(A Jorgelaine Morel: la nobleza oculta tras un nombre de mujer)
Por: Domingo Caba Ramos
«Llegar a tierra extranjera,
sin idea alguna ilusoria,
sin porvenir y sin gloria,
sin penates ni bandera»
(Juan Pablo Duarte)
En 1973, el poeta tamborileño Dagoberto López (1955), presionado tal vez por las circunstancias y el imperio de sus sueños, organiza su maleta y decide marcharse hacia la Villa de Manhattan, New York, dejando tras sí, el cielo, el aire y las gentes de la patria chica que lo vio nacer.
El inmenso dolor que semejante partida le produce, aparece fielmente plasmado
en un poema suyo titulado “Me voy Tamboril” (1973) , compuesto
el 17 de julio del antes citado año,
días antes de marcharse. Se trata, a nuestro juicio, de una de las más
nostálgicas piezas poéticas escritas en la República Dominicana durante las
últimas décadas. Composición que, vale resaltarlo, tuvo como precedentes
luminosos, entre otras, dos obras maestras en el género de la llamada “literatura de la nostalgia” : “ La vuelta al Hogar” ( 1874 ) , de José
Joaquín Pérez(1845-1900), en poesía; y “
Ahora que vuelvo Ton (1968)”, de
René del Risco y Bermúdez (1937-1972), en el género narrativo.
Y es que nada produce más
dolor, tristeza y desaliento que abandonar, voluntaria o involuntariamente, el
suelo patrio donde nacimos. Como bien lo expresa el Poeta Nacional de Cuba,
Nicolás Guillén(1902-1989), al
confesar que :
«No hay martirio más grande que el hondo desconsuelo,
de suspirar ausente de los paternos
lares,
y deshojar la rosa negra de los
pesares,
bajo la indiferencia de otro mar y
otro cielo.
Oír voces extrañas que nunca ha escuchado,
no encontrar un amigo, ni hallar una alegría,
y sentirse embriagado de esa melancolía,
que al recordarse dejan los tiempos que han
pasado…»
(Páginas vueltas, 1982:30)
Es entonces cuando aparece ese sentimiento de angustia, ese intimismo romántico
y esos recuerdos o evocaciones del paisaje local que poetas de todas las
latitudes han sabido plasmar en versos de inconfundible y desgarrador acento melancólico.
Es entonces cuando saltan a la luz los más bellos poemas pletóricos de
nostalgia y amor por el lar nativo, como los siguientes versos del inmenso José
Joaquín Pérez ,considerado como uno de “los
primeros altos poetas que tuvieron las letras dominicanas” y “el supremo cantor de las emociones de los
desterrados dominicanos”:
“Detrás
de esas olas dejamos un mundo,
de afectos, de goce, de llanto y
dolor,
y al monstruo de Ganges sorbiendo
iracundo,
mil vidas de seres que son nuestro
amor…”
“Me
voy Tamboril” parece ser uno de esos poemas.
La composición, conviene precisarlo, vale más por la esencia telúrica y
sentimental que entrañan sus versos que por su valor estético, el cual apenas
se percibe si se lo compara con el que se aprecia en los versos de madurez
escritos y publicados posteriormente por el autor en otros de sus libros como ”En el idioma de tus ojos” (1999),
“ Muecas al viento – Alas” (1999 ),
“ La palabra como cuerpo del delito”
( 2001) y “Cantos de
ámbar” ( 2007 ). Son estos textos, y no sus versos de iniciación,
los que consagran como tal al inspirado bardo nativo de la llamada Pajiza Aldea ( Tamboril )
La susodicha pieza poética se inicia anunciando con el más dramático y doloroso
de los acentos:
“Se acerca la hora…
me voy Tamboril, y voy a llevarme,
las cosas pequeñas de mi vida triste,
las que llevo siempre, en lo más profundo,
de mis cicatrices”
¿Cuáles son esas pequeñas cosas que tan aferradas permanecen en el mundo
interior del poeta? :
”Tus cortos caminos/ tus tristes andanzas / tu nubosa gente / y su andar
despacio / mis palomitas muertas / mi perro Boca Negra / mi gallinita ciega /
que nunca pudo ver / la sabanita rota / de mi camita enferma / mis matitas
pequeñas / de rosas carolinas...”
