Por : Domingo Caba Ramos
“El orfeón sin mí no es nadie, pero yo sin el Orfeón tampoco soy nadie "
(Reverendo padre César Hilario)
Cuando el Orfeón de Santiago cumplió cincuenta años de fundado, publiqué un artículo (4/8/2012) en este mismo diario, en cuyos primeros párrafos yo decía lo siguiente:
«El profesor Juan Bosch expresó en una ocasión que él no tenía vicios y que su única adición era leer al Poeta Nacional, Pedro Mir. Parodiando al autor de La mañosa y maestro del cuento hispanoamericano, debo confesar, con toda sinceridad, que asistir a los conciertos del Orfeón de Santiago, especialmente a su muy famoso y tradicional concierto navideño, forma parte de mis escasas adicciones.
El Orfeón de Santiago fue fundado el 29 de junio de 1962 por el entonces veinteañero joven sacerdote, César Hilario, días después de haber regresado a la República Dominicana procedente de Roma, país donde cursó sus estudios sacerdotales y musicales. Desde entonces se le tiene no solo como la principal agrupación coral de Santiago, sino de la Republica Dominicana.
Conformado actualmente por cuarenta y ocho voces (sopranos, contraltos, tenores y bajos), este colectivo artístico, desde el mismo momento de su fundación se ha caracterizado por interpretar el más variado repertorio de música “a capella”, el cual incluye música sacra, polifónica y composiciones que comprenden desde los clásicos del siglo XVI hasta los ritmos propios del folklor tradicional pertenecientes a la Republica Dominicana y otras naciones del mundo.
Entre sus ofertas musicales vale resaltar los dos populares conciertos que a mediado y final de cada año se presentan : el concierto de verano y el concierto navideño, en los que se interpretan las más selectas piezas musicales, y a los cuales asisten cientos de seguidores, atraídos por la excelente calidad que exhiben sus presentaciones.
El Orfeón celebró de esa manera su medio siglo de existencia. Medio siglo brindando buena música dentro y fuera del país. Medio siglo defendiendo los valores de la cultura dominicana. Medio siglo despertando conciencia social. Medio siglo esparciendo nuestro espíritu con la más alta expresión de la música universal. Medio siglo descubriendo y creando valores artísticos. Medio siglo, en fin, difundiendo los más sanos, auténticos y constructivos valores»
En relación con el concierto navideño, fue en la Catedral Santiago Apóstol donde se celebró, hace ya cincuenta y cinco años, la primera función. Y es en ese mismo lugar donde esta noche (16/12/2016 ) se llevará a cabo el concierto número 55.
Veinte años no fueron nada solo para Carlos Gardel, pero cincuenta y cinco años ininterrumpidos organizando y desarrollando un espectáculo artístico, pienso que es todo un hito, una verdadera proeza.
Pienso que si los pueblos supieran valorar en su justa dimensión la labor de sus grandes hombres, fueran muchos los reconocimientos que periódicamente recibiría el padre Hilario. Los aportes que este digno e inquieto sacerdote ha realizado en bien del país, de Santiago y la región del Cibao, lo hacen más que merecedor de cualquier distinción que se le otorgue.
Irónicamente, en Santiago, sin que sepamos los motivos, existen calles que se llaman Príncipe Felipe, Princesa Diana, Reina Sofía, etc. Y en esta misma ciudad, específicamente en el sector donde resido, la urbanización Reparto del Este, existe una calle que se llama México y otra República de Israel.
¡Cuánto yo daría para que una de esas vías se llamara Padre César Hilario! ¡Y qué bien se sentiría Santiago si una de las salas del Centro de la Cultura de aquí llevara también el nombre del legendario cura! Este último deseo me permito someterlo a la consideración de mi entrañable amigo y director de la citada institución cultural, el médico y pintor, Dr. Francisco Grullón.
¡Felicidades, pues, a todos los integrantes del Orfeón de Santiago, encabezado por su dinámico director, en esta puesta en escena del concierto navideño número 55!
(PUBLICADO EN EL DIARIO LA INFORMACIÓN : 16/12/2016)
domingo, 18 de diciembre de 2016
jueves, 8 de diciembre de 2016
LA ESCUELA DOMINICANA Y EL INFORME "PISA"
Por : Domingo Caba Ramos
«En el progreso o desprestigio de la escuela todos tenemos parte»
( Gabriela Mistral )
La República Dominicana, según estudio realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), a través del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA ), obtuvo el quinto lugar con el puntaje más bajo entre los países evaluados sobre calidad de la educación mostrada por los estudiantes, sólo por encima de Argelia, Kosovo, Líbano y Macedonia.
Son muchos los factores que inciden en la mala calidad de la enseñanza ( irresponsabilidad de estudiantes, más atentos al “jangueo” o diversión, al celular y a las redes sociales que a sus compromisos académicos, incompetencia e irresponsabilidad de maestros y dirigentes escolares, politización de la escuela, sistema de evaluación que promueve las deficiencias, padres irresponsables o ajenos al proceso, etc. )
A algunos de esos factores me referí no hace dos años en un artículo publicado en este mismo periódico ( 15/9/2014) y el cual, por considerarlo de interés, me permito una vez más compartirlo con mis amables lectores :
ALGO MÁS QUE LA TANDA EXTENDIDA
«En la versión digital del Listín Diario (11/9/2014) se lee lo siguiente:
“Unos 7,850 nuevos maestros ingresaron al sistema educativo en el mes de agosto para llenar las plazas vacantes del presente año escolar. La información la ofreció el viceministro de Educación, Luis Matos, quien señaló que el balance de la cantidad de nombramientos supera todas las cifras de los últimos 50 años del sistema educativo”
Ese número forma parte de los ocho mil maestros que requiere el sistema educativo para llenar las vacantes surgidas como resultado de las miles de aulas que se han estado inaugurando para dar respuesta a la principal exigencia de la tanda extendida.
El establecimiento de la tanda o jornada extendida ha sido una feliz iniciativa del actual presidente de la República, Lic. Danilo Medina, cuyas reales intenciones por mejorar el sistema educativo, muy distinto al interés mostrado por los gobernantes que le antecedieron, están exentas de cualquier tipo de duda o discusión. Tal ha sido su empeño en bien de este sector, que bien podría afirmarse, con las palabras del pueblo, que para Medina, la educación pública constituye “su niña bonita”.
Esa iniciativa del gobierno debe contar con el respaldo o apoyo incondicional no solo de todos los actores que conforman la comunidad educativa: maestros, alumnos y padres, sino también de las diferentes organizaciones de la sociedad civil.
Esa jornada completa tiene como propósitos mejorar la calidad de la enseñanza y la búsqueda de una educación integral, por cuanto se persigue que aparte de las asignaturas tradicionales, la oferta curricular incluya otras disciplinas como Educación Cívica, Educación Sexual y talleres de actividades artísticas (pintura, teatro, música, danzas…) y todas las disciplinas de la Educación Física.
La primera fase de ese magno proyecto educativo se ha concentrado en la construcción de las aulas requeridas para su ejecución y el nombramiento de los maestros que estos espacios demandan. En este proceso de nombramientos se incluyen a aquellos docentes que por años laboraban en una sola tanta. Al completar dos, su nivel de ingreso aumenta y esto ha contribuido a que por primera vez el entusiasmo y la esperanza hayan tenido cabida en el ánimo del maestro dominicano.
A todo esto hay que agregar el hecho de que hoy a cada centro docente se le asigna un presupuesto mensual para cubrir los gastos de mantenimiento, una realidad que parecía un sueño en mis años de director, época en que para pintar una puerta y comprar una caja de tiza había que “hacer malabares”, casi pedir limosnas o lograr que “a regañadientes” los padres aportaran los recursos.
Pero para mejorar la calidad de la enseñanza en las escuelas públicas de la República Dominicana, no basta con nuevos edificios, buenos presupuestos escolares y mejores salarios para el personal docente. Para mejorar la calidad de la enseñanza, es necesario (segunda fase) que además de las tandas, la responsabilidad, la calidad y la competencia o formación del maestro también sean extendidas.
Es necesario que el maestro lea, se actualice, incremente su cultura general y participe en actividades culturales extracurriculares. Es necesario que esté vinculado al mundo de la cultura, abandone la improvisación y planifique bien las clases que imparte. Que parte de su responsabilidad es asistir diariamente y puntualmente a cumplir con su trabajo, que al ejercer su labor debe pensar siempre en el alumno que la sociedad puso en sus manos y no solo en el día veinticinco de cada mes. En fin, debe pensar y actuar como maestro dentro y fuera de la escuela.
Para mejorar la calidad de la enseñanza se requiere la puesta en marcha de un científico sistema de supervisión docente. Supervisar no es, como ocurre en la actualidad, presentarse a un liceo y ver si el maestro tiene al día el libro de asistencia. Quien más actualizado tenga dicho libro, aunque su quehacer en el aula sea de pésima calidad, mejor puntuación obtendrá para fines de incentivos. Eso no es supervisón.
Para mejorar la calidad de la enseñanza, es necesario que a los puestos directivos vaya quien mejor escalafón o curriculum haya demostrado poseer y no quien más haya levantado en campaña la bandera del partido en el poder. No es posible que un maestro carente por completo de prendas morales y /o profesionales usted se entere de que de repente, y por razones políticas, fue ascendido a un puesto superior. La calidad jamás llegará a las escuelas mientras la política se encuentre aposentada en sus aulas.
Las buenas intenciones del presidente de la República debemos complementarlas con un cambio de actitud. No es posible una auténtica revolución de la educación dominicana, sino se produce una revolución en la mente del maestro. De lo contrario, continuaremos escuchando a muchos de nuestros docentes decir: “Si yo va sabío”, “íbanos”, “estudiábanos”, “habemos””negoceo” y “hablábamos”.
O sentir estupor al enterarnos de que una miniencuesta realizada recientemente en un centro educativo de la ciudad de Santiago de los Caballeros, reveló que siete de los profesores que allí imparten docencia no sabían que el palo que sostiene la bandera se llama asta y la soga driza»
¿Pero es el maestro, el único culpable de los males que afectan al sistema educativo dominicano?
Un juicio de esa naturaleza, aparte de la mala intención y el deseo de ocultar la verdadera realidad que trasluce, pone de manifiesto una visión bastante simplista, impresionista y carente por completo de fundamentación científica de parte de quien lo sustenta. Y revela también que al parecer olvida o desconoce las sabias palabras de la insigne maestra y Premio Nobel de Literatura, Gabriela Mistral, quien afirmó que en «En el progreso o desprestigio de la escuela todos tenemos parte»
En el próximo artículo abundaremos al respecto.
«En el progreso o desprestigio de la escuela todos tenemos parte»
( Gabriela Mistral )
La República Dominicana, según estudio realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), a través del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA ), obtuvo el quinto lugar con el puntaje más bajo entre los países evaluados sobre calidad de la educación mostrada por los estudiantes, sólo por encima de Argelia, Kosovo, Líbano y Macedonia.
Son muchos los factores que inciden en la mala calidad de la enseñanza ( irresponsabilidad de estudiantes, más atentos al “jangueo” o diversión, al celular y a las redes sociales que a sus compromisos académicos, incompetencia e irresponsabilidad de maestros y dirigentes escolares, politización de la escuela, sistema de evaluación que promueve las deficiencias, padres irresponsables o ajenos al proceso, etc. )
A algunos de esos factores me referí no hace dos años en un artículo publicado en este mismo periódico ( 15/9/2014) y el cual, por considerarlo de interés, me permito una vez más compartirlo con mis amables lectores :
ALGO MÁS QUE LA TANDA EXTENDIDA
«En la versión digital del Listín Diario (11/9/2014) se lee lo siguiente:
“Unos 7,850 nuevos maestros ingresaron al sistema educativo en el mes de agosto para llenar las plazas vacantes del presente año escolar. La información la ofreció el viceministro de Educación, Luis Matos, quien señaló que el balance de la cantidad de nombramientos supera todas las cifras de los últimos 50 años del sistema educativo”
Ese número forma parte de los ocho mil maestros que requiere el sistema educativo para llenar las vacantes surgidas como resultado de las miles de aulas que se han estado inaugurando para dar respuesta a la principal exigencia de la tanda extendida.
El establecimiento de la tanda o jornada extendida ha sido una feliz iniciativa del actual presidente de la República, Lic. Danilo Medina, cuyas reales intenciones por mejorar el sistema educativo, muy distinto al interés mostrado por los gobernantes que le antecedieron, están exentas de cualquier tipo de duda o discusión. Tal ha sido su empeño en bien de este sector, que bien podría afirmarse, con las palabras del pueblo, que para Medina, la educación pública constituye “su niña bonita”.
