Por: Domingo Caba Ramos
”Todavía
hay grupos de personas que no respetan el toque de queda”
(Diario
Libre )
Siempre he condenado
de manera contundente la conducta del policía que valiéndose de la autoridad
que el cargo y el uniforme le confieren maltrata o reprime a la población
civil; pero del mismo modo también rechazo el comportamiento del ciudadano que
irrespeta y desafía a la autoridad policial, muy especialmente en los momentos
en que esta trata de imponer el orden o hacer cumplir la ley en bien de los
demás. Afirmo esto, porque de repente ha surgido en nuestro país, especialmente
en nuestros barrios populares, una generación de hombres y mujeres, especie de “comehombres”, para los cuales parecen no existir
normas o leyes, y quienes lucen estar muy convencidos de que ellos
están por encima del bien y del mal.
Para esas “fieras” no enjauladas, una patrulla policial no es más que
un grupo de muñecos a quienes se puede agredir o desafiar como si nada, y cuya
autoridad se irrespeta de manera olímpica. Y todo con el cómplice silencio del Comité Dominicano de los Derechos Humanos.
Para esos “amos de las calles “no existe estado emergencia, ni toque
de queda, como ahora está oficialmente establecido en la República Dominicana. De
ahí que después de la hora (8p.m.) en que se inicia dicho toque de queda, los
veamos muy tranquilos en la vía pública, y si los agentes del orden intentan
someterlos, acto seguido se rebelan contra estos.
¿Qué hacer
entonces en una situación de emergencia nacional?
Sencillamente,
ejercer la autoridad. No importa contra quien o de quien se trate. La autoridad
es la autoridad y jamás debe negociarse. La decencia y la prudencia policial
deben tener límites.
A un
ciudadano rebelde, indisciplinado y agresivo no siempre se le puede ofrecer un
trato cariñoso o cortés, cuando el efecto de su irracional y mal educada
conducta perjudica a la mayoría. Con esos COMEHOMBRES de nuestros barrios, en
un estado de emergencia o peligro nacional, hay ser duros, implacables. Hay que
someterlos por la vía que sea.
¿Por qué en países como los Estados Unidos, ningún
civil se atreve, ni siquiera en situaciones normales, a rebelarse, desafiar o
agredir a un agente policial?
Sencillamente,
porque sabe lo que le espera.
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