Pero no sólo los tristes recuerdos parecen embriagar el alma atormentada del poeta.
En tanto ser cuestionador, contestatario y poseedor de una fina sensibilidad
social, Dagoberto López arrastra o se lleva consigo la angustia y amargura de
los demás, incluyendo a sus amigos ya fallecidos. Así lo expresa en líricos y
descarnados versos generadores de ronchas y escozor, por cuanto los mismos
entrañan una aguda crítica al sistema político - social vigente:
“Me
voy pueblo mío / y me llevo en mi alma tantas cosas tristes : / mis amigos ya
muertos / la anemia innoble que en tu seno vive / el sudor que limpia de los
tabaqueros / la miseria incrustada en todo tu aleo / la limosna triste de los
indigentes / el rancho apagado y el fogón sin leña”.
Sin abandonar en ningún momento el tono crítico de su canto, el poeta confiesa
que también ocuparán un espacio importante en su mente acongojada, las calles
inservibles de su amado pueblo:
“tus calles lodosas / paridas y eternas / la Vásquez, la Sánchez / la
Duarte y la Mella / la Real descalza / de huecos parida”.
Y se lleva también, en el cofre de sus recuerdos, las imágenes de los
personajes o tipos pintorescos, sin cuya referencia resultaría imposible
escribir la verdadera historia de nuestros pueblos:
“Me llevo también / tus ansias / y tus risas / al loco Cudemo / a Jampa y
manolo / a Piche Pelota / a Carrao y a Trepa / esos son tus locos / son tus
alegrías / los que hoy son tristeza / de mi cruel partida”
Y como en el mundo del inconsciente, en el cual habitan estos seres desclasados nunca faltan
aquellos que alardean de sus heroicos protagonismos , el poeta expresa el deseo
de que se marchen junto a él dos de los personajes que parecen haber logrado
fama en ese aspecto :
“ Déjame llevarme a dos aguajeros : / a Niñito Torres / e igualmente a
Jero…”
En la zona tormentosa de sus telúricas
evocaciones, no podía faltar esa “quietud
municipal” a la que antes le había cantado su compueblano y eximio poeta,
Tomás Hernández Franco:
“Quiero también irme con tus noches quietas / con tus alborotos de lejanas
grietas…”
Tampoco podía faltar el dinamismo laboral y activismo sociopolítico
propios del acendrado espíritu vanguardista que caracterizó a Tamboril en la
época de los doce años de gobierno que encabezó Joaquín Balaguer,
particularmente durante la década del setenta. De ahí que el inspirado vate
tamborileño confiese que igualmente desea marcharse:
“con los estudiantes que rebeldes luchan / con
el olor tibio de los panaderos / con el saborear de los cacaeros / con las
mariposas y el salchichero, / con tu pisoteado sindicato obrero / con tus
margaritas y tus hijos huérfanos / con tus grandes paros en contra del lobo /
con tu respetado sudor de pendejo / con tus maricones, el Pao y Gamelo”
Pero no sólo los pálpitos de la vida social de su querido municipio habrán de
preñar de dolor y melancolía el alma atribulada del sensible bardo cantor que casi inicia su partida. Los
elementos que conforman el paisaje natural, alrededor del cual creció y se
desarrolló, también aparecen proyectados con romántico acento en la pantalla
inapagable de sus recuerdos:
“Déjame
llevarme todo lo que quiero / tu río sin agua / tu arroyo en el cerro / tus
noches sin luna y tus días lluviosos / que tanto bañaron mi cuerpo de niño /
con sus aguaceros. /Me llevo en fin / pueblo / tus tupidos montes...”
