LA ENSEÑANZA VIRTUAL
Por : Domingo Caba Ramos
Alguien me preguntó un día de estos mi parecer acerca de la enseñanza virtual. Fue entonces cuando recordé el primer concepto de educación con el cual entré en contacto cuando inicié mis primeros estudios de formación docente en la otrora Escuela Normal “Luis N. Núñez Molina”, de Licey al Medio: «Educación es el proceso que tiene como propósito el desarrollo integral de la personalidad del educando».
¿Qué significa eso? Sencillamente que todo sistema de enseñanza, para que pueda generar resultados trascendentes, no solo debe informar, sino formar. La escuela forma e informa, Como en la educación virtual, lo informativo se impone a lo formativo, el desarrollo que ella proporciona, en modo alguno, puede considerarse integral
¿Por qué razón?
Porque por su propia naturaleza, la enseñanza virtual no garantiza el espacio propicio para transmitir y forjar valores. Se trata de una enseñanza meramente alternativa, fría, mecánica, automática, desmotivadora, carente casi por completo de dinamismo y afectivos sentimientos y, al decir de Paulo Freire, hasta cierto grado bancaria. Una enseñanza cuya calidad puede resultar entorpecida por variables diversas tales como la incompetencia técnica de los actores del proceso educativo, las fallas técnicas que pueden interrumpir el desarrollo de las clases, no contar, alumnos y maestros, con los equipos requeridos, las fallas en la red de Internet, la no validez científica de los mensajes presentes en la red, la posibilidad de que la atención del alumno sea desviada hacia los múltiples atractivos que la red le proporciona, la no confiabilidad de los resultados de la evaluación educativa debido a las posibles trampas o fraudes en que pueden incurrir los estudiantes, etc.
En fin, una enseñanza virtual, si bien posee sus luces, no deja huellas y jamás, en términos cualitativos, podrá compararse y ser sustituida por la docencia presencial.
Posiblemente sean diversas las teorías que plateen lo contrario del juicio precedente; pero vale destacar al respecto, que la calidad de los procesos se mide por los resultados que de estos se derivan. Así, quien se haya formado y desempeñado como maestro, cuenta con sobrada autoridad para afirmar que en términos cualitativos, la educación a distancia se sitúa muy debajo o dista mucho de la enseñanza presencial.
Muy especialmente en el nivel inicial (desde maternal hasta preprimaria), así como en los primeros cursos del nivel primario (primero, segundo y tercero), si no se cuenta con el orientador o adecuado acompañamiento de un adulto, la educación virtual, en el sentido estrictamente pedagógico, debemos considerarla como un verdadero fracaso, por cuanto el bajol nivel de comprensión de los niños les impide a estos asimilar las clases que vía Internet les serán impartida y las estrategias metodológicas que en esos niveles se recomiendan para el logro de un aprendizaje efectivo y/o significativo, vía Internet, es mucho más que imposible ponerlas en práctica. Yo que, por ejemplo, fui inicialmente formado pedagógicamente para impartir clases en uno de esos niveles (primario ), así lo entiendo..
Sin embargo, a pesar de lo antes expresado, el maestro dominicano sabe que está en el deber y en la obligación de ponerse a tono con la nueva onda tecnológica, vale decir, asumir los retos de la tecnología; pues para dar respuestas a las actuales exigencias educativas, así como a las nuevas situaciones fortuitas o emergentes que en el futuro puedan presentarse, necesariamente tendrá que subirse y moverse en el tren de la virtualidad. De lo contrario, necesariamente, quedará fuera del sistema.
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