Por: Domingo Caba Ramos
«Si lo que usted va a decir no es más hermoso que el silencio, entonces cállese»
(Proverbio chino)
Me encantan los silencios inteligentes.
Me encantan esos silencios que están repletos de palabras sin sonidos.
Me encanta callar cuando nada importante tengo que decir o cuando entiendo que no vale la pena hablar.
Me encanta no responderle a quien no merece mi respuesta.
No merece respuesta quien de manera baja, irrespetuosa y perversa trata de dañar la imagen del otro.
No merece respuesta quien en el debate de las ideas insulta, ofende y se comporta de manera grosera, en vez de convencer con el argumento veraz, sólido y respetuoso.
En la confrontación de ideas, no debe respondérsele al ser que por su terco y encumbrado narcisismo está programado mentalmente solo para convencer, no para que lo convenzan.
Y cuando se trata de declaraciones públicas o privadas opuestas a las nuestras, debemos solo responderlas si quien las emitió lo hizo con el debido respeto, y si contaba con el nivel y la autorización para emitirlas. De lo contrario, el silencio constituye la mejor respuesta o arma discursiva.
Nunca olvidar que responder prestigia grandemente a la persona a la cual se le responde. Por tanto, siempre debemos ser altamente selectivos en el momento de responder la contraargumentación o el juicio contradictorio de alguien. Y cuando al emisor del juicio injurioso decidamos responderle, sin baja nunca el nivel, nuestra respuesta debe ser firme, fundamentada y contundente.
En fin, no todo aquel que verbalmente nos enfrente, debe merecer nuestra respuesta.
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