domingo, 1 de noviembre de 2009

“ME VOY TAMBORIL” O EL GRITO DE LA NOSTALGIA.


( A Jorgelaine Morel )
Por : Domingo Caba Ramos. 


En 1973, el poeta tamborileño Dagoberto López, presionado por las circunstancias, organiza su maleta y decide marcharse hacia la Villa de Manhattan, New York, dejando tras sí, el cielo, el aire y las gentes de la patria chica que lo vio nacer.

El inmenso dolor que semejante partida le produce, aparece fielmente expresado en un poema suyo titulado “Me voy Tamboril”, compuesto en junio del antes citado año, días antes de marcharse. Se trata, a mi juicio, de una de las más nostálgicas piezas poéticas escritas en la República Dominicana durante las últimas cuatro décadas.

Y es que nada produce más dolor, tristeza y desaliento que abandonar voluntaria o involuntariamente el suelo patrio donde nacimos. Como bien lo expresa el Poeta Nacional de Cuba, Nicolás Guillén, al confesar que :
 
 “No hay martirio más grande que el hondo desconsuelo,
de supirar ausente de los paternos lares,
y deshojar la rosa negra de los pesares,
bajo la indiferencia de otro mar y otro cielo”

Es entonces cuando aparece ese sentimiento de angustia, ese intimismo romántico y esos recuerdos o evocaciones del paisaje local que poetas de todas las latitudes han sabido plasmar en versos de inconfundible y desgarrador acento melancólico. Es entonces cuando saltan a la luz los más bellos poemas pletóricos de nostalgia y amor por el lar nativo, como los siguientes versos de nuestro inmenso José Joaquín Pérez, considerado como uno de “los primeros altos poetas que tuvieron las letras dominicanas” y “el supremo cantor de las emociones de los desterrados dominicanos”:

“Detrás de esas olas dejamos un mundo,
de afectos, de goce, de llanto y dolor,
y al monstruo de Ganges sorbiendo iracundo,
mil vidas de seres que son nuestro amor…”

“Me voy Tamboril” parece ser uno de esos poemas.

La composición, conviene precisarlo, vale más por el sentido sentimental que encierra que por su valor estético, el cual apenas se percibe si se lo compara con el que se aprecia en los versos de madurez escritos y publicados posteriormente por el autor en libros como ”En el idioma de tus ojos” (1999), “ Muecas al viento – Alas” (1999 ), “ La palabra como cuerpo del delito” ( 2001) y “Cantos de ámbar” ( 2007 ) Son estos textos, y no sus versos de iniciación, los que consagran como tal al inspirado bardo tamborileño.

La susodicha pieza poética se inicia anunciando con el más dramático y doloroso de los acentos:

“Se acerca la hora…
me voy Tamboril, y voy a llevarme,
las cosas pequeñas de mi vida triste,
las que llevo siempre, en lo más profundo,
de mis cicatrices”

¿Cuáles son esas pequeñas cosas que tan aferradas permanecen en el mundo interior del poe-
ta? :

”Tus cortos caminos/ tus tristes andanzas / tu nubosa gente / y su andar despacio / mis palomitas muertas / mi perro Boca Negra / mi gallinita ciega / que nunca pudo ver / la sabanita rota / de mi camita enferma / mis matitas pequeñas / de rosas carolinas...”

Pero no sólo los tristes recuerdos parecen embriagar el alma atormentada del poeta. En tanto ser irreverente, cuestionador, rebelde, contestatario y poseedor de una fina sensibilidad social, Dagoberto López arrastra o se lleva consigo la angustia y amargura de los demás, incluyendo a sus amigos ya fallecidos. Así lo expresa en líricos y descarnados versos generadores de ronchas y escozor, por cuanto los mismos entrañan una aguda crítica al sistema político – social vigente:

“Me voy pueblo mío / Y me llevo en mi alma tantas cosas tristes / mis amigos ya muertos / la anemia innoble que en tu seno vive / el sudor que limpia de los tabaqueros / la miseria incrustada en todo tu aleo / la limosna triste de los indigentes / el rancho apagado y el fogón sin leña”

Sin abandonar en ningún momento el tono crítico de su canto, el poeta confiesa que también ocuparán un espacio importante en su mente acongojada las calles inservibles de su Pajiza Aldea:

“tus calles lodosas / paridas y eternas / la Vásquez, la Sánchez / la Duarte y la Mella / la Real descalza / de huecos parida”

Y se lleva también, en el cofre de sus recuerdos, las imágenes de los personajes o tipos pintorescos, sin cuya mención o referencia resultaría imposible escribir la verdadera historia de nuestros pueblos:

“Me llevo también / tus ansias / y tus risas / al loco Cudemo / a Jampa y manolo / a Piche Pelota / a Carrao y a Trepa / esos son tus locos / Son tus alegrías / los que hoy son tristeza / de mi cruel partida”

Y como en el mundo del inconsciente en que habitan estos seres desclasados nunca faltan aquellos que alardean de sus heroicos protagonismos , el poeta expresa el deseo de que se marchen junto a él dos de los personajes que parecen haber logrado fama en ese aspecto :

