sábado, 4 de enero de 2020

CUANDO LOS REYES MAGOS PONÍAN

Por: Domingo Caba Ramos

 «Desde la puesta del sol se alzaba el cántico de los pastores en torno de las hogueras, y desde la puesta del sol, guiados por aquella otra luz que apareció inmóvil sobre una colina, caminaban los tres Santos Reyes. Jinetes en camellos blancos, iban los tres en la frescura apacible de la noche atravesando el desierto… » 

(Del texto: «La adoración de los Reyes» Ramón María Valle-Inclán (1866-1936)

 Todavía recuerdo con indescriptible emoción lo que sucedía esa noche del 5 de enero de mis años infantiles en la campestre comunidad mocana donde nací: la yerba, los dulces, las galletitas de leche y las cartas que nunca faltaban. Todo colocado en un rincón de la casa donde los Reyes Magos pudieran encontrarlos.

 «Las estrellas fulguraban en el cielo, - describe Valle Inclán - y la pedrería de las coronas reales fulguraba en sus frentes. Una brisa suave hacía flamear los recamados mantos: el de Gaspar era de púrpura de Corinto. El de Melchor era de púrpura de Tiro. El de Baltasar era de púrpura de Menfis » 

Todavía recuerdo el teatro casi perfecto que con motivo de tan histórica y significativa fecha montaba mí siempre recordada madre.

Todavía recuerdo cómo mi virgen mente infantil, preñada de tierna inocencia, recorría los expectantes senderos de la imaginación y se internaba en el divertido y siempre recreativo mundo de la la fantasía.

Todavía recuerdo la desbordada alegría de mi madre, tanta como la de los «pichones» suyos que serían favorecidos con los regalos de los Reyes.

 Esa noche, yo apenas podía dormir. Me acostaba muy temprano y muy temprano me despertaba. Otra vez me dormía y nueva vez me despertaba. Y en cada despertar, con mucho sigilo y no menos nerviosismo, exploraba con mis manos debajo de la almohada y la cama para ver si los regalos milagrosos ya habían sido depositados. Y cuando finalmente así sucedía, ya no había más sueño: todo un espectáculo se formaba en el ambiente familiar y la bulla se enseñoreaba en cada uno de los espacios de la casa.

Mi madre era la primera que solicitaba que le enseñáramos los juguetes o regalos que los Reyes nos habían dejado. Era la que más disfrutaba el momento; pero cuando la situación económica estaba muy crítica, la principal excusa materna no se hacía esperar : “Los reyes dejaron pocos juguetes, porque la lluvia y el mal estado de los caminos impidieron que los camellos transitaran muy cargados”

Por eso, contrario a los que han querido satanizar el hecho de hacerle creer al niño que eran los Reyes, y no los padres, quienes realmente ponían los juguetes, alegando supuestos resentimientos o no comprobados negativos influjos en la personalidad del infante, si muero y volviera a nacer, otra vez me gustaría vivir la misma experiencia, en el sentido de mantener la creencia de que en la madrugada del 6 de enero de cada año, tres barbudos reyes se desplazaban por los tortuosos y a veces fangosos caminos, montados en tres camellos cargados de regalos que luego de penetrar silenciosamente a la casa del niño, colocaban debajo de la cama o almohada de este el juguete que con tanta emoción había pedido y esperado.

 «Los tres Reyes Magos – continúa Inclán su descripción - cabalgaban en fila: Baltasar, el egipcio, iba delante, y su barba luenga, que descendía sobre el pecho, era a veces esparcida sobre los hombros… Cuando estuvieron a las puertas de la ciudad, arrodilláronse los camellos, y los tres Reyes se apearon y despojándose de las coronas hicieron oración sobre las arenas» 

Quienes sustentan no comprobadas tesis sicológicas, alegando que una vez consciente de la realidad, el niño puede generar frustraciones y alegar engaños por parte de los padres, quizás olvidan las palabras de M. Klein, para quien la fantasía es inconsciente y existe desde el comienzo de la vida. Olvidan talvez, que mediante la fantasía el niño reproduce por medio de imágenes cosas pasadas, lejanas o imaginarias para representar ideales en forma sensible o real. Ignoran talvez, que los niños crean y viven inmersos en un mundo de fantasías en el que impera un orden que les agrada o deleita. Un mundo que el niño lo asume como real y resulta necesario para el normal desarrollo de su equilibrio mental y emocional; pero que, desafortunadamente, los adultos no siempre respetan.

 De manera que privar al niño de su universo fantástico, así como de los seres virtuosos que lo conforman, puede serle perjudicial, por cuanto este, aparte de desarrollar su imaginación, le permite una mejor interpretación del mundo real.

Por eso hoy, ya adulto, ante la celebración del Día de los Reyes, digo y siempre diré con los versos del genial escritor y poeta español don Miguel de Unamuno (1864-1936):

 AGRANDA LA PUERTA

 «Agranda la puerta, Padre, 
 porque no puedo pasar, 
 la hiciste para los niños,
 yo he crecido, a mi pesar.

 Si no me agrandas la puerta, 
 achícame, por piedad; 
vuélveme a la edad aquella,
 en que vivir es soñar» 


viernes, 3 de enero de 2020

MI MADRE, EL BEISBOL Y LAS “CUERDAS”


Por: Domingo Caba Ramos

                                                                               Doña Librada Ramos Vda. Caba


«Dar cuerda”, según el Diccionario del español dominicano (2013:230) significa “Molestar a alguien con burlas o con lo que se sabe que no le gusta”. Y como correlato «Coger cuerda”, en la variante dialectal dominicana, equivale a “Enfadarse o enojarse” Pero más allá de la simple intención de molestar, la acción de “dar cuerda”, en ocasiones, debe percibirse como una forma de expresar afectos y reafirmar las relaciones interpersonales. Es lo que sucede, por ejemplo, en el ámbito deportivo y, de manera muy especial, en el mundo beisbolístico.