Esa iniciativa del gobierno debe contar con el respaldo o apoyo incondicional no solo de todos los actores que conforman la comunidad educativa: maestros, alumnos y padres, sino también de las diferentes organizaciones de la sociedad civil.
Esa jornada completa tiene como propósitos mejorar la calidad de la enseñanza y la búsqueda de una educación integral, por cuanto se persigue que aparte de las asignaturas tradicionales, la oferta curricular incluya otras disciplinas como Educación Cívica, Educación Sexual y talleres de actividades artísticas (pintura, teatro, música, danzas…) y todas las disciplinas de la Educación Física.
La primera fase de ese magno proyecto educativo se ha concentrado en la construcción de las aulas requeridas para su ejecución y el nombramiento de los maestros que estos espacios demandan. En este proceso de nombramientos se incluyen a aquellos docentes que por años laboraban en una sola tanta. Al completar dos, su nivel de ingreso aumenta y esto ha contribuido a que por primera vez el entusiasmo y la esperanza hayan tenido cabida en el ánimo del maestro dominicano.
A todo esto hay que agregar el hecho de que hoy a cada centro docente se le asigna un presupuesto mensual para cubrir los gastos de mantenimiento, una realidad que parecía un sueño en mis años de director, época en que para pintar una puerta y comprar una caja de tiza había que “hacer malabares”, casi pedir limosnas o lograr que “a regañadientes” los padres aportaran los recursos.
Pero para mejorar la calidad de la enseñanza en las escuelas públicas de la República Dominicana, no basta con nuevos edificios, buenos presupuestos escolares y mejores salarios para el personal docente. Para mejorar la calidad de la enseñanza, es necesario (segunda fase) que además de las tandas, la responsabilidad, la calidad y la competencia o formación del maestro también sean extendidas.
Es necesario que el maestro lea, se actualice, incremente su cultura general y participe en actividades culturales extracurriculares. Es necesario que esté vinculado al mundo de la cultura, abandone la improvisación y planifique bien las clases que imparte. Que parte de su responsabilidad es asistir diariamente y puntualmente a cumplir con su trabajo, que al ejercer su labor debe pensar siempre en el alumno que la sociedad puso en sus manos y no solo en el día veinticinco de cada mes. En fin, debe pensar y actuar como maestro dentro y fuera de la escuela.
Para mejorar la calidad de la enseñanza se requiere la puesta en marcha de un científico sistema de supervisión docente. Supervisar no es, como ocurre en la actualidad, presentarse a un liceo y ver si el maestro tiene al día el libro de asistencia. Quien más actualizado tenga dicho libro, aunque su quehacer en el aula sea de pésima calidad, mejor puntuación obtendrá para fines de incentivos. Eso no es supervisón.
Para mejorar la calidad de la enseñanza, es necesario que a los puestos directivos vaya quien mejor escalafón o curriculum haya demostrado poseer y no quien más haya levantado en campaña la bandera del partido en el poder. No es posible que un maestro carente por completo de prendas morales y /o profesionales usted se entere de que de repente, y por razones políticas, fue ascendido a un puesto superior. La calidad jamás llegará a las escuelas mientras la política se encuentre aposentada en sus aulas.
Las buenas intenciones del presidente de la República debemos complementarlas con un cambio de actitud. No es posible una auténtica revolución de la educación dominicana, sino se produce una revolución en la mente del maestro. De lo contrario, continuaremos escuchando a muchos de nuestros docentes decir: “Si yo va sabío”, “íbanos”, “estudiábanos”, “habemos””negoceo” y “hablábamos”.
O sentir estupor al enterarnos de que una miniencuesta realizada recientemente en un centro educativo de la ciudad de Santiago de los Caballeros, reveló que siete de los profesores que allí imparten docencia no sabían que el palo que sostiene la bandera se llama asta y la soga driza»
¿Pero es el maestro, el único culpable de los males que afectan al sistema educativo dominicano?
Un juicio de esa naturaleza, aparte de la mala intención y el deseo de ocultar la verdadera realidad que trasluce, pone de manifiesto una visión bastante simplista, impresionista y carente por completo de fundamentación científica de parte de quien lo sustenta. Y revela también que al parecer olvida o desconoce las sabias palabras de la insigne maestra y Premio Nobel de Literatura, Gabriela Mistral, quien afirmó que en «En el progreso o desprestigio de la escuela todos tenemos parte»
En el próximo artículo abundaremos al respecto.
domingo, 27 de noviembre de 2016
RUFINO DE LA CRUZ: EL HÉROE OLVIDADO
(«A los héroes sin nombre»)
Por : Domingo Caba Ramos
Rufino de la cruz
Rufino de la Cruz : chofer, pobre, humilde, patriota, valiente, corajudo, solidario, antitrujillista, héroe, mártir y provisto de un valor a toda prueba, murió asesinado por los esbirros del régimen trujillista en el mismo atentado en que fallecieron las hermanas Mirabal, a quienes acompañaba al municipio de Puerto Plata, el 25 de noviembre de 1960.
Fue el chofer que las tres heroínas contrataron para que las llevara a la cárcel San Felipe de la norteña ciudad. Se cuenta que otros conductores se negaron a ofrecer ese servicio por el gran peligro que representaba estar cerca de estas aguerridas mujeres. Solo Rufino aceptó, quizás por sus sentimientos adversos hacia el régimen o talvez por su lealtad y solidaridad con las tres mariposas. Sin embargo, Rufino de la Cruz continúa siendo el héroe olvidado, opacado. Sus reconocimientos han sido muy tímidos y casi han brillado por su ausencia. No le han concedido los méritos que merece, como justicieramente se ha hecho con las hermanas por cuyo acompañamiento perdió la vida.
Pero tan apática actitud no es nueva en nuestro país, vale decir, esa tendencia a no valorar o sepultar en un injusto anonimato al humilde sin apellido que en un momento dado ha desempeñado un rol protagónico en beneficio de la patria, es recurrente en la historia dominicana, como bien lo describe el llamado “Poeta de los humildes”, Federico Bermúdez, en su brillante y clásico poema: «A los héroes sin nombre » :
A LOS HÉROES SIN NOMBRE
«Vosotros, los humildes, los del montón salidos,
heroicos defensores de nuestra libertad,
que en el desfiladero o en la llanura agreste,
cumplisteis la orden brava de vuestro capitán;
Vosotros, que con sangre de vuestras propias venas,
por defender la patria manchasteis la heredad,
hallasteis en la lucha la muerte y el olvido:
la gloria fue, absoluta, de vuestro capitán.
Cuando el cortante acero del enemigo bando,
cebó su torpe furia en vuestra humanidad,
y fuisteis el propicio legado de la tumba,
sin una cruz piadosa ni un ramo funeral,
también a vuestros nombres cubrió el eterno olvido:
¡tal sólo se oyó el nombre de vuestro capitán!
Y ya, cuando a la cumbre de la soñada gloria,
subió la patria ilustre que fue vuestro ideal,
en áureos caracteres la historia un ,
rindió a la espada heroica de vuestro capitán.
Dormidos a la sombra del árbol del olvido,
¡quién sabe en dónde el resto de vuestro ser está!
Vosotros, los humildes, los del montón salidos,
sois parias; en la liza, con sangre fecundáis ,
el árbol de la fama que da las verdes hojas,
para adornar la frente de vuestro capitán...»
Por : Domingo Caba Ramos
Rufino de la cruz
Rufino de la Cruz : chofer, pobre, humilde, patriota, valiente, corajudo, solidario, antitrujillista, héroe, mártir y provisto de un valor a toda prueba, murió asesinado por los esbirros del régimen trujillista en el mismo atentado en que fallecieron las hermanas Mirabal, a quienes acompañaba al municipio de Puerto Plata, el 25 de noviembre de 1960.
Fue el chofer que las tres heroínas contrataron para que las llevara a la cárcel San Felipe de la norteña ciudad. Se cuenta que otros conductores se negaron a ofrecer ese servicio por el gran peligro que representaba estar cerca de estas aguerridas mujeres. Solo Rufino aceptó, quizás por sus sentimientos adversos hacia el régimen o talvez por su lealtad y solidaridad con las tres mariposas. Sin embargo, Rufino de la Cruz continúa siendo el héroe olvidado, opacado. Sus reconocimientos han sido muy tímidos y casi han brillado por su ausencia. No le han concedido los méritos que merece, como justicieramente se ha hecho con las hermanas por cuyo acompañamiento perdió la vida.
Pero tan apática actitud no es nueva en nuestro país, vale decir, esa tendencia a no valorar o sepultar en un injusto anonimato al humilde sin apellido que en un momento dado ha desempeñado un rol protagónico en beneficio de la patria, es recurrente en la historia dominicana, como bien lo describe el llamado “Poeta de los humildes”, Federico Bermúdez, en su brillante y clásico poema: «A los héroes sin nombre » :
A LOS HÉROES SIN NOMBRE
«Vosotros, los humildes, los del montón salidos,
heroicos defensores de nuestra libertad,
que en el desfiladero o en la llanura agreste,
cumplisteis la orden brava de vuestro capitán;
Vosotros, que con sangre de vuestras propias venas,
por defender la patria manchasteis la heredad,
hallasteis en la lucha la muerte y el olvido:
la gloria fue, absoluta, de vuestro capitán.
Cuando el cortante acero del enemigo bando,
cebó su torpe furia en vuestra humanidad,
y fuisteis el propicio legado de la tumba,
sin una cruz piadosa ni un ramo funeral,
también a vuestros nombres cubrió el eterno olvido:
¡tal sólo se oyó el nombre de vuestro capitán!
Y ya, cuando a la cumbre de la soñada gloria,
subió la patria ilustre que fue vuestro ideal,
en áureos caracteres la historia un ,
rindió a la espada heroica de vuestro capitán.
Dormidos a la sombra del árbol del olvido,
¡quién sabe en dónde el resto de vuestro ser está!
Vosotros, los humildes, los del montón salidos,
sois parias; en la liza, con sangre fecundáis ,
el árbol de la fama que da las verdes hojas,
para adornar la frente de vuestro capitán...»
jueves, 24 de noviembre de 2016
MI COLEGIALISTA PREFERIDA
Por : Domingo Caba Ramos
Aunque tenga que hacer frente a los efectos golpeantes del sueño y a las inclemencias del frío mañanero, cual “colegialista” consagrada, casi siempre es la primera en presentarse a su colegio. Cuando llega aquí y queda sola en su formador y amoroso nido de prekínder, ella ríe o llora de acuerdo a como marche su sueño y estado de ánimo.
Esta vez la cámara la sorprendió cuando una pícara y alegre sonrisa invadía su infantil y tierno rostro. ¿De qué reía? Sólo ella lo sabe. Así es Nicol: mi pequeño manojito de ternura. Esa es Nicol María: la más auténtica expresión de mi otro yo. Así es Nicol: una flor que llora y un diamante que respira.
Aunque tenga que hacer frente a los efectos golpeantes del sueño y a las inclemencias del frío mañanero, cual “colegialista” consagrada, casi siempre es la primera en presentarse a su colegio. Cuando llega aquí y queda sola en su formador y amoroso nido de prekínder, ella ríe o llora de acuerdo a como marche su sueño y estado de ánimo.
Esta vez la cámara la sorprendió cuando una pícara y alegre sonrisa invadía su infantil y tierno rostro. ¿De qué reía? Sólo ella lo sabe. Así es Nicol: mi pequeño manojito de ternura. Esa es Nicol María: la más auténtica expresión de mi otro yo. Así es Nicol: una flor que llora y un diamante que respira.
domingo, 13 de noviembre de 2016
“ NOCHE DE LLUVIA” : UN POEMA DE JUANA DE IBARBOROU
Por : Domingo Caba Ramos
“Comenzaré por decir, sobre los días y años de mi infancia, que mi único personaje inolvidable fue la lluvia. La lluvia austral que cae como una catarata del Polo, desde los cielos del Cabo de Hornos hasta la frontera. La lluvia caía en hilos como largas agujas de vidrio que se rompían en los techos o llegaban en olas transparentes contra las ventanas”
( Pablo Neruda )
" La lluvia - argumentaba yo en uno de mis artículos publicados en este y otros medios de prensa - embriaga el espíritu, excita la inspiración de los poetas y provoca en los seres dotados de cierto grado de sensibilidad artística toda una gama de dulces sensaciones y sentimientos"
No resulta extraño entonces que la lluvia se encuentre presente en los versos de los más renombrados poetas de la literatura universal . Vale citar, entre estos , a Pablo Neruda ( 1904 - 1973 ), Antonio Machado ( 1875 - 1939 ), Juana de Ibarborou ( 1892 - 1919 ) y Federico García Lorca ( 1898 - 1936 ), afamado bardo granadino este último, quien en su composición " LLUVIA" , describe así el fenómeno base de su poética inspiración :
“ La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella,
que hace vibrar el alma dormida del paisaje”
Pero nadie como Juana de Ibarborou, o Juana de América, como fue proclamada, supo plasmar en líricos versos el impacto sentimental que produce en las almas enamoradas ver la lluvia caer “ en hilos como largas agujas de vidrio…" , o cuando esta entona su sinfónico concierto al romper en los techos o contra las ventanas . Qué romántico mortal no habrá ordenado alguna vez, como la amada aludida por la insigne poetisa uruguaya : " Llueve… Espera, no te duermas…"
NOCHE DE LLUVIA
"Llueve... Espera, no duermas,
estáte atento a lo que dice el viento,
y a lo que dice el agua que golpea,
con sus dedos menudos en los vidrios.