Y cual viajero que desde la escalinata del avión envía su último adiós al ser
querido que yace en tierra, el poeta concluye su lírico canto con un grito casi
desesperado:
“Me
voy Tamboril.
me voy,
pero vuelvo…”
Imagen nocturna del parque de Tamboril
“¡Mi dulce Ozama!, tu bardo amante,
a tus riberas torna a cantar,
y tras él deja, por ti anhelante,
lejanos climas y humilde historia,
tierna memoria,
del peregrino vuelto al hogar...”
Y ya bajo el techo del cielo natal, no se descarta que haya percibido y sido grandemente impactado por los cambios sociales, estructurales y conductuales, no siempre positivos, que en ausencia suya se produjeron en su patio lar como natural expresión de todo desarrollo urbanístico. Quizás comenzó a verlo todo distinto, y merced a tales cambios, con las palabras del narrador protagonista en Ahora que vuelvo Ton haya expresado, con melancólica resistencia, «Claro que ahora no es lo mismo. Los años han pasado…» o aquello de que «Mi pueblo ya no es mi pueblo/es una ciudad cualquiera…», y, por último, acerca del Tamboril de sus recuerdos entrañables, no se descarta que dijera exactamente lo mismo que Lupo Hernández Rueda (1930-2017) sobre el San Carlos de sus amores, cuando regresó, años después de haber abandonado su populoso barrio:
«San Carlos no es San Carlos,
es la urbe voraz,
que desbordada,
destruye los ángeles del sueño,
la techumbre que cobija la infancia…»
(Con el pecho alumbrado,1988 :83)
DAGOBERTO LÓPEZ : ¿QUIÉN ES?
Sencillamente un ser altamente irreverente, polémico, contestatario y eterno cuestionador del statu quo. Sinceramente, el tamborileño que un día cualquiera se vio obligado a emigrar a otro país tras “el sueño americano” o esperando encontrar allí el bienestar que el suyo le negaba. Un poeta de fino estro y declamador de alto vuelo, provisto de plena conciencia sobre el arte de poetizar.
Un cultor de la palabra artística que como
Pablo Neruda ha entendido que “La poesía
también es un oficio”. Un consagrado gestor cultural y activo representante
de la diáspora dominicana residente en Nueva York. Un poeta sin el título del
blasonero, pero con la cultura general y literaria del letrado. Un tamborileño
que al llegar a Manhattan, en lugar de preguntar cómo realizar turbios negocios
que lo enriquecieran económicamente, prefirió investigar dónde encontrar libros
y centros culturales que lo nutrieran espiritualmente.
Por eso a los pocos días de su arribo a los Estados Unidos, se incorporó al
trabajo cultural, comunal y político. Allí ha sido miembro activo de numerosas
agrupaciones culturales y publicado varios libros y opúsculos de poesías. Entre
estos : “ Poemas de islas ( 1982 ), “Brillín”
( 1986 ), “Guardatorio a mi vieja Pajiza”
(1984 ), “Autodeterminación” ( 1984 )
“ Cuatro coños repetidos alumbran siempre
el camino” ( 1985) , “Elegía
sangrante” (1992 ), “ Tamboril - Fotografía
familiar” (1996),”En el idioma de tus
ojos” (1999), “ Muecas al viento - Alas”
(1999 ), “ La palabra como cuerpo del
delito” (Coautor- 2001) “Cantos de
ámbar” ( 2007 )
En 1976 obtuvo el primer lugar en el concurso literario América Rota,
organizado por el Centro de Poesía Latinoamericana de New York. En 1982 ganó el
primer y tercer lugar en el IV concurso de ASEUTAM, en su pueblo natal,
Tamboril. En el 2000 ganó el concurso literario organizado por la Revista
Libre, E.U.
Dagoberto López es, además, miembro fundador del grupo Palabra: Expresión
Cultural (PEC), el cual tiene como tarea principal difundir o promover la
cultura dominicana en los Estados Unidos. Es, por sobre todas las cosas, un
digno hijo del municipio de Tamboril.
Santiago de los Caballeros,
R.D.
1 noviembre del 2008
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