domingo, 25 de mayo de 2025

UN HIMNO A LAS MADRES POCO CONOCIDO EN NUESTRO PAÍS

Por : Domingo Caba Ramos

Cuando se habla del Himno a las madres, acto seguido aflora a nuestra mente el compuesto por doña Trina de Moya (1863 -1941) : «Venid los moradores…». Se trata este de unos de los himnos más bellos y de mayor hondura lírica que se ha compuesto en la literatura dominicana. Sin embargo, existe otro himno dedicado a ese ser grandioso que muy pocos dominicanos y estudiantes de la nueva generación conocen. Me refiero al compuesto por Ramón Emilio Jiménez (1886 -1970), autor de los famosos cantos patrióticos contenidos en su muy citado libro La patria en la canción (1933).
Se trata de un canto que, si bien no entraña la misma belleza e intensidad sentimental del de Trina de Moya, en su contenido profundo late ese sentimiento de amor y respeto a la madre. Y acerca de esta, el poeta también describe su amor, ternura, dulzura, heroísmo y el sacrificio de que ella es capaz para conducir a sus hijos por las rutas del bien y del progreso, no solo personal, sino social.
Recuerdo que cuando yo ejercía como director de escuela pública, en los actos que organizábamos con motivo del Día de las madres, uno y otro himno eran cantados con mucha emoción por los alumnos. No sé si este día, así como las fechas patrias, todavía se celebran en la escuela dominicana. Las letras del himno que hasta aquí he comentado son las siguientes
HIMNO A LAS MADRES
Letras : Ramón Emilio Jiménez
«Son para cantarte, madre generosa
pálidas las voces, débil la expresión
no ha dado la tierra vida más heroica:
no eres criatura, eres creación.
El sol en tus ojos, repartido el orbe,
en las dos mitades de tu pecho en flor;
la miel de tus labios que la dicha absorbe,
la tierra en tus brazos, el cielo en tu amor.
En tus heroísmos has sacrificado,
para que nos baje del cielo la luz,
tu amoroso pecho divino, elevado,
en tus mismos abrazos abiertos en cruz»
Eres la piadosa sombra en el camino
por donde viajamos de la dicha en pos,
lucero en la noche de nuestro destino,
puente de esperanzas entre el mundo y Dios»

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