¡Cómo estará de alegre el trigo ondeante!
¡Con qué avidez se esponjará la hierba!
¡Cuántos diamantes colgarán ahora,
del ramaje profundo de los pinos!
Espera, no te duermas. Escuchemos,
el ritmo de la lluvia,
apoya entre mis senos,
tu frente taciturna.
yo sentiré el latir de tus dos sienes,
palpitantes y tibias,
como si fueran dos martillos vivos,
que golpearan mi carne.
Espera, no te duermas. Esta noche,
somos los dos un mundo,
aislado por el viento y por la lluvia,
entre la cuenca tibia de una alcoba.
Espera, no te duermas. Esta noche,
somos acaso la raíz suprema,
de donde debe germinar mañana,
el tronco bello de una raza nueva"
(Juana de Ibarborou )
“Comenzaré por decir, sobre los días y años de mi infancia, que mi único personaje inolvidable fue la lluvia. La lluvia austral que cae como una catarata del Polo, desde los cielos del Cabo de Hornos hasta la frontera. La lluvia caía en hilos como largas agujas de vidrio que se rompían en los techos o llegaban en olas transparentes contra las ventanas”
( Pablo Neruda )
" La lluvia - argumentaba yo en uno de mis artículos publicados en este y otros medios de prensa - embriaga el espíritu, excita la inspiración de los poetas y provoca en los seres dotados de cierto grado de sensibilidad artística toda una gama de dulces sensaciones y sentimientos"
No resulta extraño entonces que la lluvia se encuentre presente en los versos de los más renombrados poetas de la literatura universal . Vale citar, entre estos , a Pablo Neruda ( 1904 - 1973 ), Antonio Machado ( 1875 - 1939 ), Juana de Ibarborou ( 1892 - 1919 ) y Federico García Lorca ( 1898 - 1936 ), afamado bardo granadino este último, quien en su composición " LLUVIA" , describe así el fenómeno base de su poética inspiración :
“ La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella,
que hace vibrar el alma dormida del paisaje”
Pero nadie como Juana de Ibarborou, o Juana de América, como fue proclamada, supo plasmar en líricos versos el impacto sentimental que produce en las almas enamoradas ver la lluvia caer “ en hilos como largas agujas de vidrio…" , o cuando esta entona su sinfónico concierto al romper en los techos o contra las ventanas . Qué romántico mortal no habrá ordenado alguna vez, como la amada aludida por la insigne poetisa uruguaya : " Llueve… Espera, no te duermas…"
NOCHE DE LLUVIA
"Llueve... Espera, no duermas,
estáte atento a lo que dice el viento,
y a lo que dice el agua que golpea,
con sus dedos menudos en los vidrios.
¡Cómo estará de alegre el trigo ondeante!
¡Con qué avidez se esponjará la hierba!
¡Cuántos diamantes colgarán ahora,
del ramaje profundo de los pinos!
Espera, no te duermas. Escuchemos,
el ritmo de la lluvia,
apoya entre mis senos,
tu frente taciturna.
yo sentiré el latir de tus dos sienes,
palpitantes y tibias,
como si fueran dos martillos vivos,
que golpearan mi carne.
Espera, no te duermas. Esta noche,
somos los dos un mundo,
aislado por el viento y por la lluvia,
entre la cuenca tibia de una alcoba.
Espera, no te duermas. Esta noche,
somos acaso la raíz suprema,
de donde debe germinar mañana,
el tronco bello de una raza nueva"
(Juana de Ibarborou )
viernes, 11 de noviembre de 2016
DOÑA REMIGIA PARECE QUE VOLVIÓ A PRENDERLES VELAS A LAS ÁNIMAS DEL PULGATORIO
Por: Domingo Caba Ramos
«En Paso Hondo, por los secos cauces de los arroyos y los ríos, empezaba a rodar agua sucia; todavía era escasa y se estancaba en las piedras. De las lomas bajaba roja, cargada de barro; de los cielos descendía pesada y rauda. El techo de yaguas se desmigajaba con los golpes múltiples del aguacero» (Del cuento “Dos pesos de agua”, de Juan Bosch)
Hace ya casi dos semanas que la lluvia no ha parado de caer en la región del Cibao. Como reza la frase popular: ¡Llueve a cántaros! Y es tanta la lluvia caída, que por momentos he pensado que la vieja Remigia, de “Paso Hondo”, se “mudó” a esta zona, y de nuevo les prendió, para que lleva, velas a las ánimas del purgatorio .
La historia de la vieja Remigia y Paso Hondo parece repetirse en cada rincón del país; pero muy particularmente en el Cibao Central.
Paso Hondo es el ambiente imaginario en donde se desarrolla el hecho (una sequía) que magistralmente relata Juan Bosch en uno de sus cuentos capitales: “Dos pesos de agua”, incluido en el volumen “Cuentos escritos antes del exilio”
En términos generales el cuento nos relata la historia de Remigia, la vieja campesina, y el extremo optimismo o fe inquebrantable de esta ante los peores desastres que en la vida puedan presentársele. Y el argumento es bastante sencillo:
Paso Hondo, lugar donde reside la vieja Remigia, es afectado por una gran sequía que genera la desesperación y la emigración en masa de los residentes de este lugar. La tragedia natural no solo afecta a la anciana campesina, sino también a sus vecinos, quienes forzados por las circunstancias deciden abandonar sus tierras y salir en busca de mejores condiciones de vida.
Al decir de los lugareños, la sequía, cual castigo divino, se presentó en el momento en que menos se esperaba:
« Todo iba bien. Pero sin saberse cuándo ni cómo se presentó aquella sequía. Pasó un mes sin llover, pasaron dos, pasaron tres. Los hombres que cruzaban por delante de su bohío la saludaban diciendo:
- Tiempo bravo, Remigia
Ella aprobaba en silencio. Acaso comentaba:
- Prendiendo velas a las ánimas pasa esto» (1982: 19)
Fue así como poco a poco, la angustia fue aposentándose en el cerebro de todos los residentes de Paso Hondo:
« Comenzó la desesperación. La gente estaba ya transida y la propia tierra quemaba como si despidiera llamas. Todos los arroyos cercanos habían desaparecidos; toda la vegetación de la loma había sido quemada…» (p. 20)
Antes de abandonar el lugar, los vecinos de la vieja pasaban a despedirse de ella y a externar el último lamento:
«-Yo no aguanto, Remigia; a este lugar le han echado mal de ojo...» (p.21)
Todos se marchan, menos Remigia, la cual se queda, confiando en que las ánimas del Purgatorio, a las cuales ella ha estado prendiendo velas, un día se compadecerán de Paso Hondo y mandarán la lluvia.
Y a todos, la vieja les regalaba monedas para que compraran velas y se las prendieran a las ánimas del pulgatorio :
«-Tenga; préndamele esto de velas a las ánimas en mi nombre... » (p.21)
«La vieja Remigia se resistía a salir. Algún día caería el agua; alguna tarde se cargaría el cielo de nubes; alguna noche rompería el canto del aguacero sobre el ardido techo de yaguas…» (p.18)
Después que sus insistentes pedidos habían sido ignorados, las ánimas descubren que Remigia ha gastado dos pesos en velas. Es entonces cuando de inmediato comienzan a dar respuestas a sus oraciones, enviando la tan esperada lluvia y causando, inconscientemente, una segunda tragedia: la inundación que destruye a Paso Hondo y se lleva consigo a doña Remigia.
«Rauda, pesada, cantando broncas canciones, la lluvia llegó hasta el camino real, resonó en el techo de yaguas, saltó el bohío, empezó a caer en el conuco. Sintiéndose arder, Remigia corrió a la puerta del patio y vio descender, apretados, los hilos gruesos del agua; vio la tierra adormecerse y despedir un vaho espeso. Se tiró afuera, rabiosa» (p.26)
En paso Hondo, como presa desbordada, las nubes no cesaban de enviar agua a la tierra:
«Pasó una semana; pasaron diez días, quince... Zumbaba el aguacero sin una hora de tregua…. Los ríos, los caños de agua y hasta las lagunas se adueñaban del mundo, borraban los caminos, se metían lentamente entre los conucos» (p.27)
Por esa razón, como sucede hoy en Puerto Plata y otros lugares, «… El agua sucia entró por los quicios y empezó a esparcirse en el suelo. Bravo era el viento en la distancia, y a ratos parecía arrancar árboles. Remigia abrió la puerta. Un relámpago lejano alumbró el sitio de Paso Hondo. ¡Agua y agua! Agua aquí, allá, más lejos, entre los troncos escasos, en los lugares pelados. Debía descender de las lomas y en el camino real se formaba un río torrentoso. » (p.27)
Remigia, que fue capaz de soportar estoicamente los embates de la primera tragedia (sequía) sucumbió ante la furia de la segunda (inundación):
«Cuando sintió el bohío torcerse por la tormenta, Remigia desistió de esperar y levantó al nieto. Se lo pegó al pecho; lo apretó, febril; luchó con el agua que le impedía caminar; empujó, como pudo, la puerta y se echó afuera. A la cintura llevaba el agua; y caminaba, caminaba. No sabía adónde iba. El terrible viento le destrenzaba el cabello, los relámpagos verdeaban en la distancia. El agua crecía, crecía. Levantó más al nieto. Después tropezó y tornó a pararse. Seguía sujetando al nieto y gritando: - ¡Virgen Santísima, Virgen Santísima!» (p. 18)
En tanto las ánimas, allá en el cielo, gritaban enloquecidas:
«- ¡Ya va medio peso de agua! ¡Ya va medio peso de agua!» (p. 29)
«-¡Todavía falta; todavía falta! ¡Son dos pesos, dos pesos de agua! ¡Son dos pesos de agua! » (p. 30)
Juan Bosch (1909/2001)
«En Paso Hondo, por los secos cauces de los arroyos y los ríos, empezaba a rodar agua sucia; todavía era escasa y se estancaba en las piedras. De las lomas bajaba roja, cargada de barro; de los cielos descendía pesada y rauda. El techo de yaguas se desmigajaba con los golpes múltiples del aguacero» (Del cuento “Dos pesos de agua”, de Juan Bosch)
Hace ya casi dos semanas que la lluvia no ha parado de caer en la región del Cibao. Como reza la frase popular: ¡Llueve a cántaros! Y es tanta la lluvia caída, que por momentos he pensado que la vieja Remigia, de “Paso Hondo”, se “mudó” a esta zona, y de nuevo les prendió, para que lleva, velas a las ánimas del purgatorio .
La historia de la vieja Remigia y Paso Hondo parece repetirse en cada rincón del país; pero muy particularmente en el Cibao Central.
Paso Hondo es el ambiente imaginario en donde se desarrolla el hecho (una sequía) que magistralmente relata Juan Bosch en uno de sus cuentos capitales: “Dos pesos de agua”, incluido en el volumen “Cuentos escritos antes del exilio”
En términos generales el cuento nos relata la historia de Remigia, la vieja campesina, y el extremo optimismo o fe inquebrantable de esta ante los peores desastres que en la vida puedan presentársele. Y el argumento es bastante sencillo:
Paso Hondo, lugar donde reside la vieja Remigia, es afectado por una gran sequía que genera la desesperación y la emigración en masa de los residentes de este lugar. La tragedia natural no solo afecta a la anciana campesina, sino también a sus vecinos, quienes forzados por las circunstancias deciden abandonar sus tierras y salir en busca de mejores condiciones de vida.
