Por: Domingo Caba Ramos
En el uso y enseñanza de la lengua española
son diversos los falsos conceptos o mitos gramaticales que cada cierto tiempo
se crean y difunden. Y es tal la magnitud o reiteración de su difusión, que no
obstante su esencia falaz, los hablantes los asumen y defienden como si se
tratara de verdades incuestionables. Alcanzan, de esa manera, la categoría de auténticos
o verdaderos mitos.
Entre los más comunes y divulgados mitos
gramaticales merecen citarse los siguientes:
a)
«El acento destruye el diptongo»
b)
«Las letras mayúsculas no se acentúan»
c)
«La palabra
‘etcétera’ ya no se usa, sino ‘entre otros’»
d)
«La z debe pronunciarse diferente a la s »
e)
«No se debe
decir ‘primeramente’, porque no existe ‘segundamente’, ‘terceramente’, etc.»
Son falsos o carentes de soportes
lingüísticos los juicios precedentes porque:
1. El diptongo nunca se destruye. En palabras
como ‘María’ y ‘Raúl’, por ejemplos, nunca ha existido diptongo, sino hiato. Y
en virtud de este planteo, a todas luces carece de pertinencia lingüística
alegar que las tildes presentes en dichos nombres destruyeron el diptongo;
sencillamente porque no se puede destruir lo que no existe.
2. El empleo de las mayúsculas no exime de
marcar la tilde siempre que así lo establezcan las reglas generales de
acentuación. Nunca han existido reglas gramaticales que establezcan que las
letras mayúsculas no deben llevar tildes
3. Es incierto que la palabra etcétera ya no
se usa o fue excluida del repertorio léxico del mundo hispanohablante. Tanto la
voz ‘etcétera’ como la construcción léxica ‘entre otros’ se emplean para cerrar
enumeraciones inconclusas, como bien lo establece el Diccionario Panhispánico de dudas (2005), de la Asociación de Academias
de la Lengua Española : « Procedente de la expresión latina ‘et
caetera’, se usa siempre para cerrar enumeraciones incompletas. En la escritura
va siempre precedida de una coma y se emplea frecuentemente en forma abreviada»
(Pág. 279)
4. Una de las características del español de
América es el SESEO, fenómeno lingüístico que consiste en pronunciar como s la
z y la c, esta última ante las vocales e, i, (ciguapa – ceguera. Tales letras
representan el mismo fonema (el fonema /s/), razón por la cual no debe
establecerse entre ellas distinción fonética. De ahí que la sílaba za, en la palabra zapato, deba
pronunciarse igual que la sílaba sa,
en la palabra sapo. O, lo que es lo mismo, en Hispanoamérica se escribirá
“zapato”, pero se pronunciará siempre “sapato”.Sencillamente, en el mundo
hispanohablante la z nunca debe pronunciarse. O como bien nos decía, en mis
años de estudios universitarios, uno de los más brillantes maestros que tuve en
la UASD: «El hispanohablante que mete la
“z” en la pronunciación, también mete la pata»
5. En cuanto a la voz “primeramente”, se
plantea el mismo mito o falso concepto, lamentablemente repetido y difundido
hasta por profesores de lengua española. Se trata, “primeramente”, de una voz que en
el Diccionario de
la Real Academia Española (DRAE) se registra como adverbio de tiempo o de
orden. En este texto se consignan también los términos “segundamente, terceramente y cuartamente”;
pero se aclara que están en desuso.
Como adverbio de tiempo, “primeramente” significa “previamente, anticipadamente, antes de todo”, y
con este valor tiene como correlatos o términos alternativos los adverbios “últimamente” y “finalmente”. Esto
significa que la acción que no se realizó primeramente, fue porque se ejecutó últimamente o finalmente:
«Tan pronto llegamos al
campo “primeramente” fuimos a la casa de nuestros abuelos».
Como adverbio de orden, se
utiliza para introducir el primer elemento de una enumeración o de una serie
discursiva. Sus correspondientes correlatos son: en primer lugar, en segundo lugar, en tercer lugar, etc.:
«Ellos,
"primeramente" analizaron las causas del desastre; luego, estudiaron
los efectos; finalmente, emitieron las conclusiones»
En ocasiones, el adverbio “primeramente”
puede presentarse como único elemento, sin correlato, para resaltar la
importancia del segmento que aparece a continuación:
«Yo creo que tú, antes de
hablar, “primeramente" conviene que investigue sobre el tema».
En este caso, "primeramente" se usa
con el significado de “principalmente”,
y como puede apreciarse, no introduce el primer miembro de una enumeración ni
funciona como nexo entre las distintas partes que conforman el texto.
En conclusión, todo lo antes
expuesto es más que ilustrativo para reiterar que se trata de un falso concepto
o mito gramatical el tan propalado argumento de que no debemos decir
"primeramente" porque no existe "segundamente”, "terceramente", etc.
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