jueves, 3 de abril de 2014

LA ARCHIEXPRESIVIDAD DE LOS DOMINICANOS.


 Por: Domingo Caba Ramos.


 Es increíble la exagerada expresividad del dominicano. Pienso que talvez no existe en el mundo otro ser más parlanchín que los nacidos en esta tierra.

 Es sorprendente cuan imposible se le hace al dominicano promedio callar cuando no debe hablar. De ahí que muchos nunca callen, siempre están hablando, siempre están articulando palabras, nunca le dan “vacaciones a la lengua”. De ahí que muchos lo informen todo, lo pregunten todo, lo averigüen todo y lo comuniquen todo, no importa lo íntimo, personal o familiar que sea el mensaje transmitido.

Y por eso cuando se nos pregunta algo, nuestras respuestas generalmente trascienden el contenido de la interrogación, esto es, contestamos algo más de lo que se nos ha preguntado.

 - ¿Cuántos hijos tienes? – le pregunté a alguien en una ocasión, cuando yo ejercía como gerente de recursos humanos.

 La respuesta fue toda una verdadera autobiografía:

-“Tengo cinco hijos, tres varones y dos hembras. Las hembras ya se casaron, la más vieja tiene un niño y la otra está embarazada. Los varones no se han casado, están estudiando…” 

Yo tuve que "armarme de paciencia" para escuchar aparentemente tranquilo  semejante perorata.

 Es el dominicano, posiblemente, el único ser de la tierra para quien la confidencialidad constituye la más auténtica expresión de lealtad. Merced a esta visión del mundo, entendemos que si no le confesamos todo a ese amigo, hermano, compañero de trabajo o persona a quien queremos, estamos traicionando la amistad o el amor que por ese ser sentimos.

 La discreción, para la persona que así procede, no es más que un sueño, una ilusión, una conducta lingüística sin sentido o carente por completo de valor e importancia. Por eso el pueblo, apelando a su natural picardía, suele llamar a este tipo de hablante “lengua de jabón”

 Aunque no todos, así somos los dominicanos: sumamente expresivos, extremadamente parlanchines, y, en ocasiones, torpemente indiscretos.