Por: Domingo Caba Ramos.
"Los espíritus mediocres suelen condenar todo aquello que está fuera de su alcance..." (François de la Rochefoucauld)
En término individual considerada, José Ingenieros, en su famosa obra " EL HOMBRE MEDIOCRE", plantea que " la mediocridad podrá definirse como una ausencia de características personales que permitan distinguir al individuo en su sociedad "
El mediocre es un ser de mente estrecha y merced a esa cortedad mental, es incapaz de concebir profundos o dilatados pensamientos. “En el verdadero hombre mediocre - afirma Ingenieros - la cabeza es un simple adorno". La mentira constituye su princiapal y más codiciado instrumento de trabajo. Como bien escribió Anselm Feurbach :"El hombre mediocre siempre pesa bien, pero su balanza es falsa"
Al autoconcebirse chiquitos, los espíritus mediocres apelan a las más perversas acciones para llenar el vacío interior o construir la grandeza social, moral, intelectual y espiritual que sienten les hace falta. Por esa razón, el ser mediocre es, por naturaleza, hipócrita, simulador, vanidoso, pedante, altanero, envidioso, intolerante, inseguro, desconfiado, manipulador, servil y, por todo ello, peligroso.
Para los mediocres, la verdad es sólo su verdad. En tanto seres inseguros, piensan siempre que están al borde del abismo o a punto de sucumbir, y por eso en todo momento operan a la defensiva enfrentando todo tipo protagonismo ajeno. El triunfo de los demás les produce náuseas y una inmensa alegría la derrota ajena.
Como carecen de personalidad propia, adaptan su conducta al medio o situación que le interesa. De ahí que sus actitudes suelen ser siempre teatrales, simuladas o artificiales. Y quien no sea capaz de conocer o descifrar las reales intenciones de sus histriónicas ejecutorias, posiblemente termine atrapado en sus garras venenosas.
jueves, 1 de mayo de 2014
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