sábado, 27 de febrero de 2021

¿CUÁNDO SE CONSUMÓ DEFINITIVAMENTE LA INDEPENDENCIA NACIONAL?

Puerta del Conde

La noche del 27 de febrero de 1844, los dominicanos no logramos la Independencia Nacional, como a veces se piensa. Esa noche, vale aclararlo, no quedamos libres de los haitianos. Esa noche lo que  sucedió fue la proclamación de la independencia con el famoso trabucazo de Matías Ramón Mella. Los haitianos no se dieron por vencidos y fue entonces cuando se iniciaron las llamadas guerras de independencia. ¿Cuáles fueron esas guerras o batallas? :


1)      19 de marzo ( Azua, 1844 )

2)      30 de marzo  ( Santiago, 1844 )

3)      El Memiso (Azua, 13 de abril de 1844)

4)      Puerto Tortuguero ( Azua, 13 de abril de 1844 )

5)       La Estrelleta ( Elías Piña, 17 de septiembre de 1845 )

6)      Beller ( Dajabón, 27 de octubre de 1845)

7)      El Número ( Azua, 17 de abril de 1849 )

8)       Las Carreras ( Azua, 23 de abril de 1849 )

9)       Santomé ( San Juan, 22 de de diciembre de 1855 )

10)    Cambronal ( Neiba, 22 de diciembre de 1855 )

11)   Sabana Larga ( Dajabón, 24 de enero de 1856 )

 

¿Qué significa eso?

 Sencillamente, que el pueblo dominicano, para consumar o lograr la independencia proclamada el día 27 de febrero de 1844, tuvo que llevar a cabo doce largos  años de guerra en contra del  poderoso ejército haitiano. En otras palabras, fue en 1856, con la última batalla de independencia (Sabana Larga) cuando la independencia soñada por Juan Pablo Duarte, logró definitivamente  convertirse en realidad.

 Por : DOMINGO CABA RAMOS

miércoles, 24 de febrero de 2021

LAS MAÑAS QUE IMPIDEN LA ESCUCHA ACTIVA


Cuando al jugador Ricardo Carty, en una ocasión, se le preguntó qué era lo más difícil en un juego de béisbol, su respuesta no se hizo esperar: “batear”. De manera parecida a mí, en un encuentro académico, se me preguntó qué era lo más difícil de la comunicación oral , y mi respuesta, igualmente, no se hizo esperar: “escuchar con atención”. Para muestras, dos botones bastan:
Ayer, en las primeras horas de la mañana, durante no más de dos minutos y por primera vez, escuché un programa de opinión llamado «Bajo la lupa». Me resultó casi imposible entender lo que decían; porque casi siempre los tres comunicadores que lo producían hablaban a un mismo tiempo. Lo que cada uno decía, el otro ni lo escuchaba ni le importaba. A eso hay que agregarle el altísimo volumen de la voz, especialmente la de uno de apellido Berry. Semejante conducta comunicativa convierte la percepción del mensaje en un verdadero infierno.
En horas del mediodía sintonicé, también durante breve tiempo, el tradicional programa «El show del mediodía». Hubo un momento en que cuatro de sus productores hablaban a la vez. Allí solo se hablaba; nadie escuchaba a nadie. José Martínez Ruiz - Azorín -(1873 – 1967), el célebre escritor español, llamó a esa práctica «mañas en escuchar»
Debido a esas mañas o ausencia de “escucha activa”, afirmaba yo en uno de mis artículos, lo siguiente :
« ¡Qué difícil es escuchar con atención a los demás! ¡Qué difícil resulta esperar que el otro termine de expresar sus ideas! ¡Qué difícil es no interrumpir a quien nos habla! ¡Qué difícil es callar mientras el otro habla! ¡Qué desagradable es hablar cuando el otro habla! ¡Qué gratificante y agradable es escuchar con atención a quien nos habla! ¡Qué difícil es, en fin, la escucha activa!»

En el proceso de la comunicación oral, si pretendemos que esta resulte efectiva, hablar lo necesario y escuchar con atención constituyen la clave del éxito. Merced a este planteo, conviene entonces tener siempre presente lo que a alguien se le ocurrió decir alguna vez:

“DIOS NOS DIO DOS OIDOS Y UNA BOCA POR UNA BUENA RAZON: DEBEMOS ESCUCHAR EL DOBLE DE LO QUE HABLAMOS”