Por : Domingo Caba Ramos
(Publicado en la prensa nacional el 10 de agosto del 2014. Se repruduce de nuevo, con motivo de celebrarse en esta fecha el «Día mundial contra el cáncer»)
Cáncer es una palabra que por su mortal connotación ninguna persona
desearía verla asociada a su cuadro patológico, no importa el grado de
agresividad de esa terrible enfermedad. “El cáncer es cáncer”, diría un hombre
del pueblo.
Es cierto que todos los cánceres no son iguales. Es cierto que dependiendo del
órgano afectado, un cáncer resulta más agresivo y mortal que otro. Es cierto que
no es lo mismo combatir este mal cuando inicia que cuando su proceso de
desarrollo ya está muy avanzado. Es cierto que en nuestro país, por ejemplo,
son muchas las personas públicas y no públicas (Roberto Santana, Milagros
Germán,…) que han logrado controlar o impedir el avance de la
enfermedad que nos ocupa y desarrollar así una verdad normal.
Todo eso es cierto, pero no menos cierto es que sea quien sea: sacerdote
o pastor evangélico o católico, ateo o creyente, médico o sicólogo, chofer o
general de brigada, marxista o ultraderechista, en fin, el edificio espiritual
se le derrumba a todo aquel que tiene que escuchar de su médico la inesperada y
desagradable noticia de “Tu estudio salió con un tumor maligno”, o
directamente, “Tú tienes cáncer”.
Hace once meses, a Víctor Manuel , un viejo amigo y excompañero de
estudios, su médico le notificó eso: “Tú saliste con un problemita o células
malignas en la próstata que debemos corregir”. Víctor Manuel no respondió. El
impacto de la noticia amarró sus palabras. El médico continuó:
«- No debes darle mucha mente, ya que el grado de malignidad (ADENOCARCINOMA DE
PRÓSTATA, GLEASON 6(3+3) de tu caso es el más bajo y, por ende, el más fácil de
corregir. De esto tú no vas a morir», terminó.
Después de coordinar todo lo relativo al procedimiento quirúrgico que se
le indicó, Víctor Manuel abandonó el consultorio con el ánimo en el suelo, y
días después se le vio en otro consultorio, el del siquiatra. Por primera vez,
me cuenta mi amigo y casi hermano, se vio obligado o sintió la necesidad de
recibir ayuda sicológica. Y me cuenta también que gracias al calor, apoyo y afecto que le ha brindado su
familia, su padecimiento ha resultado menos traumático.
En enero del pasado año se le practicó la cirugía a mi amigo , utilizando un
moderno procedimiento de rayos láser. Todo fue un éxito, salvo algunos tejidos
residuales que tendrá que eliminar en una segunda cirugía programada para este
mismo mes.
Durante todo ese trayecto, sin embargo, Víctor Manuel se ha convertido en sicólogo de sí mismo, vale
decir, se comporta como si nada le sucediera: charla, comparte
normalmente y hasta baila si hay que bailar; pero cuando al margen del bullicio
se reencuentra consigo mismo, las cinco letras de la palabra cáncer parecen apagar las
luces de su aparente alegría, de una alegría que no
siempre está presente interiormente, aunque externamente aparente lo
contrario.