes hijas, excelentes  hermanas, envidiables valores humanos en general y esas efusivas sonrisas que nunca se apartaban de sus mulatos labios. Tan sólidos fueron sus vínculos vivenciales que hasta de acuerdo parecen haberse puesto para morir casi a la misma edad, casi en el mismo mes y afectadas por la misma enfermedad. Para morir en sus etapas más productivas o cuando los vientos de la juventud soplaban a su alrededor con más vigorosa intensidad.

Daneyre Milagros, doctora en Estomatología, falleció en marzo del 2022, hace dos años, en los Estados Unidos, a la edad de 41 años. Para la ocasión me cupo la honra de despedirla con la lectura de un panegírico,  en cuyo texto tuve a bien resaltar algunos aspectos relevantes de su vida. Un texto escrito con la tinta del afecto entrañable, y pronunciado con la voz del dolor. Su contenido revela las razones de este juicio: tanto ella como sus demás hermanos no solo son los hijos de mi amigo de infancia, sino los hijos (potenciales sobrinos) del hermano que mi padre no engendró ni mi madre parió.

Ayer, 27 de abril, falleció Milagros Daneyre(Milagrito), ingeniera industrial, la otra melliza. Y hoy, bajo el canto fúnebre y continuo de la lluvia, sepultamos su cadáver en el cementerio de Licey al Medio. Allí la dejamos, en la misma bóveda, y encima del nicho en el que yace el cadáver de su hermana, quizás ubicada o dispuesta así para que de esa manera puedan mantener las mismas consultas, las mismas confidencias, los mismos nexos comunicativos.

Y a sus padres, Mariano Zapata y Milagros Arias, ¿qué palabra poder utilizar capaz de cicatrizar mínimamente la profunda herida emocional del padre y la madre que en apenas dos años ven despedirse del mundo de los vivos a dos de sus adorados retoños? A uno y otra solo me resta desearle fuerza y consuelo para resistir tan amarga realidad.

¡Hasta luego, querida Milagrito, y que tus restos descansen en paz!

Santiago de los Caballeros
28/4/2024


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