Por:
Domingo Caba Ramos
«Una de las
manifestaciones más interesantes de la creatividad lingüística es el eufemismo.
El eufemismo es una creación dinámica, fina, artística, sutil; muchas veces
voluntariosa, ambiciosa, idealista; otras veces manipuladora y maquiavélica»
(Mauro
Rodríguez Estrada)
1 1. Eufemismo y tabú
En toda comunidad
lingüística existen palabras o expresiones que, por convención social, los hablantes
estigmatizan y rechazan por considerarlas políticamente incorrectas,
de mal gusto, vulgares, soeces, indecorosas, inoportunas o
atentatorias al pudor, al honor, a la moral, a la decencia y a las buenas
costumbres.
Se trata de palabras o
expresiones que, en un determinado contexto sociocultural, poseen el sello de
lo prohibido, razón por cual el usuario de la lengua evita utilizarlas, por
entender que la realidad a la cual aluden es muy dura, cruda y
desagradable. Esas palabras reciben el nombre de tabú. Crean estas, pues, un vacío léxico que suele ser llenado
por otras de inofensiva connotación, lingüísticamente conocidas con el nombre
de eufemismos.
Manuel Seco, en su «Gramática esencial del español» (1999),
profundiza sobre el tema, al establecer que:
«Muchas
veces se presenta la necesidad de dar nuevos nombres a una cosa por el deseo de
no pronunciar el suyo habitual, sentido como demasiado evocador de realidades
sexuales, fisiológicas o tristes, que la delicadeza o la ¨buena educación¨
prohíben mencionar crudamente. Para ello se utiliza el nombre de algo que tiene
cierta semejanza o proximidad de lo designado, o un nombre cuyo sentido propio
es más vago. Estos sustitutos se llaman eufemismos, y se suelen llamar tabús
o tabúes las palabras sustituidas» (p.372). Tanto el eufemismo como
el tabú son causas importantes del cambio semántico.
Tabú, según Fernando
Lázaro Carreter, es una «Voz
polinesa que, en lingüística, se utiliza para designar cualquier palabra que,
por motivos religiosos, supersticiosos o de índole social, es evitada por el
hablante» (Diccionario de términos filológicos,
1987:387)
Y en relación con el
eufemismo, el precitado autor, filólogo, profesor y exdirector de la Real
Academia Española, afirma que se trata de un «Proceso
muy frecuente que conduce a evitar la palabra con que se designa algo molesto,
sucio, inoportuno, etc., sustituyéndola por otra más agradable…» (Ídem, 177)
El eufemismo se considera la
principal causa sicológica de cambio semántico. Con su empleo, el hablante
persigue utilizar la palabra que se acomode más armoniosamente a la estructura
fonética del discurso o se ajuste mejor al tono general de la expresión.
Stephen Ullmann
(1914 – 1976), reputado lingüista de
origen húngaro, en su muy consultado y valioso libro “Semántica” (1967: 231), clasifica
los tabúes lingüísticos en tres grupos ,
más o menos diferentes, según la motivación sicológica que exista tras ellos: tabú
del miedo, tabú del sentimiento de
delicadeza y tabú de la decencia y
decoro.
a a) Tabú del miedo. Se basa en
un temor de naturaleza reverencial que entrañan los seres que poseen poderes
sobrenaturales. Desautoriza
este tabú el uso de ciertos términos que tienen que ver, entre otros, con temas
religiosos o políticos. Los judíos, por miedo, no podían mencionar el nombre
de Dios. De ahí que crearan los eufemismos de Señor, Ser Supremo.
También Diablo ha sido sustituido por otros nombres, tales como Enemigo Malo,
Pájaro Malo, Satanás…
b) Tabú de la delicadeza. Elude referirse directamente a asuntos que evocan realidades consideradas molestas o desagradables. Ejemplos : “parir” ( dar a luz), “estar preñada” (estar encita, en estado…), “morir” (cerrar los ojos)
c) Tabú de la decencia. Tiene que ver con la actitud que se ha adoptado con respecto a las tres grandes esferas por este afectadas: el sexo, ciertas partes del cuerpo y determinadas funciones fisiológicas. Está ligado, pues, a todo lo relacionado con la vida sexual: “orinar”, “defecar” (hacer pipí, hacer pupú, ir al baño…) “sostener relaciones sexuales” (hacer el amor).
