LA GRANDEZA DE JUAN PABLO DUARTE
« La política no es una especulación; es la ciencia más pura y la más digna, después de la Filosofía, de ocupar la inteligencia notable»
(JUAN PABLO DUARTE)
Febrero es el mes de la Patria. Y hablar de la patria dominicana es recordar necesariamente a su ilustre libertador. Es evocar la figura insigne del patricio Juan Pablo Duarte.
Es mucho lo que se ha escrito y escribirá acerca de la grandeza heroica o estatura patriótica de este digno dominicano. Son muchos los hechos que en ese sentido registra nuestra historia. Hechos, en cada uno de los cuales late el fervor patriótico, entrega, desprendimiento y ausencia de protagonismo. Hechos en los que se pone de manifiesto cómo en la mente del fundador de la República sólo un interés tenía cabida: el destino, la felicidad y el progreso del pueblo dominicano. Veamos sólo algunas de esas acciones:
Estando en el exilio, y no habiendo recursos que hicieran posible la continuación de la lucha en pos de la independencia, envió una carta a su madre y familiares solicitándoles a estos la venta de los bienes heredados de su padre para comprar armas y pertrechos con miras a ser utilizados a favor de la causa independentista. «El único medio que encuentro para reunirme con ustedes es independizar la Patria. Para conseguirlo es necesitan recursos, recursos supremos, y cuyos recursos son, que ustedes de mancomún conmigo y nuestro hermano Vicente ofrendemos en aras de la Patria lo que a costa del amor y trabajo de nuestro padre hemos heredado…»
En dos oportunidades rechazó la presidencia de la República que notables ciudadanos de Santiago y Puerto Planta le ofertaron mediante proclama pública. En el primer caso, el 4 de julio de 1844, duarte, institucionalista como siempre, rechazó tan alta y prestigiosa posición por entender que la forma como se quería elevarle hasta allí violentaba por completo el espíritu de la ley. Estas fueron sus palabras ala respecto:
« Yo no aceptaría ese honor sino en el caso de que se celebraran elecciones libres y que la mayoría de mis compatriotas, sin presión de ninguna índole, me eligiera para tan alto cargo…»
Y en Puerto Plata, cuatro días después, rechazó de nuevo el cargo argumentando que:
« Me habéis dado una prueba de vuestro amor, y mi corazón reconocido debe dárosla de gratitud. Ella es ardiente como los votos que formulo por su felicidad. Sed felices, hijos de Puerto Plata,y mi corazón estará satisfecho, aun exonerado del mando que queréis que obtenga; pero sed justos lo primero, si quréis ser felices, pues ese es el primer deber del hombre;y sed unidos,y así apagaréis la tea de la discordia, y venceréis a vuestros enemigos,y la patria será libre y salva,y vuestros votos serán cumplidos, y yo obtendré la mayor recompensa,la única a que aspiro:la de veros libres,felicies,independiente y tranquilos…»
Una vez proclamada la independencia, se constituyó una junta de gobierno, la Junta Central Gubernativa, la cual tendría como finalidad organizar y dirigir los destinos del país hasta tanto se celebraran elecciones libres. Duarte, no obstante sobrarle méritos para presidir el citado gobierno provisional, fue designado como simple vocal, en tanto que Tomás Bobadilla, el mismo que no creía en la lucha de los trinitarios, se le nombró presidente. El patricio, sin embargo, aceptó resignadamente el secundario cargo.
El 21 de marzo de 1844, la Junta Central Gubernativa lo designa jefe de una división que debía dirigirse al sur de nuestro país a combatir las fuerzas haitianas comandadas por el Riviere Herard. De regreso a la capital dio a conocer un informe en el que rendía cuentas para justificar un gasto de 173 pesos de mil que se le habían entregado, y devolvió al Estado los 827 pesos restantes. Vale resaltar que al recibir ese dinero no se entregó recibo ni tampoco se le exigió que debía rendir la cuenta referida.
La noche del 10 de agosto de 1844 Duarte, junto a otros patriotas, abandona el país, desterrado y acusado por Pedro Santana de traidores de la Patria. En su poema “ Romance”, conformado por versos de indiscutible acento intimista, nuestro Padre de la Patria funde su yo en el ellos, describiendo así tan aciago acontecimiento en tercera persona del plural, como si se tratara de un simple testigo del hecho relatado y no el principal protagonista de la innoble medida ejecutada por el tirano presidente :
« Ellos que al nombre de Dios,
patria y libertad se alzaran,
ellos que al pueblo le dieron,
la independencia anhelada,
anzados fueron del suelo,
por cuya dicha lucharan…»
Compare las acciones antes referidas, simples muestras de las tantas ejecutadas por el patricio en vida, con las llevadas a cabo por los políticos que nos han gobernado, gobiernan o desean regir los destinos de República Dominicana, y entonces usted se convencerá de una vez y para siempre que ningún otro dominicano ha podido igualar en grandeza moral, heroica y patriótica al padre de nuestra independencia.
2/6/2007
miércoles, 15 de abril de 2009
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