“ Déjame llevarme a dos aguajeros : / a Niñito Torres / e igualmente a Jero…”

En el mundo tormentoso de sus telúricas evocaciones, no podía faltar esa “quietud municipal” a la que antes le había cantado su compueblano y eximio poeta, Tomás Hernández Franco:

Quiero también irme con tus noches quietas / con tus alborotos de lejanas grietas…”

Tampoco podía faltar el dinamismo laboral y activismo sociopolítico propios del acendrado espíritu vanguardista que caracterizó a Tamboril en la época de los doce años de gobierno que encabezó Joaquín Balaguer, particularmente durante la década del setenta. Por eso confiesa que igualmente desea marcharse: “con los estudiantes que rebeldes luchan / con el olor tibio de los panaderos / con el saborear de los cacaeros / con las mariposas y el salchichonero, / con tu pisoteado sindicato obrero / con tus margaritas y tus hijos huérfanos / con tus grandes paros en contra del lobo / con tu respetado sudor de pendejo / con tus maricones, el Pao y Gamelo”

Pero no sólo los pálpitos de la vida social de su querido municipio habrán de preñar de dolor y melancolía el alma atribulada del sensible vate que casi inicia su partida. Los elementos que conforman el paisaje natural, alrededor del cual creció y se desarrolló, también aparecen proyectados en la pantalla inapagable de sus recuerdos:

“Déjame llevarme todo lo que quiero / tu río sin agua / tu arroyo en el cerro / tus noches sin luna y tus días lluviosos / que tanto bañaron mi cuerpo de niño / con sus aguaceros. /Me llevo en fin / pueblo / tus tupidos montes...”

Y cual viajero que desde la escalinata del avión envía su último adiós al ser querido que yace en tierra, el poeta concluye su lírico canto con un grito casi desesperado:

“Me voy Tamboril.
Me voy,
pero vuelvo…”

Y aunque no de forma definitiva volvió. Cada cierto tiempo Dagoberto López regresa a su país, a su pueblo. Para dormir en su “camita enferma”, arroparse con su “sabanita rota”, echarle maíz a su “gallinita ciega”, acariciar a su “perro Boca Negra” y mojar sus “matitas pequeñas” de “rosas carolinas”. Y al poner pies en tierras dominicanas quizás no cese de repetir los románticos versos ( “La vuelta al hogar” ) escritos por José Joaquín Pérez en el buque que lo reintegraba a la patria ( 1874 ), luego de permanecer seis años de ausencia en Venezuela, desterrado por orden del presidente y dictador Buenaventura Báez :

“¡Mi dulce Ozama! Tu bardo amante,
a tus riberas torna a cantar,
y tras él deja, por ti anhelante,
lejanos climas y humilde historia,
tierna memoria,
del peregrino vuelta al hogar...”

DAGOBERTO LOPEZ, ¿QUIEN ES?

Sencillamente un ser altamente irreverente, polémico, contestatario y eterno cuestionador de sistema establecido. Sinceramente, un digno hijo de Tamboril que un día cualquiera se vio obligado a emigrar a otro país esperando encontrar allí el bienestar que el suyo le negaba. Un poeta de fino estro y provisto de plena conciencia del arte de poetizar o de su quehacer escritural. Un cultor de la palabra artística que como Pablo Neruda ha entendido que “La poesía también es un oficio” Un consagrado gestor cultural y activo representante de la diáspora dominicana en Nueva York. Un poeta sin el título del blasonero, pero con la cultura general y literaria del letrado. Un tamborileño que al llegar a Manhattan, en lugar de preguntar cómo realizar turbios negocios que lo enriquecieran económicamente, prefirió investigar dónde encontrar libros edificantes que lo nutrieran espiritualmente.

Por eso a los pocos días de su arribo a los Estados Unidos, se incorporó al trabajo cutural, comunal y político. Allí ha sido miembro activo de numerosas agrupaciones culturales y publicado varios libros y opúsculos de poesías. Entre estos : “ Poemas de islas ( 1982 ), “Brillín” ( 1986 ), “Guardatorio a mi vieja Pajiza” (1984 ), “Autodeterminación” ( 1984 ) “ Cuatro coños repetidos alumbran siempre el camino” ( 1985) , “Elegía sangrante” (1992 ), “ Tamboril – Fotografía familiar” (1996),”En el idioma de tus ojos” (1999), “ Muecas al viento – Alas” (1999 ), “ La palabra como cuerpo del delito” (Coautor- 2001) “Cantos de ámbar” ( 2007 )

En 1976 obtuvo el primer lugar en el concurso literario América Rota, organizado por el Centro de Poesía Latinoamericana de New York. En 1982 ganó el primer y tercer lugar en el IV concurso de ASEUTAM, en su pueblo natal, Tamboril. En el 2000 ganó el concurso literario organizado por la Revista Libre, E.U.

Dagoberto López es, además, miembro fundador del grupo Palabra: Expresión Cultural (PEC), el cual tiene como tarea principal difundir o promover la cultura dominicana en los Estados Unidos.