Sigmund Freud, citado por el propio Ullmann, destaca la naturaleza prohibitiva del tabú al establecer que: «Para nosotros el significado del tabú se ramifica en dos direcciones opuestas. Por un lado significa para nosotros sagrado y consagrado; pero por otra parte significa misterioso, peligroso, prohibido e inmundo…» (Ob. Cit. 231)
2. Sentido profundo de los eufemismos
b) Tabú de la delicadeza. Elude referirse directamente a asuntos que evocan realidades consideradas molestas o desagradables. Ejemplos : “parir” ( dar a luz), “estar preñada” (estar encita, en estado…), “morir” (cerrar los ojos)
c) Tabú de la decencia. Tiene que ver con la actitud que se ha adoptado con respecto a las tres grandes esferas por este afectadas: el sexo, ciertas partes del cuerpo y determinadas funciones fisiológicas. Está ligado, pues, a todo lo relacionado con la vida sexual: “orinar”, “defecar” (hacer pipí, hacer pupú, ir al baño…) “sostener relaciones sexuales” (hacer el amor).
Sigmund Freud, citado por el propio Ullmann, destaca la naturaleza prohibitiva del tabú al establecer que: «Para nosotros el significado del tabú se ramifica en dos direcciones opuestas. Por un lado significa para nosotros sagrado y consagrado; pero por otra parte significa misterioso, peligroso, prohibido e inmundo…» (Ob. Cit. 231)
2. Sentido profundo de los eufemismos
Según el
Diccionario de la Real Academia Española, un eufemismo es una
«manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta o franca expresión sería
dura o malsonante» Dicho vocablo procede del griego eu = bien, bonito, y femí=
hablar.
Se trata de voces o expresiones que no denotan
el significado tal y cual, por considerar que la realidad a la cual aluden es
muy dura, desagradable o cruel; por lo tanto el significado se suaviza a través
de connotaciones más aceptables socialmente. Voces y expresiones utilizadas para sustituir
a todas aquellas palabras
(tabú) que la comunidad de hablantes
considera ofensivas, obscenas, groseras, de mal gusto o que hieren la
dignidad de la persona.
Para
Mauro Rodríguez Estrada (1934/2007), autor de un diccionario de eufemismos,
parte esencial de su libro «Creatividad
Lingüística» (1998:11), «El eufemismo es la metáfora que estimula, sublima, eleva, ennoblece,
aunque también puede usarse para disimular, ocultar, distorsionar. Detrás de
las palabras elusivas se esboza a menudo una cierta cobardía, un temor
inconfesado a enfrentar y afrontar las duras realidades»
Se trata, como bien amplía el reputado humanista, sicólogo y filólogo mexicano antes citado, de una «manifestación espontánea del siquismo que tiende a sobrevaluar las cosas que aprecia y a maquillar las que teme o detesta; y que instintivamente capta el poder de las etiquetas verbales» (p.12). Esas palabras que se maquillan, detestan y etiquetan y que, por ende, los hablantes las sustituyen por expresiones o perífrasis eufemísticas que suavicen o disfracen su contenido, generalmente se refieren a la religión, al sexo, muerte, prostitución, marginación social o política, etc. )
Conforme a los juicios precedentes, se infiere, pues, que la función del eufemismo, como creación lingüística, consiste en disfrazar, dulcificar, enmascarar, suavizar, sublimizar, decorar, atenuar y maquillar la realidad. Pero no solo eso. En diversos ámbitos, tales como el político, periodístico y administrativo, el eufemismo se emplea para ocultar, manipular, confundir y distorsionar dicha realidad. De ahí que son muchos los líderes políticos, funcionarios, empresarios y presidentes de la República que se valen de esa forma de expresión para de manera maquiavélica confundir a la masa.
