Cuando duerme, mi chiquita parece un ángel, y la ternura que irradia su rostro infantil alcanza su máxima expresión.
Cuando sonríe, de su angelical carita parece emanar una luz que ilumina cada uno de los espacios insondables de mi mundo mental.
Cuando ríe, el eco jubiloso y cuasi sinfónico de su risa embriagante impacta todo mi cuerpo, esparciendo mi mente y fortificando mi espíritu.
Cuando postrada en su cuna, risueñamente abre y blande sus frágiles bracitos pidiéndome que la cargue o arrulle en mis brazos, una emoción incontenible, casi volcánica, invade todo mi ser.
Cuando escucho sus tenues gorjeos, sus melódicos balbuceos, sus sonoros y muy recreativos “aaaaaaaaaaaa”, sus tiernos “tatatata”, “papapapa” y otros jugueteos prelinguísticos, confieso que me resulta imposible describir la emoción que siento en ese momento.
Ella es Nicol María : la ternura encarnada en un frágil y pequeño cuerpo de niña.
Ella es Nicol : “Mi pequeño manojito de ternura”.
Ella es Nicol : una flor que llora y un diamante que respira.
No hay comentarios:
Publicar un comentario