Al decir de los lugareños, la sequía, cual castigo divino, se presentó en el momento en que menos se esperaba:
« Todo iba bien. Pero sin saberse cuándo ni cómo se presentó aquella sequía. Pasó un mes sin llover, pasaron dos, pasaron tres. Los hombres que cruzaban por delante de su bohío la saludaban diciendo:
- Tiempo bravo, Remigia
Ella aprobaba en silencio. Acaso comentaba:
- Prendiendo velas a las ánimas pasa esto» (1982: 19)
Fue así como poco a poco, la angustia fue aposentándose en el cerebro de todos los residentes de Paso Hondo:
« Comenzó la desesperación. La gente estaba ya transida y la propia tierra quemaba como si despidiera llamas. Todos los arroyos cercanos habían desaparecidos; toda la vegetación de la loma había sido quemada…» (p. 20)
Antes de abandonar el lugar, los vecinos de la vieja pasaban a despedirse de ella y a externar el último lamento:
«-Yo no aguanto, Remigia; a este lugar le han echado mal de ojo...» (p.21)
Todos se marchan, menos Remigia, la cual se queda, confiando en que las ánimas del Purgatorio, a las cuales ella ha estado prendiendo velas, un día se compadecerán de Paso Hondo y mandarán la lluvia.
Y a todos, la vieja les regalaba monedas para que compraran velas y se las prendieran a las ánimas del pulgatorio :
«-Tenga; préndamele esto de velas a las ánimas en mi nombre... » (p.21)
«La vieja Remigia se resistía a salir. Algún día caería el agua; alguna tarde se cargaría el cielo de nubes; alguna noche rompería el canto del aguacero sobre el ardido techo de yaguas…» (p.18)
Después que sus insistentes pedidos habían sido ignorados, las ánimas descubren que Remigia ha gastado dos pesos en velas. Es entonces cuando de inmediato comienzan a dar respuestas a sus oraciones, enviando la tan esperada lluvia y causando, inconscientemente, una segunda tragedia: la inundación que destruye a Paso Hondo y se lleva consigo a doña Remigia.
«Rauda, pesada, cantando broncas canciones, la lluvia llegó hasta el camino real, resonó en el techo de yaguas, saltó el bohío, empezó a caer en el conuco. Sintiéndose arder, Remigia corrió a la puerta del patio y vio descender, apretados, los hilos gruesos del agua; vio la tierra adormecerse y despedir un vaho espeso. Se tiró afuera, rabiosa» (p.26)
En paso Hondo, como presa desbordada, las nubes no cesaban de enviar agua a la tierra:
«Pasó una semana; pasaron diez días, quince... Zumbaba el aguacero sin una hora de tregua…. Los ríos, los caños de agua y hasta las lagunas se adueñaban del mundo, borraban los caminos, se metían lentamente entre los conucos» (p.27)
Por esa razón, como sucede hoy en Puerto Plata y otros lugares, «… El agua sucia entró por los quicios y empezó a esparcirse en el suelo. Bravo era el viento en la distancia, y a ratos parecía arrancar árboles. Remigia abrió la puerta. Un relámpago lejano alumbró el sitio de Paso Hondo. ¡Agua y agua! Agua aquí, allá, más lejos, entre los troncos escasos, en los lugares pelados. Debía descender de las lomas y en el camino real se formaba un río torrentoso. » (p.27)
Remigia, que fue capaz de soportar estoicamente los embates de la primera tragedia (sequía) sucumbió ante la furia de la segunda (inundación):
«Cuando sintió el bohío torcerse por la tormenta, Remigia desistió de esperar y levantó al nieto. Se lo pegó al pecho; lo apretó, febril; luchó con el agua que le impedía caminar; empujó, como pudo, la puerta y se echó afuera. A la cintura llevaba el agua; y caminaba, caminaba. No sabía adónde iba. El terrible viento le destrenzaba el cabello, los relámpagos verdeaban en la distancia. El agua crecía, crecía. Levantó más al nieto. Después tropezó y tornó a pararse. Seguía sujetando al nieto y gritando: - ¡Virgen Santísima, Virgen Santísima!» (p. 18)
En tanto las ánimas, allá en el cielo, gritaban enloquecidas:
«- ¡Ya va medio peso de agua! ¡Ya va medio peso de agua!» (p. 29)
«-¡Todavía falta; todavía falta! ¡Son dos pesos, dos pesos de agua! ¡Son dos pesos de agua! » (p. 30)
Juan Bosch (1909/2001)
domingo, 30 de octubre de 2016
SALOMÉ UREÑA: MADRE, MAESTRA Y POETISA
Por: Domingo Caba Ramos.
Salomé Ureña de Henríquez
El 21 de octubre de 1850, nació en la ciudad de Santo Domingo la insigne poetisa y maestra dominicana, Salomé Ureña de Henríquez (1850-1897). Por esa razón o en su honor, el 21 de octubre de cada año se celebra en la República Dominicana el “Día Nacional del Poeta” y, de manera muy especial, se festeja con diversos actos el natalicio de una de las más ilustres y trascendentales de las poetisas dominicanas y la figura de mayor relieve de la lírica dominicana del siglo XIX.
Y es que a doña Salomé, los dominicanos, necesariamente, tenemos que recordarla siempre; porque fue mucho lo que esta consagrada educadora realizó en beneficio de su nación. En otras palabras, fue mucho lo que esta honorable mujer le brindó a la patria de sus amores.
Hija del educador, poeta y escritor, Nicolás Ureña de Mendoza, Salomé Ureña de Henríquez es una de las figuras estelares de la poesía dominicana y pionera de la educación femenina de carácter formal en nuestro país. Fue ella quien fundó el centro académico, Instituto de Señoritas, donde se graduaron las primeras maestras del país, y fue ella la que compuso los más bellos y significativos versos de carácter patriótico hasta ahora conocidos en la historia de la literatura dominicana.
Esposa del también poeta y escritor don Francisco Henríquez y Carvajal, a Salomé Ureña no le bastó con ofrecerle al país su ingente obra poética y educativa. Además de eso, le brindó a su patria y al mundo americano tres glorias de la educación y las letras hispanoamericanas: Max, Camila y Pedro Henríquez Ureña.
Maximiliano (Max) Henríquez Ureña (1885-1969) – Escritor, ensayista, novelista, cuentista, crítico literario, poeta, profesor de Literatura en Cuba, diplomático y doctor en Filosofía y Letras. En nuestro país fue Superintendente General de Enseñanza, Secretario de Interior y Policía y miembro de la Academia Dominicana de la Lengua. Entre sus estudios acerca de la cultura hispanoamericana figuran: " Panorama histórico de la literatura dominicana" (Tomos 1 y 2, Río de Janeiro, 1945), " Panorama histórico de la literatura cubana" (Puerto Rico, 1963) y " Breve historia del Modernismo" (México, 1964). En Cuba residió durante muchos años. Por esa razón, la mayor parte de escritos versan acerca de la cultura y la literatura de esta patria antillana.
Camila Henríquez Ureña (1894-1973) – Ensayista, educadora y crítica literaria. Graduada de Doctora en Filosofía y Letras en Cuba, también cursó estudios en las universidades de Minnesota y Columbia, en los Estados Unidos. Ejerció como maestra de Lenguas y Literatura tanto en La Habana como en universidades norteamericanas. Vivió en La Habana, Cuba, desde niña hasta días antes de su muerte, acaecida en República Dominicana de manera repentina el 12 de septiembre de 1973, cuando se encontraba de visita en la tierra que la vio nacer. Publicó, entre otros, los libros : "Ideas pedagógicas de Eugenio María de Hostos" ( Santo Domingo, 1932 ), "Invitación a la lectura" ( La Habana, 1954 ), " Apreciación literaria" ( La Habana, 1964 ), " Feminismo y otros temas sobre la mujer en sociedad" ( Santo Domingo, 1985 )
Pedro Henríquez Ureña ( 1884-1946 ) – Ensayista, educador, poeta, dramaturgo, narrador, lingüista, filólogo , humanista, abogado y doctor en Filosofía y Letras, está considerado no sólo como una de las grandes glorias de la educación continental, sino también como uno de los más respetados escritores de la literatura hispanoamericana. Se trata del más notable y universal de los humanistas dominicanos. Ejerció como educador en las famosas universidades norteamericanas de Minnesota, Chicago, California y Harvard; pero fue en México y Argentina donde su labor docente se llevó a cabo por más años y de manera permanente. Entre sus más importantes libros se destacan: " Es español en Santo Domingo", " Gramática Castellana", " Seis ensayo en busca de nuestra expresión ", "Santo Domingo y las letras coloniales", " Corrientes literarias en Hispanoamérica" y " Apuntaciones de la novela en América"
Todos estos ilustres hijos emanaron del vientre bendito de doña Salomé, así como emanaron de su fértil vientre poético los más ingeniosos versos, y de su mente productiva, los más edificantes proyectos educativos.
Maestra que contribuyó con sus valiosos aportes en el proceso de reforma y desarrollo de la escuela dominicana; madre que trajo al mundo a tres preclaros representantes de la educación y las letras hispanoamericanas y poetisa que nos dejó los primeros poemas de mayor relieve de la literatura dominicana, en eso consiste la triple corona de esa inmensa mujer dominicana llamada Salomé Ureña de Henríquez.
Salomé Ureña de Henríquez
El 21 de octubre de 1850, nació en la ciudad de Santo Domingo la insigne poetisa y maestra dominicana, Salomé Ureña de Henríquez (1850-1897). Por esa razón o en su honor, el 21 de octubre de cada año se celebra en la República Dominicana el “Día Nacional del Poeta” y, de manera muy especial, se festeja con diversos actos el natalicio de una de las más ilustres y trascendentales de las poetisas dominicanas y la figura de mayor relieve de la lírica dominicana del siglo XIX.
Y es que a doña Salomé, los dominicanos, necesariamente, tenemos que recordarla siempre; porque fue mucho lo que esta consagrada educadora realizó en beneficio de su nación. En otras palabras, fue mucho lo que esta honorable mujer le brindó a la patria de sus amores.
Hija del educador, poeta y escritor, Nicolás Ureña de Mendoza, Salomé Ureña de Henríquez es una de las figuras estelares de la poesía dominicana y pionera de la educación femenina de carácter formal en nuestro país. Fue ella quien fundó el centro académico, Instituto de Señoritas, donde se graduaron las primeras maestras del país, y fue ella la que compuso los más bellos y significativos versos de carácter patriótico hasta ahora conocidos en la historia de la literatura dominicana.
Esposa del también poeta y escritor don Francisco Henríquez y Carvajal, a Salomé Ureña no le bastó con ofrecerle al país su ingente obra poética y educativa. Además de eso, le brindó a su patria y al mundo americano tres glorias de la educación y las letras hispanoamericanas: Max, Camila y Pedro Henríquez Ureña.
Maximiliano (Max) Henríquez Ureña (1885-1969) – Escritor, ensayista, novelista, cuentista, crítico literario, poeta, profesor de Literatura en Cuba, diplomático y doctor en Filosofía y Letras. En nuestro país fue Superintendente General de Enseñanza, Secretario de Interior y Policía y miembro de la Academia Dominicana de la Lengua. Entre sus estudios acerca de la cultura hispanoamericana figuran: " Panorama histórico de la literatura dominicana" (Tomos 1 y 2, Río de Janeiro, 1945), " Panorama histórico de la literatura cubana" (Puerto Rico, 1963) y " Breve historia del Modernismo" (México, 1964). En Cuba residió durante muchos años. Por esa razón, la mayor parte de escritos versan acerca de la cultura y la literatura de esta patria antillana.
