Por: Domingo Caba Ramos
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La vacilación lingüística en que se incurre cuando se utilizan los dobletes genéricos se pone de manifiesto tanto en la lengua oral como escrita. En el caso específico de la escritura, en la República Dominicana abundan los textos en los que tal inconsistencia brilla por su recurrente presencia. Dos de estos textos, ambos de carácter legislativo, permiten validar el juicio precedente: El Código del menor y la Constitución de la República.
En uno y otro, los desdoblamientos son cuantiosos. En uno y otro texto se percibe una clara vocación de usar la lengua con visión o perspectiva de género. En uno y otro es posible apreciar cómo en un mismo párrafo y hasta en un mismo enunciado se pasa de la doble expresión genérica a la sola mención del masculino. Veamos:
1. En el Código para el sistema de protección y los derechos fundamentales de niños, niñas y adolescentes, mejor conocido como Código del menor (CM), en el PRINCIPIO VIII, se lee lo siguiente:
« El padre y la madre tienen responsabilidades y obligaciones comunes e iguales en lo que respecta al cuidado, desarrollo, educación y protección integral de sus hijos e hijas.»
Más adelante, en el Art. 4, se establece que:
«A tal efecto, el médico o el personal de salud que atienda el nacimiento está obligado, en un plazo no mayor de doce (12) horas, después que se produzca éste, a entregar una constancia del mismo a sus padres o responsables, previamente identificados, remitiendo otra constancia a las autoridades
Responsables de su registro oficial»
¿Por qué en el Principio VIII del antes citado Código se habla de “El padre y la madre”, mientras que en el Art. 4 el legislador se refiere solo “a sus padres”?
2. «Art. 9.- (CM) - El padre y la madre, el tutor o responsable, no pueden, salvo motivos graves, oponerse a las relaciones personales del niño, niña o adolescente con sus abuelos»
¿Por qué en el anterior artículo solo se menciona el tutor, y no la tutora, “sus abuelos”, y no sus abuelas?
3. « Art. 14.- (CM) - Los profesionales y funcionarios de las áreas de la salud, pedagogía, sicología, trabajo social y agentes del orden público, directores y funcionarios, tanto públicos como privados…»
¿Por qué en este artículo se emplean solo las formas del tan combatido masculino genérico: “Los profesionales”, “funcionarios”, “directores…” y no se alude a las inclusivas y reivindicativas formas del femenino: las profesionales, funcionarias, directoras…?
4. « Art. 16.- (CM) - Todos los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a expresar libremente su opinión, ser escuchados y tomados en cuenta, de acuerdo a su etapa progresiva de desarrollo»
Si se trata también de “niñas”, ¿no se incurre en discordancia al decir que estas deben ser “escuchados y tomados en cuenta”, cuando en virtud de la lógica antisexista e ideología feminista lo adecuado hubiera sido que se escribiera “escuchados o escuchadas y tomados o tomadas en cuenta…”?
5. «Art. 23.- Queda absolutamente prohibida la entrada a niños, niñas y adolescentes en establecimientos comerciales donde se consuman bebidas alcohólicas, casas de juegos y de apuestas. Los propietarios de dichos
establecimientos estarán obligados a colocar en un lugar visible a la entrada del local la advertencia de prohibición de admisión de niños, niñas y adolescentes»
¿Por qué si se dobla el género, expresando de esa manera “niños y niñas”, no se procedió de igual informa escribiendo « Los propietarios y propietarias de dichos establecimientos estarán obligados y obligadas…»?
