lunes, 16 de agosto de 2021

¿QUÉ OCURRIÓ EN LA REPUBLICA DOMINICANA UN DÍA 16 DE AGOSTO?


 Por : Domingo Caba Ramos

Sucedió el 15 de agosto del 2018.

 Entré al aula universitaria a impartir la asignatura Lengua Española 11. Antes de iniciar mi lingüística lección, se me ocurrió preguntar: ¿Alguien desea decirme por qué es feriado y se celebra en nuestro país el 16 de agosto de cada año?

 Las respuestas brillaron por su escasez y no pudieron ser más decepcionantes, deprimentes y hasta jocosas, si se quiere.

 « - Porque ese día es que ponen en posesión a las nuevas autoridades » – me respondió el único estudiante que abrió la boca, de un total de veinticinco que en ese momento conformaban la matrícula.

 Al escuchar esto, acto seguido se activó en mi cabeza mi histórica y siempre tormentosa migraña.

 -¿Qué ocurrió un día de 16 de agosto? – insistí, casi con la misma pregunta.

 «-Un día 16 de agosto de 1829, creo, sacaron a los haitianos de aquí» - se le escuchó responder al segundo que intervino.

 Al escuchar esa segunda respuesta, para evitar que la migraña continuara elevando su nivel de molestia, dije para mí, como dicen los abogados: « No más preguntas, señor magistrado» ; y en lugar de continuar con el interrogatorio, preferí robarle unos minutos al tema gramatical de mi incumbencia para explicar lo que realmente ocurrió en el Cerro de Capotillo un día 16 de agosto de 1863, dos años después que al general Pedro Santana se le ocurriera la antipatriótica y traicionera idea de anexar nuestra república a España.

 ¿A qué se debe ese desconocimiento de nuestra historia que muestran las jóvenes generaciones de estudiantes?

 Quizás se deba a la incompetencia docente o a una de las tantas debilidades que padece actualmente la escuela dominicana. O tal vez sea el resultado de la indiferencia de los jóvenes ante todo aquello que no forme parte de su centro de interés. De unos jóvenes, muchos de los cuales, en los niveles primario y secundario, suelen afirmar aquello de que para qué insistir tanto en lo que ya pasó, en vez de concentrarse en lo que está pasando o puede pasar.

 En virtud de esa visión juvenil acerca de nuestra historia, no debe sorprender entonces el que en un concurso de belleza, Miss República Dominicana 2008, la representante de Monseñor Nouel afirmara que Juan Pablo Duarte era su personaje histórico favorito o con el cual se identificaba más «porque él nos permitió descubrir lo que es Hispanoamérica».

TRUJILLO Y EL HIMNO NACIONAL


Por: DOMINGO CABA RAMOS


«Trujillo
oficializó el Himno, lo que no pudo conseguir fue formar parte de sus versos»

 (Arístides Incháustegui)

El 30 de mayo de 1934,  hace  ya  ochenta y siete años, el entonces presidente de la República Dominicana,  Rafael Leónidas Trujillo Molina, promulgó la ley que declaró oficial el himno que treinta y siete años antes (1883) habían compuesto el laureado músico José Reyes ( 1835-1905 ) y el poeta y  maestro puertoplateño Emilio Prud - Homme (1856 - 1932).

Del Himno Nacional es muy poco lo que sabe el dominicano promedio. Pero como toda e3xpresión cultural y manifestación humana, nuestro canto a la Patria también tiene su historia:

 Compuesto en el primer semestre de 1883, se tocó y cantó por primera vez el día 17 de agosto de ese mismo año en una de las veladas patrióticas celebradas por la prensa nacional en los salones de la Logia Esperanza (Santo Domingo), para conmemorar el vigésimo aniversario de la Restauración política de la República.

Conviene aclarar, sin embargo, que este no fue el primer himno patriótico que se compuso en el país. Treinta y nueve años antes (1844), el poeta y patriota Félix María del Monte (1819 -1899), y el coronel músico Juan Bautista Alfonseca (1810 - 1875), compusieron, días después de proclamada la Independencia Nacional, el himno que nuestra historia literaria registra con el nombre de «Canción dominicana» o «Himno a la independencia»

 El himno de Félix María del Monte, contrario a lo que sucedió con el de Reyes y           Prud - Homme caló muy poco en el gusto y ánimo del pueblo, y nunca logró el reconocimiento oficial. Esto, posiblemente, se debió a que la referida pieza poética, más que dominicana, mejor puede considerársele como un canto antihaitiano y prehispánico a la vez, carente por completo de un genuino sentimiento dominicanita. Así se pone de manifiesto, por ejemplo, en el primer verso del patriótico texto, en el cual el poeta llama “españoles” a los dominicanos:

 « Al arma españoles,

volad a la lid,

tomad por divisa,

vencer o morir…»

 No ocurrió lo mismo con el himno de Prud - Homme, en cuyo primer verso el poeta emplea nuestro original e histórico gentilicio: “quisqueyano “: «Quisqueyanos valientes alcemos/nuestro canto con viva emoción…»

 En los primeros años de su creación, el Himno Nacional tuvo poca difusión. Apenas se escuchaba en la ciudad capital y sólo los días 27 de febrero y 16 de agosto de cada año.

Al decir del maestro José de Jesús Ravelo, es en 1894, año en que se celebró el cincuentenario de la Independencia Nacional, cuando realmente se inicia la popularidad del himno, debido a las muchas veces que hubo que ejecutarlo para solemnizar los diferentes actos que se desarrollaron como parte de dicha celebración.

Luego se oye en Azua, después en Puerto Plata y en el Cibao se difunde con motivo de inauguración el Ferrocarril Santiago - Puerto Plata, celebrada el 16 de agosto del 1897. En este mismo año, el Congreso Nacional resolvió declararlo oficialmente mediante ley, Himno Nacional de la República Dominicana. Para entonces gobernaba el país el general Ulises Heureaux (Lilís), el cual engavetó, en lugar de promulgar la ley, dándole así oportunidad al dictador Trujillo de consumar la oficialización definitiva del himno el día 30 de mayo de 1934, en virtud de la
Ley No. 700.

“Trujillo - apunta Arístides Incháustegui (1938 – 2017) - oficializó el Himno, lo que no pudo conseguir fue formar parte de sus versos”. Extraño comportamiento este, asumido por un gobernante que aprovechó su mandato presidencial para “trujillizar” al país, identificando con su nombre o el de algún pariente cercano, a pueblos, calles, parques, instituciones, etc. y que incluso fue capaz de modificar nuestra Constitución para cambiar el nombre de Santo Domingo, capital de la República, por el de Ciudad Trujillo.

No faltaron, naturalmente, poetas serviles que animados por el solo propósito de conseguir o mantener intacto el favor del jefe propusieron insertar el nombre de este en una de las estrofas del himno y en un verso que dijera: «Trujillo creador de la paz». A tono con esa idea, el ya citado tenor e historiador dominicano afirma que:

 “En vez, cuando algún poeta llegó tan lejos como a ofrecer, para su inclusión en el Himno Nacional: 'Trujillo creador de la paz', el pueblo que sabía que Trujillo no había creado nada (y mucho menos la paz), guardó silencio, y hasta los incondicionales de siempre prefirieron respetar ese silencio (Eme, Eme, No. 17, Pág. 95).

Con ese silencio, el Himno Nacional se convirtió en uno de los pocos valores nuestros que Trujillo respetó.