Camila Henríquez Ureña (1894-1973) – Ensayista, educadora y crítica literaria. Graduada de Doctora en Filosofía y Letras en Cuba, también cursó estudios en las universidades de Minnesota y Columbia, en los Estados Unidos. Ejerció como maestra de Lenguas y Literatura tanto en La Habana como en universidades norteamericanas. Vivió en La Habana, Cuba, desde niña hasta días antes de su muerte, acaecida en República Dominicana de manera repentina el 12 de septiembre de 1973, cuando se encontraba de visita en la tierra que la vio nacer. Publicó, entre otros, los libros : "Ideas pedagógicas de Eugenio María de Hostos" ( Santo Domingo, 1932 ), "Invitación a la lectura" ( La Habana, 1954 ), " Apreciación literaria" ( La Habana, 1964 ), " Feminismo y otros temas sobre la mujer en sociedad" ( Santo Domingo, 1985 )
Pedro Henríquez Ureña ( 1884-1946 ) – Ensayista, educador, poeta, dramaturgo, narrador, lingüista, filólogo , humanista, abogado y doctor en Filosofía y Letras, está considerado no sólo como una de las grandes glorias de la educación continental, sino también como uno de los más respetados escritores de la literatura hispanoamericana. Se trata del más notable y universal de los humanistas dominicanos. Ejerció como educador en las famosas universidades norteamericanas de Minnesota, Chicago, California y Harvard; pero fue en México y Argentina donde su labor docente se llevó a cabo por más años y de manera permanente. Entre sus más importantes libros se destacan: " Es español en Santo Domingo", " Gramática Castellana", " Seis ensayo en busca de nuestra expresión ", "Santo Domingo y las letras coloniales", " Corrientes literarias en Hispanoamérica" y " Apuntaciones de la novela en América"
Todos estos ilustres hijos emanaron del vientre bendito de doña Salomé, así como emanaron de su fértil vientre poético los más ingeniosos versos, y de su mente productiva, los más edificantes proyectos educativos.
sábado, 15 de octubre de 2016
FRANCISCO GRULLÓN Y DOMINGO RODRÍGUEZ
Por: Domingo Caba Ramos
Así como existen nombramientos en la administración pública que en el seno del pueblo se reciben con desagrado, hay otros que ese mismo pueblo los celebra con inigualable regocijo. Es el caso de las recientes designaciones del doctor Francisco Grullón (Pepe) y el ingeniero Domingo Rodríguez, nombrado director del Centro de la Cultura de Santiago, el primero, y coordinador nacional de las direcciones provinciales del Ministerio de Medio Ambiente, el segundo.
Ing. Domingo Rodríguez
Domingo es un técnico ambientalista a pruebas de hechos. Profesor universitario y experimentado ecologista, de él bien puede afirmarse que conoce como el que más a nuestro país, así como los misterios de la naturaleza dominicana. Sus profundos conocimientos en materia de Ecología, sus enseñanzas, así como su pasión y lucha por la preservación y defensa del medio ambiente, unidas todas estas cualidades a su honestidad y responsabilidad, hacen de él la persona ideal para desempeñar un puesto de esa magnitud. Y porque así pensamos, ha de esperarse que su gestión será exitosa, para bien del país en general, y de nuestro medio ambiente en particular.
Francisco Grullón, el más pintor de todos los médicos dominicanos, es una especie de “Quijote sin Mancha” que, en el poco incentivado o escasamente patrocinado mundo del arte y la cultura dominicanos, no para de crear, enseñar y organizar actividades independientemente de que los recursos brillen por su ausencia.
Dr. Francisco Grullón
Hijo de uno de los maestros de la pintura dominicana, don Mario Grullón, aparte de su labor como médico y facilitador pictórico, la vida de Pepe, como se le conoce popularmente, se ha desenvuelto entre exposiciones individuales y colectivas, no solo en Santiago y Santo Domingo, sino también en Tamboril, donde además de una clínica fundó una escuela de artes, y donde reside después que los moradores de este municipio decidieron un buen día robárselo a la Ciudad Corazón, de la que es oriundo.
Expresivo, parlanchín, espontáneo y amigo de los amigos, Grullón es un apasionado gestor cultural que siempre ha estado vinculado a este ámbito. Por eso estamos seguros que, siempre que reciba el apoyo correspondiente, habrá de cosechar, igual que mi tocayo y amigo, Domingo Rodríguez, los éxitos esperados en el desempeño de sus funciones.
Así como existen nombramientos en la administración pública que en el seno del pueblo se reciben con desagrado, hay otros que ese mismo pueblo los celebra con inigualable regocijo. Es el caso de las recientes designaciones del doctor Francisco Grullón (Pepe) y el ingeniero Domingo Rodríguez, nombrado director del Centro de la Cultura de Santiago, el primero, y coordinador nacional de las direcciones provinciales del Ministerio de Medio Ambiente, el segundo.
Ing. Domingo Rodríguez
Francisco Grullón, el más pintor de todos los médicos dominicanos, es una especie de “Quijote sin Mancha” que, en el poco incentivado o escasamente patrocinado mundo del arte y la cultura dominicanos, no para de crear, enseñar y organizar actividades independientemente de que los recursos brillen por su ausencia.
Dr. Francisco Grullón
Hijo de uno de los maestros de la pintura dominicana, don Mario Grullón, aparte de su labor como médico y facilitador pictórico, la vida de Pepe, como se le conoce popularmente, se ha desenvuelto entre exposiciones individuales y colectivas, no solo en Santiago y Santo Domingo, sino también en Tamboril, donde además de una clínica fundó una escuela de artes, y donde reside después que los moradores de este municipio decidieron un buen día robárselo a la Ciudad Corazón, de la que es oriundo.
Expresivo, parlanchín, espontáneo y amigo de los amigos, Grullón es un apasionado gestor cultural que siempre ha estado vinculado a este ámbito. Por eso estamos seguros que, siempre que reciba el apoyo correspondiente, habrá de cosechar, igual que mi tocayo y amigo, Domingo Rodríguez, los éxitos esperados en el desempeño de sus funciones.
viernes, 14 de octubre de 2016
PABLO NERUDA, EL PADRE LAS CASAS Y EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA
Por: Domingo Caba Ramos
Pablo Neruda
Pablo Neruda (1904 - 1973), chileno universal, Premio Nobel de Literatura, poeta de América y del mundo. En la primera etapa de su evolución poética compuso bellos y hermosos poemas que indudablemente lo convirtieron en un verdadero y genial cantor del amor y la mujer.
La Guerra Civil Española, en cuyo estallido y desarrollo se vio inmerso, fue más que suficiente para que su lírica inicial se orientara hacia otros derroteros temáticos. A partir de este momento sus versos comienzan a aparecer henchidos de vivenciales referencias o connotaciones sociopolíticas que más tarde habrían de convertir al afamado vate chileno en uno de los más grandes exponentes de la poesía social de la literatura hispanoamericana.
Los problemas del hombre americano eran sus problemas, y a tono con esta internacionalista concepción, asume, a través de sus versos, la voz o el eco de los diferentes pueblos latinoamericanos.
De ahí que en febrero de 1966, y en solidaridad con la República Dominicana, la cual un año antes había sido víctima de la segunda intervención estadounidense, Neruda escribe “Versainograma a Santo Domingo”, un extenso poema de inconfundible tono épico y en cuyas primeras estrofas el autor de “Crepusculario” y “Canto general” plasma su concepción acerca del descubrimiento de América, presentándonos el trascendental acontecimiento como la cuna, germen o raíz de los males futuros del pueblo dominicano:
“Perdonen si les digo unas locuras,
en esta dulce tarde de febrero,
y si se va mi corazón cantando,
hacia Santo Domingo, Compañeros.
Vamos a recordar lo que ha pasado,
desde que Don Cristóbal marinero,
puso los pies y descubrió la isla,
Ay! mejor que no la hubiera descubierto,
porque ha sufrido tanto desde entonces,
que parece que el diablo y no Jesús,
se entendió con Colón en ese aspecto.
Estos conquistadores españoles,
que llegaron de España con lo puesto,
buscaban oro, y lo buscaban tanto,
como si les sirviese de alimento.
Enarbolando a Cristo con su cruz,
los garrotazos fueron argumentos,
tan poderosos que los indios vivos,
se convirtieron en cristianos muertos.
Isla Negra (Chile) - Feb. 1966
Fray Bartolomé de Las Casas
Acerca del mismo acontecimiento, Fray Bartolomé de Las Casas, protector de los indios, cronista y uno de los principales testigos del descubrimiento, conquista y colonización de América, en su obra «Brevísima relación de la destrucción de las Indias», nos presenta un espeluznante y dramático relato acerca de los atropellos y crueldades de los conquistadores españoles en contra de la indefensa población indígena. Relato cuya lectura nos obliga necesariamente a preguntarnos: el descubrimiento de América, ¿debe en este continente celebrarse o conmemorarse? Veamos parte de su contenido:
«En la Isla Española, los cristianos (españoles) con sus caballos y espadas y lanzas comienzan a hacer matanzas y crueldades extrañas en ellos. Entraban en los pueblos, ni dejaban niños y viejos, ni mujeres preñadas ni paridas que no desbarrigaban y hacían pedazos, como si dieran en unos corderos metidos en sus apriscos. Hacían apuestas sobre quién de una cuchillada abría el hombre por medio, o le cortaba la cabeza de un piquete o le descubría las entrañas. Tomaban las criaturas de las tetas de las madres, por las piernas, y daban de cabeza con ellas en las peñas. Otros daban con ellas en ríos por las espaldas, riendo y burlando y cayendo en el agua decían: “bullís, cuerpo de tal”; otras criaturas metían en la espada con las madres juntamente y todos cuantos delante de sí hallaban.
Hacían unas horcas largas que juntasen casi los pies a la tierra, y de trece en trece, a honor y reverencia de Nuestro Redentor y de los doce apóstoles, poniéndoles leña y fuego, los quemaban vivos. Otros ataban o liaban todo el cuerpo de paja seca pegándoles fuego, así los quemaban. Otros, y todos los que querían tomar a vida, cortábanles ambas manos, y de ellas llevaban colgando y decíanles: “Andad con cartas: llevad las nuevas a las gentes que estaban huídas por los montes. Comúnmente mataban a los señores y nobles de esta manera: que hacían unas parrillas de varas sobre horquetas y atábanlos en ellas y poníanles por debajo fuego manso, para que poco a poco, dando alaridos en aquellos tormentos, desesperados, se les salían las ánimas. Una vez vide que, teniendo en las parrillas quemándose cuatro o cinco principales y señores, y porque daban muy grandes gritos y daban pena al capitán o le impedían el sueño, mandó que los ahogasen, y el alguacil, que era peor que el verdugo que los quemaba, no quiso ahogarlos, antes les metió con sus manos palos en las bocas para que no sonasen y atizóles el fuego hasta que se asaron de despacio como él quería. Yo vide todas las cosas arriba dichas y muchas otras infinitas»
Pablo Neruda
Pablo Neruda (1904 - 1973), chileno universal, Premio Nobel de Literatura, poeta de América y del mundo. En la primera etapa de su evolución poética compuso bellos y hermosos poemas que indudablemente lo convirtieron en un verdadero y genial cantor del amor y la mujer.
La Guerra Civil Española, en cuyo estallido y desarrollo se vio inmerso, fue más que suficiente para que su lírica inicial se orientara hacia otros derroteros temáticos. A partir de este momento sus versos comienzan a aparecer henchidos de vivenciales referencias o connotaciones sociopolíticas que más tarde habrían de convertir al afamado vate chileno en uno de los más grandes exponentes de la poesía social de la literatura hispanoamericana.
Los problemas del hombre americano eran sus problemas, y a tono con esta internacionalista concepción, asume, a través de sus versos, la voz o el eco de los diferentes pueblos latinoamericanos.
De ahí que en febrero de 1966, y en solidaridad con la República Dominicana, la cual un año antes había sido víctima de la segunda intervención estadounidense, Neruda escribe “Versainograma a Santo Domingo”, un extenso poema de inconfundible tono épico y en cuyas primeras estrofas el autor de “Crepusculario” y “Canto general” plasma su concepción acerca del descubrimiento de América, presentándonos el trascendental acontecimiento como la cuna, germen o raíz de los males futuros del pueblo dominicano:
“Perdonen si les digo unas locuras,
en esta dulce tarde de febrero,
y si se va mi corazón cantando,
hacia Santo Domingo, Compañeros.
Vamos a recordar lo que ha pasado,
desde que Don Cristóbal marinero,
puso los pies y descubrió la isla,
Ay! mejor que no la hubiera descubierto,
porque ha sufrido tanto desde entonces,
que parece que el diablo y no Jesús,
se entendió con Colón en ese aspecto.
Estos conquistadores españoles,
que llegaron de España con lo puesto,
buscaban oro, y lo buscaban tanto,
como si les sirviese de alimento.
Enarbolando a Cristo con su cruz,
los garrotazos fueron argumentos,
tan poderosos que los indios vivos,
se convirtieron en cristianos muertos.