6. El Art. 18, numeral 3 de nuestra Carta Magna, establece que «Son dominicanas y dominicanos»:
a) NUMERAL3 - «Las personas nacidas en territorio nacional, con excepción de los hijos e hijas de extranjeros miembros de legaciones diplomáticas y consulares, de extranjeros que se hallen en tránsito o residan ilegalmente en territorio dominicano. Se considera persona en tránsito a toda extranjera o extranjero definido como tal en las leyes dominicanas»
Nótese cómo en el primer enunciado del preindicado artículo se habla solo de “extranjeros”, así, en el satanizado masculino genérico; mientras que en el segundo aparece la doble mención genérica “extranjera o extranjero…”
b) NUMERAL 4- «Los nacidos en el extranjero, de padre o madre dominicanos, no obstante haber adquirido, por el lugar de nacimiento, una nacionalidad distinta a la de sus padres…»
¿Por qué se emplea de manera exclusiva la forma masculina “nacidos” y no la femenina “nacidas”? ¿Por qué al inicio de la frase se alude doblemente a “padre o madre dominicanos”, mientras que al final se refiere solo al sintagma masculino “sus padres”?
NUMERAL 6 - «Los descendientes directos de dominicanos residentes en el exterior»
¿Por qué el redactor olvidó doblar los géneros en el precitado contenido de nuestro texto constitucional? En otras palabras, ¿por qué no escribió, “Los y las descendientes directos de dominicanos y dominicanos residentes en el exterior”, evitando así el “sexismo discursivo” que se le atribuye al masculino genérico? ¿Por qué ocurren estas y otras vacilaciones al utilizar los desdoblamientos genéricos?¿Por qué a los cultores, defensores y promotores de la llamada lengua no sexista se le hace tan difícil mantener el discurso incluyente o antimasculino?
Posiblemente se deba al carácter artificial o poco natural de esa forma de hablar. O, como ya expresé en otro ensayo de esta naturaleza, la inconsistencia en el uso de los dobletes genéricos se origina, «Sencillamente, porque el hablante que así procede no tiene internalizada en su cerebro esa estructura sintáctica, esto es, los desdoblamientos; porque actúa movido por la moda, por la imitación, sin conciencia lingüística, por presión, para evitar la etiqueta de machista, o quizás, para estar bien o no entrar en contradicción con el movimiento feminista»
viernes, 9 de octubre de 2015
domingo, 4 de octubre de 2015
FAUSTO GERMOSÉN : MAESTRO Y MUNÍCIPE EJEMPLAR
Por : Domingo Caba Ramos
Profesor Fausto Germosén ( 1928 - 1995 )
(Texto del panegírico leído por el autor en la misa de cuerpo presente celebrada en la iglesia San Rafael, de Tamboril, el 22 de mayo de 1995, con motivo de la muerte del profesor Fausto Germosén. Al cumplirse recientemente el vigésimo aniversario de tan sentido fallecimiento, nos permitimos reproducir y compartir el contenido de dicho texto con los amables lectores )
«¡HASTA LUEGO MAESTRO!»
“La muerte no viene más de una vez, pero se deja sentir en todos los momentos de la vida”
(La Bruyere)
«Esta tarde nos hemos reunido en este apacible y sagrado templo, para despedir o dar el último adiós al amigo, al compañero de trabajo, al munícipe, al servidor de la iglesia y al profesor del municipio de Tamboril. Aquí estamos para despedir al maestro Fausto Germosén.
En el mismo corazón de su patria chica, Tamboril, nació Fausto Guarionex Germosén, el día 20 de septiembre de 1928, en el seno de una familia que en el plano artístico siempre se ha distinguido por su natural y tradicional afición al arte musical.
Cursó los estudios primarios e intermedios en la Escuela “Sergio Hernández” de su pueblo natal, en tanto que los secundarios los realizó en el Liceo Secundario “Ulises Francisco Espaillat” (UFE), de la ciudad de Santiago.
El 30 de septiembre de 1950 obtuvo el título de bachiller en Ciencias Físicas y Matemáticas, y en 1966 se gradúa de Maestro de Primera Enseñanza en la Escuela Superior “Emilio Prud - Homme”, de Santiago.
Becado por la Agencia para el Desarrollo (AID), viajó en 1963 a la isla hermana de Puerto Rico para participar de un curso de formación docente impartido en la Universidad de Río Piedras.
