sábado, 15 de diciembre de 2012

LA CORRUPCIÓN NO ADMINISTRATIVA 

Por: Domingo Caba Ramos

«Me he propuesto hacer un abordaje médico y psicológico del país en el que cuento, analizo y llego a la conclusión de que el país está sumergido en una enfermedad grave que es el “tigueraje”» (Dr. José Dúnker)

Desde la muerte de Trujillo hasta la fecha es mucho lo que se ha escrito acerca de la corrupción administrativa en la República Dominicana. Sin embargo, de la otra corrupción, la no administrativa, es muy poco lo que ha dicho, a pesar de que diariamente recibimos de ella sus letales efectos.

 A los dominicanos solo parece preocuparle el derroche de los recursos del Estado llevado a cabo por un determinado funcionario; pero no así las prácticas fraudulentas en que fuera de la administración pública se incurre cuando se brinda o solicita un servicio. Con tal de lograr un propósito, en esta tierra de Duarte, Caamaño y Luperón, todo vale. No creo que exista otra parte del mundo en el que como la patria dominicana tenga tanta presencia el famoso principio maquiavélico aquel de que «El fin justifica los medios»

Por eso estamos sumergidos, no solo en una grave enfermedad llamada “tigueraje”, al decir de nuestro reputado siquiatra, José Dúnker, sino en la cultura del fraude, del engaño o del aprovechamiento. Por eso debemos estar siempre a la defensiva. Por eso el mecánico, el plomero, el técnico de radio o televisión, el abogado, el médico, etc., te dobla y hasta triplica el costo normal del servicio prestado si te ven la cara de forastero , que andas en un buen vehículo o saben que vives en un sector residencial.

Los casos sobran y se repiten todos los días:

 Un plomero, para corregir una filtración en mi casa, cuya labor tardó solo cuarenta minutos me solicitó el pago de cuatro mil pesos. Casi me da un paro cardíaco. Se produjo el natural regateo y el estafador con traje de plomero, aceptó que le pagara solo mil pesos.

En 1999 solicité en Santiago los servicios profesionales de un abogado y profesor universitario de (Q.E.P.D.) con tal de recuperar los doscientos mil pesos que el administrador de una empresa constructora no pretendía devolver, después de haber violado el contrato de venta de un apartamento. El estafador con traje de abogado recuperó el dinero, pero para que este llegara a mis bolsillos tuve que someter el caso ante la fiscalía del distrito judicial de esta ciudad.

 Un hermano nuestro va a un taller a cambiar el tambor de su carro. En lo que montaban la pieza nueva se ausentó durante media hora. Cuando regresó, ya la pieza estaba supuestamente instalada. ¿Cuál? La misma que estaba dañada.

 Un anciano residente en San José de las matas recibe de su hijo radicado en Nueva York un moderno televisor. Lo enciende y al notar que no funciona, arranca en su B.M.W y se lo lleva a un técnico en Santiago. El televisor estaba en perfecto estado, pero el don no sabía manipularlo. Consciente de eso, el ladrón con traje de técnico tomó el soldador, quitó varias piezas supuestamente en mal estado y le dijo al hombre que debía comprarlas, traérselas y regresar al día siguiente a buscar el aparato, no sin antes decirle que el trabajo valía quinientos pesos. Cuando el anciano volvió al taller, esta vez se presentó en un lujoso y moderno carro marca Lexus. Esto fue más que suficiente para que nuestro técnico, en lugar de quinientos, le cobrara mil pesos, a los que hay que añadir a su favor, las piezas nuevas compradas.

Una pariente nuestra le cogió con practicarse una cirujía plástica en la nariz. Más de un cirujano honesto le había dicho que médicamente esa cirujía no procedía. Ella, sin embargo, insistió y habló con un famoso estafador con traje de cirujano plástico de Santiago, muy ligado a los medios de comunicación, el cual simuló haber realizado el procedimiento quirúrgico, después que mi pariente le depositara en su cuenta la suma de cinco mil dólares.

¿Y no es también corrupción la aberrante conducta de un “profesor” o mal llamado “educador” consistente en cambiar notas por sexo o dinero?

 Quizás se deba a que la conducta irregular de muchos funcionarios sirva de ejemplo negativo a la población, pero lo cierto es que la corrupción no administrativa es tan dañina y común como la admnistrativa.