Isla Negra (Chile) - Feb. 1966
Fray Bartolomé de Las Casas
Acerca del mismo acontecimiento, Fray Bartolomé de Las Casas, protector de los indios, cronista y uno de los principales testigos del descubrimiento, conquista y colonización de América, en su obra «Brevísima relación de la destrucción de las Indias», nos presenta un espeluznante y dramático relato acerca de los atropellos y crueldades de los conquistadores españoles en contra de la indefensa población indígena. Relato cuya lectura nos obliga necesariamente a preguntarnos: el descubrimiento de América, ¿debe en este continente celebrarse o conmemorarse? Veamos parte de su contenido:
«En la Isla Española, los cristianos (españoles) con sus caballos y espadas y lanzas comienzan a hacer matanzas y crueldades extrañas en ellos. Entraban en los pueblos, ni dejaban niños y viejos, ni mujeres preñadas ni paridas que no desbarrigaban y hacían pedazos, como si dieran en unos corderos metidos en sus apriscos. Hacían apuestas sobre quién de una cuchillada abría el hombre por medio, o le cortaba la cabeza de un piquete o le descubría las entrañas. Tomaban las criaturas de las tetas de las madres, por las piernas, y daban de cabeza con ellas en las peñas. Otros daban con ellas en ríos por las espaldas, riendo y burlando y cayendo en el agua decían: “bullís, cuerpo de tal”; otras criaturas metían en la espada con las madres juntamente y todos cuantos delante de sí hallaban.
Hacían unas horcas largas que juntasen casi los pies a la tierra, y de trece en trece, a honor y reverencia de Nuestro Redentor y de los doce apóstoles, poniéndoles leña y fuego, los quemaban vivos. Otros ataban o liaban todo el cuerpo de paja seca pegándoles fuego, así los quemaban. Otros, y todos los que querían tomar a vida, cortábanles ambas manos, y de ellas llevaban colgando y decíanles: “Andad con cartas: llevad las nuevas a las gentes que estaban huídas por los montes. Comúnmente mataban a los señores y nobles de esta manera: que hacían unas parrillas de varas sobre horquetas y atábanlos en ellas y poníanles por debajo fuego manso, para que poco a poco, dando alaridos en aquellos tormentos, desesperados, se les salían las ánimas. Una vez vide que, teniendo en las parrillas quemándose cuatro o cinco principales y señores, y porque daban muy grandes gritos y daban pena al capitán o le impedían el sueño, mandó que los ahogasen, y el alguacil, que era peor que el verdugo que los quemaba, no quiso ahogarlos, antes les metió con sus manos palos en las bocas para que no sonasen y atizóles el fuego hasta que se asaron de despacio como él quería. Yo vide todas las cosas arriba dichas y muchas otras infinitas»
jueves, 29 de septiembre de 2016
LA MARCHANTA
(A mi gran amigo Rafael Almánzar: consagrado folklorista y director de Casa de Arte)
Por: Domingo Caba Ramos.
Imagen fiel de una marchanta
Un día de estos cayó en mis manos el libro “De todo un poco y de nada un mucho”, del poeta, ensayista, animador cultural y destacado crítico literario Pedro René Contín Aybar (1907- 1981) Fue editado en Santo Domingo en 1927 y reeditado en 1912 por el Ministerio de Cultura. Se trata de un libro que como bien se aclara en las notas preliminares de su reciente edición “no fue del dominio público durante más de ocho décadas en que permaneció inédito…”
En la página número 25 de la obra, el reputado crítico nos presenta un texto, “La marchanta”, que bien puede considerarse como el más auténtico retrato escrito que se haya realizado acerca de este digno y honorable ser, que a lomo burro se desplaza cada mañana, a ritmo de sus pregones cantarinos, por las calles de nuestros centros urbanos promoviendo los frutos cultivados en las zonas campestres donde residen. Un texto que por su extraordinario valor folklórico y literario, me permito compartir con todos mis amables lectores:
LA MARCHANTA
«Cuando empieza a dejar sus brumas nocturnales y a brillar en luces del día, la ciudad, y, mientras cantan en los corrales sus primeros cantos, los gallos madrugadores, deja el lecho y se levanta a vender sus frutas y sus frutos por las polvorientas calles, de puerta en puerta.
Es siempre una mujer robusta, ni vieja, ni joven, en cuya cara parece que se estaciona el tiempo y no deja arrugas que delaten su presencia, inoportuna las más de las veces. De tez broncínea y labios gruesos y nariz aplastada: tipo del negro dominicano, que es más bien de color térreo, pastoso, y, muy raras veces, brillante. Va vestida con trapos que imitan un traje de moda pasada: casi siempre es regalo de alguna cliente caritativa que no sabiendo en dónde guardarlo y sintiendo botarlo como cosa inútil, lo dá en cambio de una que otra fruta de su mercancía.
Y cuando llega a una puerta entornada no más, por lo temprano de la hora, grita con ronca voz: “Marchantaaaa…no quiere náaaaá?...Yebo guineo, batata, yuca, ahuyama, limoncillo y toa clase de frútases y verdura”. Y si alguien responde que no, sigue pregonando su haber hasta que, o se hace repetir la negativa varias veces, o hace que la dueña de la casa le compre algo.
En veces va fumando su cachimbo y casi siempre, rumia algo entre dientes: que nunca es oración y si muchas veces descontento y raña. Pero es jovial y discreta: jamás se atreve a decir inconveniencias a las señoras dueñas de la casa y sólo cuando algún chicuelo la embroma con sus dichos o con sus maldades, suelta unas palabrotas que no son nada agradables para la moral y que muchas veces insultan a las pobres madres, ignorantes del mal que sus hijos hacen.
La Marchanta lleva todo: frutas, frutos, yerbas medicinales, dulces, huevos y algunas, muñecas de trapo y otros juguetes que ellas mismas hacen con retales pedidos a sus marchantas o en las tiendas de géneros. Y como el antiguo albéitar, se mete en veces a ser curandera y receta sus yerbas y ungüentos para males y maldeojos, o compone esguinces con ensalmos y pomadas de su propia invención.
Habla mucho y de todo. Sabe los chismes del barrio y trae y lleva los decires de unos y otros. Descansa en las aceras o en los quicios de las puertas y, cuando aprieta el sol y desfallece el estómago, se adentra en alguna casa que le sea familiar para comer un pan con queso, mojado en una tacita de café.
Y así sigue colocando su mercancía hasta que termina con ella, momento en que vuelve a su bohío, situado en las afueras de la ciudad, después de haber repetido más de mil veces su: “Marchantaaaá… ¿no quiere ná?...”»
Por: Domingo Caba Ramos.
Imagen fiel de una marchanta
Un día de estos cayó en mis manos el libro “De todo un poco y de nada un mucho”, del poeta, ensayista, animador cultural y destacado crítico literario Pedro René Contín Aybar (1907- 1981) Fue editado en Santo Domingo en 1927 y reeditado en 1912 por el Ministerio de Cultura. Se trata de un libro que como bien se aclara en las notas preliminares de su reciente edición “no fue del dominio público durante más de ocho décadas en que permaneció inédito…”
En la página número 25 de la obra, el reputado crítico nos presenta un texto, “La marchanta”, que bien puede considerarse como el más auténtico retrato escrito que se haya realizado acerca de este digno y honorable ser, que a lomo burro se desplaza cada mañana, a ritmo de sus pregones cantarinos, por las calles de nuestros centros urbanos promoviendo los frutos cultivados en las zonas campestres donde residen. Un texto que por su extraordinario valor folklórico y literario, me permito compartir con todos mis amables lectores:
LA MARCHANTA
«Cuando empieza a dejar sus brumas nocturnales y a brillar en luces del día, la ciudad, y, mientras cantan en los corrales sus primeros cantos, los gallos madrugadores, deja el lecho y se levanta a vender sus frutas y sus frutos por las polvorientas calles, de puerta en puerta.
Es siempre una mujer robusta, ni vieja, ni joven, en cuya cara parece que se estaciona el tiempo y no deja arrugas que delaten su presencia, inoportuna las más de las veces. De tez broncínea y labios gruesos y nariz aplastada: tipo del negro dominicano, que es más bien de color térreo, pastoso, y, muy raras veces, brillante. Va vestida con trapos que imitan un traje de moda pasada: casi siempre es regalo de alguna cliente caritativa que no sabiendo en dónde guardarlo y sintiendo botarlo como cosa inútil, lo dá en cambio de una que otra fruta de su mercancía.
Y cuando llega a una puerta entornada no más, por lo temprano de la hora, grita con ronca voz: “Marchantaaaa…no quiere náaaaá?...Yebo guineo, batata, yuca, ahuyama, limoncillo y toa clase de frútases y verdura”. Y si alguien responde que no, sigue pregonando su haber hasta que, o se hace repetir la negativa varias veces, o hace que la dueña de la casa le compre algo.
En veces va fumando su cachimbo y casi siempre, rumia algo entre dientes: que nunca es oración y si muchas veces descontento y raña. Pero es jovial y discreta: jamás se atreve a decir inconveniencias a las señoras dueñas de la casa y sólo cuando algún chicuelo la embroma con sus dichos o con sus maldades, suelta unas palabrotas que no son nada agradables para la moral y que muchas veces insultan a las pobres madres, ignorantes del mal que sus hijos hacen.
La Marchanta lleva todo: frutas, frutos, yerbas medicinales, dulces, huevos y algunas, muñecas de trapo y otros juguetes que ellas mismas hacen con retales pedidos a sus marchantas o en las tiendas de géneros. Y como el antiguo albéitar, se mete en veces a ser curandera y receta sus yerbas y ungüentos para males y maldeojos, o compone esguinces con ensalmos y pomadas de su propia invención.
Habla mucho y de todo. Sabe los chismes del barrio y trae y lleva los decires de unos y otros. Descansa en las aceras o en los quicios de las puertas y, cuando aprieta el sol y desfallece el estómago, se adentra en alguna casa que le sea familiar para comer un pan con queso, mojado en una tacita de café.
Y así sigue colocando su mercancía hasta que termina con ella, momento en que vuelve a su bohío, situado en las afueras de la ciudad, después de haber repetido más de mil veces su: “Marchantaaaá… ¿no quiere ná?...”»
miércoles, 31 de agosto de 2016
“EN ESTA ALTA CUESTA DE LA NOCHE”
(Ultimo poema de Tomás Hernández Franco)
Por : Domingo Caba Ramos
(Al arquitecto Rafael Tomás Hernández Ramos)
Tomás Hernández Franco
Fechada en Santo Domingo, el día 2 de septiembre de 1952, el entonces prestigioso diario La Nación publicó una extensa esquela acerca de la muerte del ilustre poeta tamborileño, Tomás Hernández Franco (Abril 29, 1904 – Septiembre, 1, 1952), en cuyo primer párrafo se lee lo siguiente:
«El distinguido escritor y poeta dominicano, don Tomás Hernández Franco, falleció en horas de la mañana de ayer en esta ciudad, en el hospital Salvador Gautier, después de que la ciencia médica agotó todos los recursos para devolverle la salud perdida. El señor Hernández Franco había sido trasladado desde su residencia de Tamboril, en Santiago de los Caballeros, a esta ciudad para ser hospitalizado. El cadáver del escritor y poeta fue trasladado en horas de la mañana a Tamboril donde recibirá cristiana sepultura. La irreparable muestre del distinguido escritor dominicano – continúa la reseña de La Nación - quien fue uno de los más apreciados colaboradores de este diario, enluta las letras nacionales. Su fallecimiento ha llenado de tristeza a cientos de corazones que le querían y estimaban. La Nación hace llegar su más sentida condolencia, en primer lugar a su esposa, doña Amparo Tolentino, a sus hijos Tomás y Luciano, a su hermano espiritual, el célebre pintor dominicano don Jaime Colson, y a todos cuantos se sientan afectados por tan doloroso descenso »
Tres meses antes de su muerte, en junio de 1952, Hernández Franco compuso “En esta alta cuesta de la noche”, su último poema, especie de autoelegía y en el que su autor parece presentir la muerte que en septiembre del antes citado año lo sorprendería en su lecho de enfermo del Hospital Salvador B. Gautier. Junto a otros poemas: "Oración para el próximo dolor”, "Puedo jura ahora", "Canción de amor en muerte para el hijo" e "Inventar la palabra mansa", conformó el reducido volumen que con el título de Poemas Póstumos fue publicado un mes después (octubre) de la desaparición física del autor.
“En esta alta cuesta de la noche”, es una de esas piezas poéticas que por su fúnebre acento parecen haber sido compuestas casi al pie del sepulcro. Se trata de un poema de lírico y doloroso acento, en cuyos versos late la presencia del yo interior del poeta, y es por ello que dichos versos entrañan subjetivismo, intimismo y la manifestación de los sentimientos ante una realidad objetiva: la muerte. La muerte, cuya derrota el poeta resignadamente acepta (“Estoy vencido por ti, silencio”...) y con la cual parece sostener un diálogo confidencial.
