jueves, 6 de enero de 2011

LA POBREZA MENTAL DE NUESTROS PELOTEROS

" El que no tiene más que riqueza es un pobre diablo”

(Arturo Graf)

Los escándalos protagonizados por peloteros dominicanos ya se han convertido en mucho más que frecuentes: un jovencito recién firmado mata a otro en una discoteca de La Romana. Un ex lanzador de grandes ligas, Ambiorix Burgos , es sometido a la justicia en los Estados Unidos por golpear a su novia en el interior de un hotel, en nuestro país mata dos mujeres en un aparente accidente de tránsito , y meses después intenta asesinar en Nagua a su ex esposa y al también pelotero , mejor conocido como el Gatico Martínez.

El último caso: otro lanzador de grandes ligas, nativo de Luperón, Puerto Plata, es acusado de matar a un joven y herir a un hermano de este en el parque central del antes mencionado municipio.

¿A qué se deben estas inconductas?

Sencillamente a la pobreza mental, miseria espiritual y bajo nivel académico que, en la República Dominicana, caracteriza a la casi totalidad de los llamados atletas del bate y la pelota. Atletas, la mayoría de los cuales apena sabe leer y escribir y cuyos orígenes familiares desbordan la pobreza extrema. Atletas, no todos, con mucho dinero en las arcas, pero escasa materia gris en sus cerebros.

Nuestros peloteros provienen casi siempre de barrios marginados y campos atrasados. Desde que los firman o se convierten en figuras, el endiosamiento no se hace esperar . El pelotero es endiosado por los fanáticos, periodistas, vecinos, mujeres, amigos y familiares . Las mujeres, particularmente, se postran a sus pies y sueñan aunque sea con una simple mirada del mismo a quien antes despreciaban por pobre o “rullío”, como despectivamente suelen llamar las jóvenes a todos los hombres que carecen de recursos económicos.

Aparte de los fanáticos, vale resaltarlo, cada zalamero o loador espera
“lo suyo”

Ante tantas muestras de adulación, coba, zalamería y pleitesía, es difícil que un atleta con bajo nivel de instrucción pueda comportarse de manera humilde, y sí entender que está por encima del bien y del mal. Por eso matan, disparan, golpean y adoptan el más arrogante de los comportamientos.

Transformarse de repente de pobre en millonario o saltar rápidamente de la extrema pobreza a la extrema riqueza, constituye un cambio que no cualquier cerebro puede soportar sin variar sus patrones normales y humildes de comportamiento. Y muy especialmente si ese cerebro está desprovisto de la suficiente sustancia espiritual.

El bajo desarrollo mental les impide a nuestras estrellas del beisbol entender :

a) Que su condición de ídolos hace que sus acciones graviten positiva o negativamente en la conducta de las personas que los siguen, particularmente en el comportamiento de niños y jóvenes.

b) Que deben evadir cuantas actividades o escenarios pongan en peligro su carrera y seguridad personal.

c) Que deben controlar sus emociones y preservar su imagen pública.

d) Que en sólo un segundo su brillante carrera puede derrumbarse.

e) Que la humildad le imprime más luz a quien mucha luz posee.

f) Que deben seguir los nobles ejemplos de todos aquellos otroras y actuales peloteros que en su trayectoria beisbolística se comportaron y comportan como verdaderos caballeros dentro y fuera del terreno de juego. Tal es el caso, entre otras tantas figuras representativas de nuestro deporte rey, de
Alberto Pujols, Chilote Llenas, Felipe, Mateo y Jesús Rojas Alou, Ubaldo Jiménez, Miguel Batista , Miguel Diloné, Stanly Javier, Juan Marichal, Manuel Mota, Robinson Canó , Julián Javier…

Y, lo que es más importante, cada pelotero debe tener siempre presente que es la esperanza y el soporte económico de una familia donde posiblemente el único que tiene dinero o goza de una buena posición económica es él.