¿Qué significa eso?

Sencillamente que si bien en algunos casos la víctima de la molestia puede ser alguien ajeno a muestro mundo íntimo, casi siempre se les “da cuerda” a los seres que apreciamos y son dignos de nuestra confianza. Por esta razón, la “cuerda” debe ser contundente, pero prudente; picante, pero respetuosa. Debe producir llagas en el espíritu, pero no grietas en las relaciones humanas. En fin, una cortante, incisiva y bien calculada cuerda debe en todo momento unir, no dividir.

¿Qué quiere decir esto último?

Sencillamente que una “cuerda” cortés, social y deportivamente programada no debe haber espacio para el insulto, la grosería y la ofensa personal.

Nunca olvido al respecto, a mi fenecida, adorada y siempre recordada madre, doña Librada. En tiempos de béisbol, en el arte de “dar cuerda”, nadie la superaba. Burlona e irónica como la que más, sus cuerdas le encantaba darlas por escrito y vía telefónica; pero especialmente a través de unos versos que improvisaba para cada ocasión, y que necias ronchas producían en el ánimo de sus apreciados compadres, vecinos, amigos, parientes y relacionados.

Escogidita mil por mil, cuando su equipo ganaba, nadie soportaba el peso irónico de sus versos ni el eco reiterado de su sarcástica o burlona carcajada. Sin embargo, todos valoraban en ella el carácter integracionista o de alta camaradería que le imprimía a sus “cuerdas”, tanto que bien puede afirmarse que mi madre gozaba igual dando la “cuerda”, cuando el Escogido ganaba como recibiéndola, cuando perdía. Creo que en ese aspecto, como en otros tantos, orgullosamente nos parecemos bastante.

martes, 31 de diciembre de 2019

AÑO NUEVO: SUEÑOS Vs. REALIDAD


Por: Domingo Caba Ramos

Cada vez que un Año Nuevo se acerca, múltiples sueños pueblan nuestras mentes. Todas nuestras expectativas, aspiraciones, ilusiones o deseos no satisfechos en el año que se va, se materializan de manera espectacular en ese momento, cuando dormimos, en que, al decir de uno de mis maestros de Sicología, « se sueltan las amarras del ¨súper yo¨». Por esa razón, una noche de la semana que casi comienza fui asaltado por una tanda de interminables, bellos y agradables sueños.

Y soñé…

Soñé que nuestro país era el más seguro del mundo, tanto que los robos, los atracos y las violaciones sexuales brillaban por su ausencia.

Soñé que nuestro Código Procesal Penal aumentaba de veinte a treinta años la pena máxima en caso de violación sexual y, adicionalmente, la castración sexual cuando esa violación se ejecute en forma agravada o en contra de personas indefensas (niños, ancianos y discapacitados)

Soñé que en el año 2019, en nuestro país no se había producido ni un solo caso de feminicidio.

Soñé que nuestro Código Procesal Penal había sido reformado para aumentar la pena máxima a cincuenta años de prisión como castigo en contra de todo aquel que cometa la falta de matar a una mujer por motivos pasionales.

Soñé que en la República Dominicana se había producido una verdadera revolución educativa.

Soñé que en el famoso Informe Pisa la República Dominicana ocupaba el primer lugar entre los setenta y dos (72) países que fueron evaluados en ciencia, matemáticas y comprensión lectora.

Soñé que el maestro dominicano era el que disfrutaba de mejores salarios y condiciones de trabajo en América; pero a su vez, el que más formación tenía, más leía, más se actualizaba, más investigaba, más cumplía con su trabajo y con mayor pasión o entrega ejercía su oficio.

Soñé que en relación con la alta calidad de los servicios de salud y educación que el Estado brinda a la ciudadanía, nuestro país ocupa el primer lugar en el mundo.

Soñé que la República Dominicana es el único país de América donde en los últimos veintiún años no se registra un solo caso de impunidad y corrupción administrativa en las instituciones estatales.

El eco plañidero de un perro vagabundo me despertó y provocó que de manera repentina se interrumpieran todos mis sueños; mas acto seguido me dormí de nuevo.

Y volví a soñar...

Esta vez soñé que cada médico que labora en un hospital estaba recibiendo el salario que merece y cumpliendo puntualmente con su horario de entrada y salida en el puesto que desempeña.

Soñé que todos los hospitales de nuestro país contaban con los equipos y medicamentos requeridos para brindar un buen servicio de salud.

Soñé que el gas propano se vendía a cuarenta pesos el galón y a cien pesos el de gasolina.

Soñé que en nuestro país la ley es igual para todos, esto es, se aplica sin tomar en cuenta rangos y poder político o económico.

Soñé que nuestras autoridades civiles, militares y policiales nunca amparan ni reciben sobornos de narcotraficantes y demás criminales.

Soñé, en fin, que la tasa de desempleo en nuestro país bordeaba el 0%, razón por la cual no existe un solo profesional recién graduado en las universidades nuestras que no cuente con un trabajo digno y seguro.

Los ladridos persistentes del vagabundo y parrandero perro, de nuevo me despertaron y esta vez ya no pude recobrar mis casi cinematográficas tandas de sueños, poniéndome así, frente a frente con la amarga realidad. Fue entonces cuando recordé los versos del poeta:

« LOS SUEÑOS, SUEÑOS SON…»