EN ESTA ALTA CUESTA DE LA NOCHE
«En esta alta cuesta de la noche,
de montaña a montaña,
y de mar a mar,
eres tú, silencio, el único que hablas,
y es tu estentórea voz, l
a que alza el huracán en los gritos del miedo.
Estoy vencido por ti, silencio,
pero yo puedo hablarte,
pero desde lo último de mi última cobardía:
porque hasta la noche está sin ti, sin nadie,
y tan vacía.
Hay un perro que ladra, asustado por haberte olfateado,
¡te presiente!
una flor invisible que en el aire se mueve,
debe estar su perfume tan quieto y tan inútil,
y hay un niño que quisiera ver en sueño a los ángeles,
soñando su sonrisa porque ha visto,
¡y tu voz tan opaca hablando de la muerte!
Lo sé. Es de ella de quien quieres hablar, silencio,
y subiendo la sombra insomne de la noche,
frente a tu tribuna sin lenguas y sin gestos,
ante ti, yo, desnudo, ante lo que no dices,
Aplaudo, yo, único, solo, tu inmortal argumento.
“Es que la tumba espera,
y esperan los gusanos”
Antes de yo nacer, silencio, mi voz, como la tuya,
anda suelta, sin eco, por noches como esta,
era una voz sin huesos, sin sangre, sin cerebro,
y temblaba en el viento como una cosa loca.
De aquello de ser loca, a través de mil muertes,
es el miedo de ahora,
el miedo de ella misma,
frente a ti, silencio, sin respuesta en la noche.
y hay que subir la cuesta del insomnio,
sin luz, silencio, hacia tu tumba y tus gusanos»
TOMÁS HERNÁNDEZ FRANCO
Junio de 1952
Por : Domingo Caba Ramos
(Al arquitecto Rafael Tomás Hernández Ramos)
Tomás Hernández Franco
Fechada en Santo Domingo, el día 2 de septiembre de 1952, el entonces prestigioso diario La Nación publicó una extensa esquela acerca de la muerte del ilustre poeta tamborileño, Tomás Hernández Franco (Abril 29, 1904 – Septiembre, 1, 1952), en cuyo primer párrafo se lee lo siguiente:
«El distinguido escritor y poeta dominicano, don Tomás Hernández Franco, falleció en horas de la mañana de ayer en esta ciudad, en el hospital Salvador Gautier, después de que la ciencia médica agotó todos los recursos para devolverle la salud perdida. El señor Hernández Franco había sido trasladado desde su residencia de Tamboril, en Santiago de los Caballeros, a esta ciudad para ser hospitalizado. El cadáver del escritor y poeta fue trasladado en horas de la mañana a Tamboril donde recibirá cristiana sepultura. La irreparable muestre del distinguido escritor dominicano – continúa la reseña de La Nación - quien fue uno de los más apreciados colaboradores de este diario, enluta las letras nacionales. Su fallecimiento ha llenado de tristeza a cientos de corazones que le querían y estimaban. La Nación hace llegar su más sentida condolencia, en primer lugar a su esposa, doña Amparo Tolentino, a sus hijos Tomás y Luciano, a su hermano espiritual, el célebre pintor dominicano don Jaime Colson, y a todos cuantos se sientan afectados por tan doloroso descenso »
Tres meses antes de su muerte, en junio de 1952, Hernández Franco compuso “En esta alta cuesta de la noche”, su último poema, especie de autoelegía y en el que su autor parece presentir la muerte que en septiembre del antes citado año lo sorprendería en su lecho de enfermo del Hospital Salvador B. Gautier. Junto a otros poemas: "Oración para el próximo dolor”, "Puedo jura ahora", "Canción de amor en muerte para el hijo" e "Inventar la palabra mansa", conformó el reducido volumen que con el título de Poemas Póstumos fue publicado un mes después (octubre) de la desaparición física del autor.
“En esta alta cuesta de la noche”, es una de esas piezas poéticas que por su fúnebre acento parecen haber sido compuestas casi al pie del sepulcro. Se trata de un poema de lírico y doloroso acento, en cuyos versos late la presencia del yo interior del poeta, y es por ello que dichos versos entrañan subjetivismo, intimismo y la manifestación de los sentimientos ante una realidad objetiva: la muerte. La muerte, cuya derrota el poeta resignadamente acepta (“Estoy vencido por ti, silencio”...) y con la cual parece sostener un diálogo confidencial.
EN ESTA ALTA CUESTA DE LA NOCHE
«En esta alta cuesta de la noche,
de montaña a montaña,
y de mar a mar,
eres tú, silencio, el único que hablas,
y es tu estentórea voz, l
a que alza el huracán en los gritos del miedo.
Estoy vencido por ti, silencio,
pero yo puedo hablarte,
pero desde lo último de mi última cobardía:
porque hasta la noche está sin ti, sin nadie,
y tan vacía.
Hay un perro que ladra, asustado por haberte olfateado,
¡te presiente!
una flor invisible que en el aire se mueve,
debe estar su perfume tan quieto y tan inútil,
y hay un niño que quisiera ver en sueño a los ángeles,
soñando su sonrisa porque ha visto,
¡y tu voz tan opaca hablando de la muerte!
Lo sé. Es de ella de quien quieres hablar, silencio,
y subiendo la sombra insomne de la noche,
frente a tu tribuna sin lenguas y sin gestos,
ante ti, yo, desnudo, ante lo que no dices,
Aplaudo, yo, único, solo, tu inmortal argumento.
“Es que la tumba espera,
y esperan los gusanos”
Antes de yo nacer, silencio, mi voz, como la tuya,
anda suelta, sin eco, por noches como esta,
era una voz sin huesos, sin sangre, sin cerebro,
y temblaba en el viento como una cosa loca.
De aquello de ser loca, a través de mil muertes,
es el miedo de ahora,
el miedo de ella misma,
frente a ti, silencio, sin respuesta en la noche.
y hay que subir la cuesta del insomnio,
sin luz, silencio, hacia tu tumba y tus gusanos»
TOMÁS HERNÁNDEZ FRANCO
Junio de 1952
martes, 30 de agosto de 2016
«DORMIR COMO UN LIRÓN»
Por : Domingo Caba Ramos
Se trata de una de las diversas expresiones fraseológicas características del habla popular dominicana. Para entender el porqué de su origen, tenemos necesariamente que determinar el significado o valor semántico de la voz “lirón”:
Según el diccionario académico, se llama “lirón” al «Mamífero roedor muy parecido al ratón, de unos 30 cm de largo, de los que casi la mitad corresponden a la cola, larga y peluda, con pelaje espeso, gris oscuro en las partes superiores y blanco en las inferiores, que vive en los montes, alimentándose de los frutos de los árboles, a los que trepa con extraordinaria agilidad, y pasa todo el invierno aletargado» Se trata de un animal típico de la fauna española.
Lirón dormido
Pasar “todo el invierno aletargado", es lo mismo que permanecer todo ese período profundamente dormido , por cuanto “letargo”, término del cual procede “aletargado” es, según el precitado lexicón, el «Estado patológico caracterizado por un sueño profundo y prolongado…» También se llama así al «Estado de inactividad y reposo en que permanecen algunos animales durante determinados períodos de tiempo» Merced a estos conceptos, pues, “dormir como un lirón” es sumirse en “profundo y prolongado sueño”, como bien lo hace, todos los años, en época de invierno, el muy veloz, raro, dormilón y roedor animalito.
Se trata de una de las diversas expresiones fraseológicas características del habla popular dominicana. Para entender el porqué de su origen, tenemos necesariamente que determinar el significado o valor semántico de la voz “lirón”:
Según el diccionario académico, se llama “lirón” al «Mamífero roedor muy parecido al ratón, de unos 30 cm de largo, de los que casi la mitad corresponden a la cola, larga y peluda, con pelaje espeso, gris oscuro en las partes superiores y blanco en las inferiores, que vive en los montes, alimentándose de los frutos de los árboles, a los que trepa con extraordinaria agilidad, y pasa todo el invierno aletargado» Se trata de un animal típico de la fauna española.
Lirón dormido
Pasar “todo el invierno aletargado", es lo mismo que permanecer todo ese período profundamente dormido , por cuanto “letargo”, término del cual procede “aletargado” es, según el precitado lexicón, el «Estado patológico caracterizado por un sueño profundo y prolongado…» También se llama así al «Estado de inactividad y reposo en que permanecen algunos animales durante determinados períodos de tiempo» Merced a estos conceptos, pues, “dormir como un lirón” es sumirse en “profundo y prolongado sueño”, como bien lo hace, todos los años, en época de invierno, el muy veloz, raro, dormilón y roedor animalito.
LENGUA, COMUNICACIÓN Y ORATORIA.
Por: Domingo Caba Ramos.
LENGUA. Entre otros conceptos, la lengua ha sido definida como el instrumento de comunicación o sistema de signos convencionales utilizados por una comunidad para entenderse. Su función fundamental es la comunicación.
LA COMUNICACIÓN. Es el proceso que consiste en el intercambio de ideas entre dos o más personas. Se trata de un proceso en el que, entre otros factores, intervienen un emisor o sujeto comunicante que elabora, codifica y transmite la información y un receptor que recibe, decodifica e interpreta el mensaje.
Para que la comunicación se produzca o resulte efectiva, el mensaje emitido por el emisor debe ser comprendido o debidamente interpretado por el receptor; pero desafortunadamente no siempre sucede así. El receptor, ya sea por ignorancia (inintencional) o por un interés marcado (intencional) suele distorsionar la esencia de la idea, amplificando, restringiendo o modificando el mensaje percibido. Se originan de esa manera lo que en la teoría de la comunicación técnicamente se conoce con el nombre de ruidos, los cuales se definen como todos aquellos obstáculos, barreras o interferencia que impiden la debida interpretación del mensaje.
En la comunicación lingüística, los ruidos se producen cuando el emisor no se da a entender (no se expresa con claridad), o cuando el receptor no sabe entender, interpretar o desentrañar el sentido profundo del mensaje percibido (no sabe leer ni escuchar). De ahí que en ocasiones, un mismo mensaje, sin ser poético, reciba las más diversas interpretaciones por parte de intérpretes distintos.
Para que la comunicación se produzca o resulte efectiva, entre otras condiciones, se requiere saber hablar, y saber hablar significa pensar siempre en el receptor del mensaje, esto es, emplear las palabras de acuerdo a la capacidad o nivel de comprensión del oyente. Esta condición está estrechamente articulada al propósito general que persigue el arte de la oratoria: persuadir.
ORATORIA.
Se ha definido como el arte de convencer o persuadir por medio de la palabra hablada. El discurso como pieza oratoria es una exposición en la que se suman la intencionalidad y la aplicación de estrategias encaminadas a persuadir a un auditorio para que piense y sienta de determinada manera, para que adopte una posición específica o para que emprenda acciones particulares, según el objetivo o propósito que persigue el orador.
Para convencer, es necesario mover la voluntad del oyente, y esto solo es posible cuando el receptor está dotado de las competencias lingüísticas y comunicativas requeridas para captar o desentrañar el contenido profundo del mensaje escuchado. De ahí la importancia de saber hablar, de saber a quién se le habla, a quién va dirigido el discurso.
En Grecia, y particularmente en Atenas, se produjo un notable desarrollo de las ideas democráticas durante el siglo V a. de C., y este hecho abre las posibilidades para una mayor participación en la vida política. De ahí que el arte de hablar en público, a partir de ese momento, en la democracia griega, se erigió en una práctica de primerísima importancia. La oratoria era concebida por los griegos como la base del éxito social. Es así como surgen los sofistas, maestros o pensadores dedicados a la enseñanza de la Retórica o Arte del buen decir. El fin de estos era enseñar cómo hablar en público para que los ciudadanos obtuvieran éxito en la vida social; pero fundamentalmente éxitos en el debate político. Convencer y/o vencer el punto de vista del oponente constituía el fin último de todo buen orador.
El buen orador ha sido y continúa siendo líder y promotor de los pueblos a través de la historia, como lo atestigua Demóstenes en Grecia y Cicerón en Roma. Actualmente la pericia en el uso de la palabra sigue siendo la llave para los predicadores, los líderes políticos, dirigentes sindicales, defensores públicos, etc. Para toda persona, en cualquier rol que desempeñe, contar con la capacidad para convencer a un público, es una poderosa herramienta de éxito y progreso. Como bien lo afirma Dale Carnegie: “La satisfacción personal, comercial o social depende sobre manera de la capacidad que tiene una persona de comunicar claramente a los demás lo que siente, lo que desea y lo que cree” (Carnegie, 1968)
La elocuencia o dotes del orador se fundamentan, además de la práctica y otros recursos, en un adecuado manejo de la lengua que le permitan vencer las dudas, confusiones y escollos lingüísticos, así como evitar los vicios de dicción que tanto afectan la claridad, concisión , precisión y elegancia del mensaje.