Además del español, hablaba y escribía inglés, un idioma que logró aprender en el Instituto Cultural Domínico Americano y perfeccionar mediante la práctica y lectura constante.
Su ingreso al servicio educativo se llevó a cabo el día 10 de marzo de 1952, fecha en que se le designó profesor de la Escuela “Sergio Hernández”, institución en la que se mantuvo activo por espacio de casi cuarenta años.
Contribuyó de manera decidida en el proceso de fundación del Liceo Nocturno “Tamboril” (1972), de cuyo equipo docente formó parte hasta el mismo instante de su muerte, y también fue uno de los fundadores del Colegio “Adán Aguilar”, centro hacia el cual se disponía presentarse a impartir clases minutos antes de su fallecimiento.
Su indiscutible capacidad, competencia y alto sentido de la responsabilidad fueron las cualidades que conformaron el sello característico de su fructífero y dilatado ejercicio magisterial.
Casi nunca faltaba al trabajo. Casi nunca llegaba tarde. Nadie como él era tan puntual. Nadie como él era tan positivo y colaborador, no sólo con quienes fuimos sus compañeros de trabajo, sino también con sus alumnos a quienes fuera del horario oficial de clases solía ofrecer sus sabias orientaciones o sus oportunas explicaciones, siempre en forma gratuita.
En lo personal fue un ser fuera de lo común.
Jamás le escuché murmurar o pronunciar un solo calificativo en contra de persona alguna. Parece que las palabras labradoras o destructoras de imágenes ajenas, jamás pudieron encontrar espacio en el repertorio lingüístico del veterano educador tamborileño.
Así, señoras y señores, era Fausto Germosén.
Así, señoras y señores, tenemos que darlo a conocer en un medio en que se acostumbra a opacar las virtudes de los hombres para sólo ver fallas, errores y sombras en el comportamiento humano.
Ya lo dijo el gran poeta y patriota cubano José Martí:
“Los hombres no pueden ser más perfectos que el sol. El sol quema con la misma luz con que calienta. El sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz.”
Nosotros, Fausto, no queremos ser ingratos contigo. Y en tal virtud, preferimos ignorar las escasas sombras que talvez giraron alrededor de tu ser y en cambio destacar los rayos luminosos que bordearon tu existencia.
Cuando supe de tu muerte, Fausto, a mis labios afloró la misma interrogante que pronunciara el brillante bardo nicaragüense Rubén Darío, cuando al enterarse de que José Martí, uno de los precursores del movimiento literario por aquel fundado había muerto en combate, preguntó casi en forma automática: “¿Maestro, que has hecho?”
Cuando me enteré de tu muerte, Fausto, igualmente se me ocurrió preguntar: ¿Por qué, maestro, decidiste abandonar tan de repente este complejo pero agradable mundo de los mortales?
Hasta ese momento estuve convencido de que en verdad existían muertes repentinas, quizás porque había olvidado las sentenciosas palabras de ese genio del verso español llamado Francisco Quevedo y Villegas y las cuales yacen resumidas en el siguiente cuestionamiento:
“¿Cómo puede morirse de repente quien desde que nace ve que va corriendo la vida, y lleva consigo la muerte?”
En este doloroso y triste momento, Fausto Germosén, nos encontramos aquí, no para decirte adiós, sino para expresar con solemne y esperanzador acento:
Hasta Luego Maestro. Hasta luego Maestro, te dicen tus amigos, parientes y relacionados.
Hasta luego Maestro, te dicen los profesores y alumnos del Liceo Nocturno “Tamboril”, de la Escuela “Sergio Hernández” y del Colegio “Adán Aguilar”.
Hasta luego Maestro, te dice ese ejército de estudiantes que lograste formar durante tu larga carrera docente.
Hasta luego Maestro, te dice el personal de la iglesia San Rafael, a la cual de manera desinteresada serviste por muchos años.