«Dentro del discurso político – escribe al respecto Rodríguez Estrada – el eufemismo sirve no solo maquillar y disimular la realidad, sino también distorsionarla y crear la ilusión de una situación favorable, donde la clase en el poder cumple y maneja todo a la perfección» (ídem, p.14). Por esta y otras razones ya expuestas, los eufemismos, entre otras finalidades, se emplean en el uso cotidiano de la lengua, como bien se aprecia en los ejemplos que se citan a continuación, acompañados, entre paréntesis, de los tabúes que reemplazan:
a) Para evadir asuntos evocadores de situaciones tristes , penosas o desagradables: «Invidente» (ciego ) «Interno» (preso ) «Discapacitado» ( inválido, lisiado, tullido) «Enfermo mental» (loco ) «Sobrepeso» (gordo ) «Interrupción del embarazo» ( aborto ) «Centros penitenciarios» ( cárceles ) «Residuos sólidos» (basuras ) «Sustancias prohibidas» (drogas ) «Disfunción eréctil» (impotencia) «Última morada» (tumba)
- b) Para dignificar la personalidad : «Trabajadora sexual» ( prostituta ) «Trabajadora doméstica» ( sirvienta ) «Adulto mayor» ( anciano ) «Maestro» ( músico de cuestionable prestigio) «Encartado» ( procesado, acusado ) «Drogodependiente» (drogadicto ) «Contento» (borracho) «Poco agraciado» (feo) «Pasadito de copas» (borracho) «Alumbrar» (parir).
c) Para sustituir términos o expresiones que aluden al sexo o entrañan prejuicios: «Tercera edad» (viejo) «Acostarse
con…» (Sostener relaciones sexuales) «Persona
de color» ( persona de color
negro) «Persona de edad» ( vieja) «Regla o período» (menstruación) «Pompis, trasero» ( culo, nalgas ) «Encinta, en Estado» ( preñada) «Ir al baño» ( orinar, cagar, mear) «Hacer el amor» ( sostener relaciones
sexuales) «Dar a luz» (parir ) «Naturaleza»
( ´pene ) «Su parte» ( órgano sexual)
«Casa de citas» (prostíbulo) «Dar del
cuerpo» ( defecar, cagar)
3 3) Otras expresiones eufemísticas
- · «País en vías de desarrollo» (país pobre)
- · «Mercado paralelo» (mercado negro)
- · «Revisión de los precios» (aumento de precios)
- · «Reducción de personal» (despido masivo de empleados)
- · «Incidente» (pleito)
- · «Aguas negras» (aguas con mierda y orines)
- · «Ajuste de precios» (aumento de precios)
- · «Delicado» (muy enfermo)
- · «Irregularidades o debilidades administrativas» (robar)
Algunos eufemismos se nos presentan envueltos en el manto de los diminutivos:
«Te invito a tomarnos unos traguitos…»
«Mi padre está delicadito de salud»
«Mi madre solo tiene un dolorcito…»
«Le compraré una ropita a mi niña»
El deseo de atenuar, suavizar o restarle sello negativo a la realidad ha generado la deshumanizada práctica de llamarle «clientes» a los pacientes.
4
4. Eufemismo y disfemismo
4. Eufemismo y disfemismo
Finalmente, conviene diferenciar o no confundir el eufemismo y el disfemismo. El segundo es lo contrario del primero. Tanto uno como el otro se sitúa en el ámbito de la connotación; pero mientras el eufemismo supone un procedimiento de sustitución de la expresión desagradable e inoportuna, por la agradable y decorosa, el disfemismo, por el contrario, consiste en utilizar expresiones peyorativas para degradar o desvirtuar de manera irónica y sarcástica a personas, cosas, hechos, etcétera. Mientras el eufemismo eleva, el disfemismo rebaja. Es lo que sucede, esto último, cuando hablamos de: «Vestir santos» (permanecer soltera o nunca casarse) « Colgar los tenis» (morir) «Trapos» ( ropa vieja o de mala calidad» o cuando llamamos «Cosa» a una persona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario