DE LA CONSULTA MÉDICA A LA
CREACIÓN LITERARIA
Por: Domingo Caba Ramos
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A modo de introducción.
En octubre del año 2014, el Dr. Frank Espino,
médico ginecólogo, se acercó a mí para solicitarme que le corrigiera el texto de
una novela que días antes había
terminado de escribir y la cual, en el mes siguiente, se proponía publicar con
el título de “El niño que vivió en la
cárcel”. Una vez corregida, el inquieto galeno, nativo
de Santiago de los Caballeros y profesor de la carrera de medicina de la PUCMM,
también me solicitó que escribiera las palabras de presentación de la obra para
su puesta en circulación, acto que realmente se llevó a cabo en el Salón de
Eventos de la Clínica Unión Médica del Norte, de la llamada Ciudad Corazón.
Una y otra petición las cumplí con
agrado e inocultable satisfacción. Sin embargo, debo confesar que el hecho de
saber que un médico se había dedicado a la artística práctica de escribir una
novela, muy pronto atrapó mi atención y activó mi curiosidad.
¿Por qué razón?
Porque la historia demuestra que los médicos son más dados a
escribir ensayos que obras de imaginación. Merced a este planteo, vale afirmar
que yo había leído y/o consultado todas las
historias y antologías literarias que se han publicado en la República
Dominicana y, salvo algunos nombres como Francisco Henríquez y Carvajal,
Francisco Moscoso Puello, Mariano Lebrón Saviñón y el salcedense Pedro Camilo,
en ellas la presencia de médicos creadores literarios (poetas, cuentistas, novelistas y dramaturgos) brillaban y siguen brillando
por su ausencia.
Nótese que hablo de médicos creadores, excluyendo así, por
omisión , a los tantos que optaron por el cultivo del ensayo, género este
en el que son numerosos los
profesionales de la medicina que han inscrito sus nombres con letras de oro
en las páginas de la literatura dominicana : Juan Isidro Jiménez Grullón, Antonio Zaglul, Fernando Sánchez Martínez, Tirso Mejía Ricart,
Santiago Castro Ventura, José de Jesús Jiménez Almonte, Arístides Fiallo Cabral, Rafael Díaz Niesse y
César Mella, entre otros ensayistas destacados. En el
ámbito de la ficción literaria, por el contrario, son otros profesionales, especialmente
abogados, maestros y periodistas quienes llevan la voz cantante.
¿Por qué el ensayo y no las obras de imaginación?
El médico por su formación y oficio está
más distante del arte y más cerca de la ciencia o de todo lo que implique
procedimientos científicos. La
reflexión, el estudio y el análisis son sus principales herramientas. En su ejercicio profesional pretende lo
exacto, lo preciso, lo demostrable, y evita todo lo que implique suposición,
parecer, creencia e imaginación; pero además, este profesional tienen que lidiar diariamente con el dolor, la
sangre, la queja, el llanto y la muerte, variables estas que parecen no
propiciar ese esparcimiento y ambiente
espiritual que se requiere para el acto creativo.
El ensayo, por ser un escrito basado
en la reflexión y en la meditación, y no en la imaginación creadora, como
sucede con las obras de ficción, está muy vinculado al ejercicio intelectual y
al conocimiento científico, razón por la cual extraño no debe parecer el hecho
de que sea esta la forma de expresión preferida por los galenos para comunicar
sus saberes y visión del mundo.
Sin embargo, es justo reconocer que si bien no
tantos, ni tan escasos, como era mi creencia , son muchos los médicos que se han colocado por encima de esa dramática y a veces tensa realidad socioespiritual en la que su oficio se desarrolla, logrando
así crear obras
de innegable calidad. Obras en las que impera, no la reflexión ni la meditación
como ocurre con el ensayo, sino en las que está presente lo ficticio, lo
imaginativo, lo estético o ese “sensu stritu” de que nos hablan los preceptistas literarios. Para ilustrar, bastaría mencionar solo algunos
nombres de esos galenos que una vez concluido su científico ejercicio de
examinar al paciente se dedican a la siempre emocionante y artística práctica
de la creación literaria:
FRANCISCO HENRÍQUEZ Y CARVAJAL
(Santo Domingo, 1859 – Santiago de Cuba, 6/2/1935). Ensayista, médico, abogado, maestro, político y esposo de la
insigne poetisa Salomé Ureña. Padre de los distinguidos escritores Pedro, Max y
Camila Henríquez Ureña y hermano del también poeta, maestro y escritor Federico
Henríquez y Carvajal, se graduó de licenciado en Medicina en 1887 y cinco años
después, 1891, obtuvo el título de doctor en Medicina y Cirugía en la
Universidad de París, Francia, profesión a la que se dedicó a tiempo completo
tan pronto regresó a su país. Como escritor, cultivó preferentemente el ensayo
histórico. En el ámbito de la creación literaria, apenas se le conoce un poema
de elegíaco acento titulado “Al pasar”,
publicado en la Revista Letras y Ciencias el 29 de mayo de 1897 en memoria o recuerdo
de su esposa Salomé, la cual había fallecido un mes antes. El profundo dolor o impacto emocional que ese luctuoso
acontecimiento produce en el alma del esposo y poeta recién llegado a su país,
aparece fielmente plasmado en los últimos versos de la composición :
«Hoy cuando vuelvo, peregrino, triste,
mi planta a detener sobre esta tierra,
en vano busco el natural encanto,
todo me anuncia funeral tristeza.
