viernes, 6 de junio de 2014

LAS EXCUSAS, ¿SE PIDEN O SE OTORGAN?



 Por: Domingo Caba Ramos.

 « Yo te pido excusa, Robert – dije al director del Archivo Histórico de Santiago, Lic. Robert Espinal - por no haber podido asistir a la puesta en circulación del libro “Minicosas de un latidesorden” (mayo, 2009), de don Román Franco Fondeur»

 Un señor, que en la oficina de aquel se encontraba presente, al escucharme, corrigió de inmediato:

 « Las excusas no se piden, se otorgan…»

 Convencido de la validez de su sabia corrección, no tuve más que responderle:

« Gracias caballero, tiene usted toda la razón, las excusas no se piden, se otorgan…»

 El protagonista de nuestra historia, no es lingüista, profesor de lengua española, ni nada que se parezca. Se trata simplemente de un humilde hombre del pueblo, muy leído talvez, que tuvo la osadía de corregir con inigualable deferencia, cortesía y sabiduría el error conceptual que en el uso de la lengua cometió el lingüista y profesor que tenía a su lado.

 ¡Cómo disfruto la sabiduría del ignorante aparente!

 Una excusa no es más que el «Motivo o pretexto que se invoca para eludir una obligación o disculpar una omisión»

 El motivo o pretexto invocado tiene como propósito justificar una falta cometida o sacar libre a alguien de la culpa que se le imputa. Siendo así, quien está obligado a conceder la excusa no es la persona a la cual se le ha faltado, sino aquella que ha incurrido en la falta.

 Y siendo así, lo válido o aceptable sería decir: “Yo quiero o debo presentarte mi excusa…” o “Yo quiero que tú me excuses…” Afirmar esto último, sería lo mismo que solicitar: “Yo quiero que tú me perdones…”. Porque como bien aclaró mi oportuno corrector:

“LA EXCUSAS NO SE PIDEN, SE OTORGAN”