Hasta luego Maestro, te dice el pueblo de Tamboril.
Que tus restos gocen del descanso eterno y sean siempre iluminados por las mismas luces con las que tú supiste alumbrar las mentes oscuras de tantas generaciones de niños, adolescentes, jóvenes y adultos.
Inclinados reverentemente frente a tu cadáver, nos despedimos de ti con las mismas palabras utilizadas por Salomé Ureña para honrar la memoria del eximio pensador y educador puertorriqueño, Eugenio María de Hostos:
“Te vas, pero germinará la simiente que dejas en el surco y los frutos del porvenir se fecundarán con las sabias de tus doctrinas pedagógicas. Adiós! Cuando en las horas tranquilas que te esperan bajo otro cielo, acuda a tu memoria un pensamiento de amargura en el cual palpite el nombre de mi patria, piensa también que hay en ella corazones amigos que te recuerdan y almas agradecidas que te bendicen”»
DOMINGO CABA RAMOS
Tamboril,Stgo
22/5/1995
(Publicado en el diario La Información el 4 de junio del 1995)
Profesor Fausto Germosén ( 1928 - 1995 )
(Texto del panegírico leído por el autor en la misa de cuerpo presente celebrada en la iglesia San Rafael, de Tamboril, el 22 de mayo de 1995, con motivo de la muerte del profesor Fausto Germosén. Al cumplirse recientemente el vigésimo aniversario de tan sentido fallecimiento, nos permitimos reproducir y compartir el contenido de dicho texto con los amables lectores )
«¡HASTA LUEGO MAESTRO!»
“La muerte no viene más de una vez, pero se deja sentir en todos los momentos de la vida”
(La Bruyere)
«Esta tarde nos hemos reunido en este apacible y sagrado templo, para despedir o dar el último adiós al amigo, al compañero de trabajo, al munícipe, al servidor de la iglesia y al profesor del municipio de Tamboril. Aquí estamos para despedir al maestro Fausto Germosén.
En el mismo corazón de su patria chica, Tamboril, nació Fausto Guarionex Germosén, el día 20 de septiembre de 1928, en el seno de una familia que en el plano artístico siempre se ha distinguido por su natural y tradicional afición al arte musical.
Cursó los estudios primarios e intermedios en la Escuela “Sergio Hernández” de su pueblo natal, en tanto que los secundarios los realizó en el Liceo Secundario “Ulises Francisco Espaillat” (UFE), de la ciudad de Santiago.
El 30 de septiembre de 1950 obtuvo el título de bachiller en Ciencias Físicas y Matemáticas, y en 1966 se gradúa de Maestro de Primera Enseñanza en la Escuela Superior “Emilio Prud - Homme”, de Santiago.
Becado por la Agencia para el Desarrollo (AID), viajó en 1963 a la isla hermana de Puerto Rico para participar de un curso de formación docente impartido en la Universidad de Río Piedras.
Además del español, hablaba y escribía inglés, un idioma que logró aprender en el Instituto Cultural Domínico Americano y perfeccionar mediante la práctica y lectura constante.
Su ingreso al servicio educativo se llevó a cabo el día 10 de marzo de 1952, fecha en que se le designó profesor de la Escuela “Sergio Hernández”, institución en la que se mantuvo activo por espacio de casi cuarenta años.
Contribuyó de manera decidida en el proceso de fundación del Liceo Nocturno “Tamboril” (1972), de cuyo equipo docente formó parte hasta el mismo instante de su muerte, y también fue uno de los fundadores del Colegio “Adán Aguilar”, centro hacia el cual se disponía presentarse a impartir clases minutos antes de su fallecimiento.
Su indiscutible capacidad, competencia y alto sentido de la responsabilidad fueron las cualidades que conformaron el sello característico de su fructífero y dilatado ejercicio magisterial.