mi planta a detener sobre esta tierra,
en vano busco el natural encanto,
todo me anuncia funeral tristeza.
¡Tan
pronto! —Quién creyera!—Silenciosa
la calle; la casita solitaria;
ni más se escucha el bullicioso coro,
ni tu presides la infantil velada.
la calle; la casita solitaria;
ni más se escucha el bullicioso coro,
ni tu presides la infantil velada.
Mas yo en
mi angustia por doquier te llamo
y en la flor y en el mar y en la montaña
hallo un recuerdo que tu ser revive,
y oigo tu voz que me conmueve el alma!»
y en la flor y en el mar y en la montaña
hallo un recuerdo que tu ser revive,
y oigo tu voz que me conmueve el alma!»
Podría considerarse esta pieza
poética como la primera composición literaria de que se tenga conocimiento
escrita por un profesional de la medicina en la República Dominicana. Hubo que
esperar treinta y nueve años para que otro médico, Francisco Moscoso Puello,
nos legara una obra de ficción más extensa, más compleja, más elaborada y de
más alta calidad.
FRANCISCO EUGENIO MOSCOSO PUELLO
(Santo Domingo, 1885 – 1959). Escritor, ensayista, novelista, biólogo ilustre,
científico naturalista, educador y brillante médico cirujano. En 1910 obtuvo el
título de doctor en Medicina en la Universidad de Santo Domingo. En este mismo centro de estudios se desempeñó
como profesor de Patología y Fisiología. Es el primer médico que con mayor
consagración y abundancia publica obras de ficción en la literatura dominicana. Legó dos obras importantes a la bibliografía nacional: las
novelas “Cañas y bueyes” (1936), primera
novela escrita por un médico en nuestro
país, y “Navarijo” (1956)
“Cañas y bueyes” constituye un fiel retrato de la
triste la realidad de los obreros de la industria azucarera dominicana y “Navarijo” se trata de una especie de autobiografía novelada que narra y describe lo que fue el barrio
que lo vio nacer. No deja de tener valor creativo su famosa “Cartas a Evelina” (1930), obra conformada por misivas imaginarias
remitidas a una señora imaginaria en las que el autor nos presenta un cuadro
general acerca de las debilidades ideológicas de los grupos gobernantes y económicamente poderosos de la
época.
ANDREA EVANGELINA RODRIGUEZ PEROZO.
(Higuey, 1880 – San Pedro de Macorís, 1947). Poeta, narradora, ensayista y doctora en Medicina. Nació en Higuey, pero cuando apenas era una niña de seis años pasó a residir con sus abuelos en San Pedro de Macorís. En 1911 se gradúa de doctora en Medicina, convirtiéndose así en la primera mujer en obtener un título en esa área del saber en la República Dominicana. El París, Francia obtiene su título de especialidad en Ginecología y Obstetricia; pero no solo eso, fue ella también la primera mujer especializada en esta especialidad que escribe y publica obras literarias en la literatura dominicana. Parte de sus cuentos y poesías quedaron dispersos en revistas y periódicos dominicanos. Publicó su primer libro en 1915, un ensayo titulado “Granos de Polen”. Sus colaboraciones eran publicadas en la revista literaria «Fémina ».
