domingo, 27 de marzo de 2022

DE NUESTRA LENGUA FÁUNICA Y VEGETARIANA

Por: Domingo Caba Ramos.

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 Pienso que a pesar de lo mucho que en la República Dominicana  hemos avanzado en el orden material, científico y tecnológico, nuestro país continúa siendo una aldea.

 Pienso que a pesar de contar con medios, servicios e infraestructuras característicos de las grandes urbes (Metro, red de internet, imponentes torres arquitectónicas, gran cantidad de publicaciones periódicas y canales de televisión, etc.), y de ser el nuestro uno de los países de América con más universidades y el primero en usar teléfonos celulares (1987), la conducta y creencias del dominicano promedio están matizadas por visibles rasgos rurales o aldeanos.

 Pienso, finalmente, que en la nación dominicana, hasta el más desarrollado de nuestros grandes centros urbanos, bien podríamos considerarlo, con las palabras de don Héctor Inchaustegui Cabral, como una “Ciudad Rural”. Tal vez sea esta una de las principales razones que conducen a los hablantes dominicanos a denominar su realidad, valiéndose de comparaciones mediante el uso de imágenes, símiles y metáforas lexicalizadas que aluden al mundo animal y vegetal.

 A muchas de esas construcciones figuradas de metafórica esencia, vale confesarlo, no les encontramos explicación o coherencia lógica desde el punto de vista semántico; pero independientemente de esto, lo cierto es que tales formas expresivas forman parte de nuestro repertorio lexicosemático, razón por la cual los dominicoparlantes, sin exceptuar niveles socioculturales, las utilizamos en nuestra diaria conversación. El español dominicano lo describimos, en tal virtud, como lengua fáunica, zoológica, botánica o vegetariana. Algunos ejemplos valdrían a modo de ilustración.

 Una acción ejecutada con celeridad o prontitud es, en nuestro país, un acto realizado «en lo que dicen berenjena».  (Y a propósito de berenjena, resulta extraño y un tanto curioso que esta palabra, formada por cuatro sílabas, sea empleada como símbolo de rapidez, a sabiendas de que existen otras que por estar constituidas por una o dos sílabas se pronuncian mucho más rápido)

 _« Ya no te quiero, por tanto, me importa un “pepino” lo que hagas con tu vida…»… - le dice Andrómeda a su esposo Bernabé. (No sé por qué siempre tiene que ser un pepino lo que nunca importa, y no un melón, un limón, un tomate, etc.)

 Incurrir en sacrificios en pos de la supervivencia es lo mismo que «guayar la “yuca”». Ser dichoso es «nacer como la “auyama” ». Una mujer bella y elegante es un “tronco” de hembra. Sorprender en una acción a quien procede en forma inadvertida es atraparlo «asando “batata”». Molestarse o ser afectado por un sentimiento de intensa ira es ponerse como un “ají” o «rojo como un “tomate”», en tanto que desplomarse al suelo de repente es caerse como una “guanábana”.

   El más antiguo miembro de una institución, más que un ser humano es un « viejo “roble”». Del anciano que luce fuerte y vigoroso, se dirá que está «como un “campeche”», en tanto que se denominará “ñame” a todo ser racional que en su comportamiento muestre signos de torpeza y brutalidad. (Tampoco entiendo por qué se insiste en presentar a nuestro jugoso ñame tropical como símbolo de torpeza, brutalidad y falta de inteligencia) 

 Contestarle firmemente a alguien, destacando las razones y verdades que este no desearía escuchar es, sencillamente, mandarlo a freír “tuzas”.  Enfrentar un problema en forma superficial equivale a  tratarlo por la “rama”.  Y para resaltar la imposibilidad de superar el problema de conducta no corregido en la infancia, el botánico refrán no se hace esperar: «Árbol que nace torcido jamás sus ramas endereza»                                                                               

Cuando se encuentre en círculos de amigos, sin importar, vale reiterarlo, su nivel sociocultural, preste mucha atención a las intervenciones de cada uno y posiblemente escuchará comentarios como las siguientes:

 -« ¡Diablo, qué “vaina”…!», mientras los funcionarios están en las ‘papas’, el pueblo sigue guayando la ‘yuca…’”

 -«Al senador W. G. se le ha puesto la “piña” agria. Están pagando diez millones por su cabeza y un general acaba de demandarlo por difamación. La verdad es que ese tipo no es “manguito” ni mucho menos un “maíz”; pues para echarle la “cuaba” o acusar al gobernador, al fiscal y al comandante policial de proteger a los narcotraficantes en esta zona, hay que ser muy valiente. Los acusados no son “chivitos” jarto e “jobos”… »

  -«No me desprecies y olvides que de cualquier “yagua” vieja sale tremendo “alacrán”»

 -«Pensé – dice Rufo, el Bichán – que la novia de mi amigo Eustaquio era otra cosa; pero es un “fleco” viejo »

 Y para indicar que una realidad, aunque desafortunada o desagradable, tenemos que aceptarla y adaptarnos a ella, la frase utilizada no podía ser menos vegetariana y folklórica:

«El “tabaco” es fuerte, pero hay que fumárselo…»

 

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