Casi nunca faltaba al trabajo. Casi nunca llegaba tarde. Nadie como él era tan puntual. Nadie como él era tan positivo y colaborador, no sólo con quienes fuimos sus compañeros de trabajo, sino también con sus alumnos a quienes fuera del horario oficial de clases solía ofrecer sus sabias orientaciones o sus oportunas explicaciones, siempre en forma gratuita.
En lo personal fue un ser fuera de lo común.
Jamás le escuché murmurar o pronunciar un solo calificativo en contra de persona alguna. Parece que las palabras labradoras o destructoras de imágenes ajenas, jamás pudieron encontrar espacio en el repertorio lingüístico del veterano educador tamborileño.
Así, señoras y señores, era Fausto Germosén.
Así, señoras y señores, tenemos que darlo a conocer en un medio en que se acostumbra a opacar las virtudes de los hombres para sólo ver fallas, errores y sombras en el comportamiento humano.
Ya lo dijo el gran poeta y patriota cubano José Martí:
“Los hombres no pueden ser más perfectos que el sol. El sol quema con la misma luz con que calienta. El sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz.”
Nosotros, Fausto, no queremos ser ingratos contigo. Y en tal virtud, preferimos ignorar las escasas sombras que talvez giraron alrededor de tu ser y en cambio destacar los rayos luminosos que bordearon tu existencia.
Cuando supe de tu muerte, Fausto, a mis labios afloró la misma interrogante que pronunciara el brillante bardo nicaragüense Rubén Darío, cuando al enterarse de que José Martí, uno de los precursores del movimiento literario por aquel fundado había muerto en combate, preguntó casi en forma automática: “¿Maestro, que has hecho?”
Cuando me enteré de tu muerte, Fausto, igualmente se me ocurrió preguntar: ¿Por qué, maestro, decidiste abandonar tan de repente este complejo pero agradable mundo de los mortales?
Hasta ese momento estuve convencido de que en verdad existían muertes repentinas, quizás porque había olvidado las sentenciosas palabras de ese genio del verso español llamado Francisco Quevedo y Villegas y las cuales yacen resumidas en el siguiente cuestionamiento:
“¿Cómo puede morirse de repente quien desde que nace ve que va corriendo la vida, y lleva consigo la muerte?”
En este doloroso y triste momento, Fausto Germosén, nos encontramos aquí, no para decirte adiós, sino para expresar con solemne y esperanzador acento:
Hasta Luego Maestro. Hasta luego Maestro, te dicen tus amigos, parientes y relacionados.
Hasta luego Maestro, te dicen los profesores y alumnos del Liceo Nocturno “Tamboril”, de la Escuela “Sergio Hernández” y del Colegio “Adán Aguilar”.
Hasta luego Maestro, te dice ese ejército de estudiantes que lograste formar durante tu larga carrera docente.
Hasta luego Maestro, te dice el personal de la iglesia San Rafael, a la cual de manera desinteresada serviste por muchos años.
Hasta luego Maestro, te dice el pueblo de Tamboril.
Que tus restos gocen del descanso eterno y sean siempre iluminados por las mismas luces con las que tú supiste alumbrar las mentes oscuras de tantas generaciones de niños, adolescentes, jóvenes y adultos.
Inclinados reverentemente frente a tu cadáver, nos despedimos de ti con las mismas palabras utilizadas por Salomé Ureña para honrar la memoria del eximio pensador y educador puertorriqueño, Eugenio María de Hostos:
“Te vas, pero germinará la simiente que dejas en el surco y los frutos del porvenir se fecundarán con las sabias de tus doctrinas pedagógicas. Adiós! Cuando en las horas tranquilas que te esperan bajo otro cielo, acuda a tu memoria un pensamiento de amargura en el cual palpite el nombre de mi patria, piensa también que hay en ella corazones amigos que te recuerdan y almas agradecidas que te bendicen”»
DOMINGO CABA RAMOS
Tamboril,Stgo
22/5/1995
(Publicado en el diario La Información el 4 de junio del 1995)
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