A su regreso de la capital francesa publicó el volumen de cuentos titulado "Le Guerisseur: Cuento chino bíblico filosófico de moral social” (1918). Escribió poesías como “La canción del bosque”, “Mi canción” (1925).Su biógrafo Antonio Zaglul indica además que Rodríguez preparó el manuscrito de una novela titulada "Selene" en honor a su hija adoptiva, pero que la destruyó en un arranque de ira
JULIO DE WINDT LAVANDIER
(Samaná, 1893 – 1970). Poeta, maestro y excelente médico
internista. Estudió en San Pedro de Macorís en la Escuela Normal Superior
donde recibió su grado de Bachiller en Ciencias Físicas y Naturales y obtuvo el
título de Maestro Normal. Cursó estudios superiores en la Universidad de Santo
Domingo, institución donde se graduó de licenciado en Medicina y Cirugía en
1921. Compartió su profesión de médico con la de profesor de Literatura en la
Escuela Normal de San Pedro de Macorís.
Maestro de gran inteligencia y amplia cultura, el Dr. De Windt no solo
fue un enseñante de literatura, sino un creador literario, específicamente en
el género de la poesía.
Su
colega, Antonio Zaglul, lo describe como un brillante sonetista. De su cosecha
poética, publicó dos libros de versos ya agotados. De él se
afirma que siempre se acompañaba de libros y dedicaba horas interminables a la
lectura, y eso le permitió forjarse una sólida cultura general. A pesar de que
escribió mucho, debido a sus elevados niveles de autoexigencias, fue muy poco
lo que publicó. En diciembre de 1970 falleció en la tierra que lo vio nacer.
FRANZ MINIÑO MARIÓN – LANDAIS
(1922-1988). Fue un destacado médico, fundador de la Sociedad Dominicana de Urología
y responsable del desarrollo de esta especialidad. En su rol de escritor cultivó
la historia, la poesía, el cuento y el teatro. En este último género obtuvo el
tercer lugar en los Premios Dramáticos (1983) auspiciados por Casa de Teatro
con la obra “Con los pies descalzos
llenos de barro “y el primer lugar, año 2008, con la
obra “El aguilucho”
MARIANO LEBRÓN SAVIÑON
(Santo Domingo, 1922 - 2014). Poeta, escritor, ensayista, crítico, dramaturgo
y médico pediatra dominicano. Fue uno de los fundadores del movimiento poético Poesía Sorprendida, cuando apenas tenía
veintiún años de edad. Durante dieciocho años (1984 – 2002) presidió la Academia Dominicana de la Lengua.
Aparte de sus numerosos ensayos, publicó los libros de versos ”Cosmohombre“ (1944) ”Sonambulismo“ (1944)”Tiempo en la tierra“ (1982)”Vuelta al ayer“(1997) y
“Bajo la luz del sueño” (2002) También las obras teatrales “Mirtha primavera” (1943) y “Cuando el otoño riega
las hojas” (1943). Después de Pedro Henríquez
Ureña es uno de los grandes humanistas y uno de los autores representativos de
la literatura dominicana del siglo XX
ALTAGRACIA COISCOU GUZMÁN (Grey)
(La Vega, 1941- 2009). Poeta, ensayista y luchadora
antitrujillista, está considerada como la primera mujer médico psiquiatra
dominicana. Se graduó de Medicina en la
Universidad de Santo Domingo y cursó
estudios de neuropsiquiatría en la Universidad Central de Madrid, España.
Publicó los poemarios “Raíces” (1959), “Cartas a Masillón” (2000) y “Las gacelas y casidas del rubio”
(2002) Militante del movimiento clandestino 14 de Junio, fue una mujer de fina
sensibilidad poética... Falleció el 10 de septiembre del 2009.
HECTOR AMARANTE
(San Francisco de Macorís, 1944 -2012). Narrador,
ensayista, crítico literario, periodista y médico de profesión. Obtuvo los
títulos de licenciado en Letras y doctor en Medicina en la Universidad Autónoma
de Santo Domingo, institución en la que años después ejerció como profesor de
Literatura y Lengua Española. Fue una de las figuras importantes del movimiento Contextualita
que lidera el poeta Cayo Claudio Espinal. Amarante ejerció su profesión de
médico en diversos sitios de la República Dominicana, especialmente en Pimentel,
donde formó parte del Grupo Literario del Cibao. Además de novelista fue
cuentista. En 1981 ganó el Premio Nacional de Novela con su obra “Ritos”. Publicó también la novela,”Kaluanri“y dos libros de cuentos: “Retratos” (1971) y “Uno más y me apeo” (2005)
Víctima de un cáncer de colon falleció en su ciudad
natal, a los sesenta y ocho años de edad, el 12 de mayo del 2012.
Continuará…
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