sábado, 13 de febrero de 2016

PREMIACIÓN, INVERSIÓN DE VALORES Y DEGRADACIÓN MORAL

 Por: Domingo Caba Ramos.

 Entre los jóvenes que fueron galardonados con el “Premio Nacional de la Juventud 2016», concedido por el Ministerio de la Juventud, se encuentra un popular reguetonero que a través de las letras de lo que aparentemente canta, promueve la violencia y los antivalores.

 En una nota periodística se lee, al respecto, que:

 "El artista urbano Mozart la Para fue reconocido durante la ceremonia de entrega del “Premio a la Excelencia Juvenil Juan Pablo Duarte 2016”, realizado en el Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano"

 Se trata, el reguetonero reconocido, de la misma persona que en el pasado reciente salió en defensa de otro cultor de la llamada "música urbana", cuando este fue condenado a limpiar la Plaza de la Bandera por haber injuriado públicamente a los padres de la patria; y el mismo que se exhibe en un video clips con dos pistolas cruzadas en la frente

 ¿Es eso excelencia juvenil? ¡Hasta dónde vamos a llegar! ¡Cómo se han invertido los valores!

 ¡Cómo es posible que a un supuesto cantante cuyo papel, igual que los demás cultivadores del “urbanismo” musical, consiste en contaminar las mentes de los jóvenes con las porquerías que emanan del vertedero de su seudoartística y letrinesca garganta, lo distingan nada y nada menos que con el Premio Nacional de la Juventud!

 ¿Cuáles fueron los criterios que sustentaron tal distinción? ¿Cuáles los méritos que posee este señor? ¿Cuáles son sus aportes extraordinarios en bien de la sociedad dominicana en general y de la juventud en particular?

 Lo que sí todos sabemos es que con su otorgamiento se puso de manifiesto cómo la inversión de valores y la degradación moral corroen cada vez más los cimientos éticos de la sociedad dominicana. Esa línea de pensamiento recomienda aupar, resaltar las sombras o todo aquello que no sirve, y marginar o ignorar las luces o todo aquello que posea valor.

 Con la concesión de este polémico premio a un ser moralmente degradado, no se sabe quién demostró mayor nivel de degradación, si el tipo que inmerecidamente lo recibió o el ministerio que de manera inexplicable y populacheramente lo concedió.

 ¿Es que no había otro joven verdaderamente valioso a quien pudo habérsele concedido tan importante galardón?

 Parece que no y, por tal razón, le correspondió a este extraño señor La Para aparar el premio que con el nombre del fundador de la República Dominicana debió aparar otro representante juvenil que realmente lo mereciera o que estuviera provisto de las debidas credenciales sociales, humanas y morales para tal fin.

 Conviene precisar que cuando un ministerio o dependencia del Estado distingue a un joven, otorgándole un trofeo, placa o pergamino de reconocimiento, el mensaje que a todos los integrantes de su generación se les envía es que a ese joven se le reconoció por su ejemplar comportamiento social y ser un modelo digno de ser imitado.

 ¿Es el reguetonero galardonado por el Ministerio de la Juventud un modelo seguir?

 Pienso que la memoria de Duarte se respeta. Jamás imaginé que un premio que llevara su nombre podrían otorgárselo nada más y nada menos que a un ídolo de barro, carente por completo de respeto, nivel y prestigio social, vale decir, a un genuino y auténtico exponente de las más bajas o cloacales enseñanzas.

 “Para muestra, basta un botón”, reza nuestro muy conocido refrán. Lea solo algunas de las ideas que musicalmente difunde quien para el Ministerio de la Juventud es un “Joven Excelente”:

 «Ando armao, bebió y con cuarto…,
 en el cielo manda Dios, 
 en la iglesia manda el padre,
  en mujeres mando yo,
  y en mi guee!!! (vo),
 no manda nadie»

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