LENGUA. Entre otros conceptos, la lengua ha sido definida como el instrumento de comunicación o sistema de signos convencionales utilizados por una comunidad para entenderse. Su función fundamental es la comunicación.
LA COMUNICACIÓN. Es el proceso que consiste en el intercambio de ideas entre dos o más personas. Se trata de un proceso en el que, entre otros factores, intervienen un emisor o sujeto comunicante que elabora, codifica y transmite la información y un receptor que recibe, decodifica e interpreta el mensaje.
Para que la comunicación se produzca o resulte efectiva, el mensaje emitido por el emisor debe ser comprendido o debidamente interpretado por el receptor; pero desafortunadamente no siempre sucede así. El receptor, ya sea por ignorancia (inintencional) o por un interés marcado (intencional) suele distorsionar la esencia de la idea, amplificando, restringiendo o modificando el mensaje percibido. Se originan de esa manera lo que en la teoría de la comunicación técnicamente se conoce con el nombre de ruidos, los cuales se definen como todos aquellos obstáculos, barreras o interferencia que impiden la debida interpretación del mensaje.
En la comunicación lingüística, los ruidos se producen cuando el emisor no se da a entender (no se expresa con claridad), o cuando el receptor no sabe entender, interpretar o desentrañar el sentido profundo del mensaje percibido (no sabe leer ni escuchar). De ahí que en ocasiones, un mismo mensaje, sin ser poético, reciba las más diversas interpretaciones por parte de intérpretes distintos.
Para que la comunicación se produzca o resulte efectiva, entre otras condiciones, se requiere saber hablar, y saber hablar significa pensar siempre en el receptor del mensaje, esto es, emplear las palabras de acuerdo a la capacidad o nivel de comprensión del oyente. Esta condición está estrechamente articulada al propósito general que persigue el arte de la oratoria: persuadir.
ORATORIA.
Se ha definido como el arte de convencer o persuadir por medio de la palabra hablada. El discurso como pieza oratoria es una exposición en la que se suman la intencionalidad y la aplicación de estrategias encaminadas a persuadir a un auditorio para que piense y sienta de determinada manera, para que adopte una posición específica o para que emprenda acciones particulares, según el objetivo o propósito que persigue el orador.
Para convencer, es necesario mover la voluntad del oyente, y esto solo es posible cuando el receptor está dotado de las competencias lingüísticas y comunicativas requeridas para captar o desentrañar el contenido profundo del mensaje escuchado. De ahí la importancia de saber hablar, de saber a quién se le habla, a quién va dirigido el discurso.
En Grecia, y particularmente en Atenas, se produjo un notable desarrollo de las ideas democráticas durante el siglo V a. de C., y este hecho abre las posibilidades para una mayor participación en la vida política. De ahí que el arte de hablar en público, a partir de ese momento, en la democracia griega, se erigió en una práctica de primerísima importancia. La oratoria era concebida por los griegos como la base del éxito social. Es así como surgen los sofistas, maestros o pensadores dedicados a la enseñanza de la Retórica o Arte del buen decir. El fin de estos era enseñar cómo hablar en público para que los ciudadanos obtuvieran éxito en la vida social; pero fundamentalmente éxitos en el debate político. Convencer y/o vencer el punto de vista del oponente constituía el fin último de todo buen orador.
El buen orador ha sido y continúa siendo líder y promotor de los pueblos a través de la historia, como lo atestigua Demóstenes en Grecia y Cicerón en Roma. Actualmente la pericia en el uso de la palabra sigue siendo la llave para los predicadores, los líderes políticos, dirigentes sindicales, defensores públicos, etc. Para toda persona, en cualquier rol que desempeñe, contar con la capacidad para convencer a un público, es una poderosa herramienta de éxito y progreso. Como bien lo afirma Dale Carnegie: “La satisfacción personal, comercial o social depende sobre manera de la capacidad que tiene una persona de comunicar claramente a los demás lo que siente, lo que desea y lo que cree” (Carnegie, 1968)
La elocuencia o dotes del orador se fundamentan, además de la práctica y otros recursos, en un adecuado manejo de la lengua que le permitan vencer las dudas, confusiones y escollos lingüísticos, así como evitar los vicios de dicción que tanto afectan la claridad, concisión , precisión y elegancia del mensaje.
domingo, 14 de agosto de 2016
¿QUÉ OCURRIÓ EN LA REPUBLICA DOMINICANA UN DÍA 16 DE AGOSTO?
Por: Domingo Caba Ramos
El lunes de la semana que hoy llega a su fin, entré al aula universitaria a impartir la asignatura Lengua Española 11. Antes de iniciar mi lingüística lección, se me ocurrió preguntar: ¿Alguien desea decirme por qué es feriado en nuestro país el día 16 de agosto de cada año?
Las respuestas no pudieron ser más decepcionantes, deprimentes y hasta jocosas, si se quiere.
-«Porque ese día es que ponen en posesión a las nuevas autoridades – me respondió el único estudiante que abrió la boca, de un total de veinticinco que en ese momento conformaban la matrícula.
Al escuchar esto, acto seguido se activó en mi cabeza mi histórica y siempre tormentosa migraña.
-¿Qué ocurrió un día de 16 de agosto? – insistí, casi con la misma pregunta.
«-Un día 16 de agosto de 1829, creo, sacaron a los haitianos de aquí» - se le escuchó responder al segundo que intervino.
Al escuchar esta segunda respuesta, para evitar que la migraña continuara elevando su nivel de molestia, dije para mí, como dicen los abogados: « No más preguntas, señor magistrado» ; y en lugar de continuar con el interrogatorio, preferí robarle unos minutos al tema gramatical de mi incumbencia para explicar lo que realmente ocurrió en el Cerro de Capotillo un día 16 de agosto de 1863, dos años después que al general Pedro Santana se le ocurriera la antipatriótica y traicionera idea de anexar nuestra república a España.
¿A qué se debe ese desconocimiento de nuestra historia que muestran las nuevas generaciones de estudiantes?
Quizás se deba a la incompetencia docente o a una de las tantas debilidades que padece actualmente la escuela dominicana, o tal vez sea el resultado de la indiferencia de los jóvenes ante todo aquello que no forme parte de su centro de interés. De unos jóvenes que en los niveles primario y secundario afirman aquello de para qué insistir tanto en lo que ya pasó, en vez de concentrarse en lo que está pasando o pueda pasar.
El lunes de la semana que hoy llega a su fin, entré al aula universitaria a impartir la asignatura Lengua Española 11. Antes de iniciar mi lingüística lección, se me ocurrió preguntar: ¿Alguien desea decirme por qué es feriado en nuestro país el día 16 de agosto de cada año?
Las respuestas no pudieron ser más decepcionantes, deprimentes y hasta jocosas, si se quiere.
-«Porque ese día es que ponen en posesión a las nuevas autoridades – me respondió el único estudiante que abrió la boca, de un total de veinticinco que en ese momento conformaban la matrícula.
Al escuchar esto, acto seguido se activó en mi cabeza mi histórica y siempre tormentosa migraña.
-¿Qué ocurrió un día de 16 de agosto? – insistí, casi con la misma pregunta.
«-Un día 16 de agosto de 1829, creo, sacaron a los haitianos de aquí» - se le escuchó responder al segundo que intervino.
Al escuchar esta segunda respuesta, para evitar que la migraña continuara elevando su nivel de molestia, dije para mí, como dicen los abogados: « No más preguntas, señor magistrado» ; y en lugar de continuar con el interrogatorio, preferí robarle unos minutos al tema gramatical de mi incumbencia para explicar lo que realmente ocurrió en el Cerro de Capotillo un día 16 de agosto de 1863, dos años después que al general Pedro Santana se le ocurriera la antipatriótica y traicionera idea de anexar nuestra república a España.
¿A qué se debe ese desconocimiento de nuestra historia que muestran las nuevas generaciones de estudiantes?
Quizás se deba a la incompetencia docente o a una de las tantas debilidades que padece actualmente la escuela dominicana, o tal vez sea el resultado de la indiferencia de los jóvenes ante todo aquello que no forme parte de su centro de interés. De unos jóvenes que en los niveles primario y secundario afirman aquello de para qué insistir tanto en lo que ya pasó, en vez de concentrarse en lo que está pasando o pueda pasar.
martes, 2 de agosto de 2016
JUAN ANTONIO ALIX Y CEIBA DE MADERA
( A mi exalumno Pancho Zapata)
Por : Domingo Caba Ramos
Juan Antonio Alix
Ceiba de Madera es una dinámica y trabajadora comunidad mocana, ubicada al pie de la cordillera septentrional y limitada por los distritos municipales de San Víctor, Canca la Reina y Canca la Piedra, este último perteneciente a la provincia de Santiago. A Ceiba de Madera, de paso a la ciudad de Moca, fue a parar una noche cualquiera el laureado cantor popular Juan Antonio Alix ( Moca,1833 – Santiago ,1918 ), el famoso “Cantor del Yaque”, considerado por la crítica como el más grande poeta popular dominicano de todos los tiempos.
A “Papá Toño”, como le llamaron también sus contemporáneos al afamado bardo popular, en esta localidad no le fue muy bien o no tuvo mucha suerte en función de sus expectativas o de lo que esperaba recibir en esa desafortunada noche... Así lo consigna el propio poeta en una de sus más celebradas décimas: “Tocinos y longanizas” (1878):
«Saliendo de una gallera,
donde fue mi suerte poca,
tomé el camino de Moca,
por la Ceiba de Madera,
como ya de noche era,
y estaba más que nublada,
entré a pedir posada,
en la casa de un amigo,
gente buena, acomodada»
El cansancio y la larga travesía habían hecho estragos en el estómago del poeta:
«Con mi panza no muy llena,
a la puerta le toqué,
y el amo dijo: ¿-quién es?,
le contesté “- gente buena,”
mi amigo tuvo la pena,
de abrir la puerta en seguida,
y con la vela encendida,
me dijo muy sorprendido,
¿de dónde diablo ha salido,
esa cabeza perdida?»
Y como ya era de noche, el recién llegado no pierde tiempo en solicitarle al amigo que le permitiera amanecer en su casa:
«A mi amigo referí,
de dónde salí ese día,
y si él me permitía,
el pasar la noche allí,
él me contestó que sí,
haciéndome desmontar,
y un chico peninsular,
que en la casa se encontró,
mi caballo se llevó,
dizque a darle de cenar…»
De paso llegó igualmente a la casa otro peninsular, “un chusco andaluz” que se hacía llamar “Pancho el epañó”, y quien luego de un heroico relato a lo “Martín Fierro” decidió continuar la ruta. Fue entonces cuando se procedió a prepararle al poeta su lecho correspondiente:
«Pancho tomó su camino,
y con él otros marcharon,
y una hamaca me colgaron,
debajo de un tocino,
pues llegué casi sin tino,
porque me atacó un calambre,
mis tripas como un alambre,
delgaditas las tenía,
y al no comer ese día,
me hallaba muerto del hambre»
La presencia de un tocino provocador encima del lecho asignado, creó en el poeta la ilusión o falsa espectativa de que antes de acostarse era casi seguro que los dueños de la casa lo sorprenderían con un sabroso y suculento sancocho:
«Lo malo es el soñar,
entre todos mis defectos,
pues sueño siempre con muertos,
si me acuesto sin cenar,
pero aquí he de masticar,
dije para mí en Madera,
pues al ver la tasajera,
dije “ajitadera precisa,
y esta noche… corredera”»
Tan seguro estaba de esto el decimero, que no desmayó en conseguir los materiales que le servirían para condimentar el tan ansiado y esperado manjar:
«Un gran ají montesino,
por fortuna conseguí,
porque le viene al ají,
a un sancocho de tocino,
busqué allí con un vecino,
de naranja un vinagrito,
y para más apetito,
eché un trago de aguardiente,
y arreglé mi limpiadientes,
con la punta de un palito»
Pero todas las esperanzas se desvanecieron cuando ya en la media noche, el señor, con amabilidad inigualable, le dice al viajero:
«Ya me voy a retirar,
usted querrá descansar,
como en su cara se ve,
solamente desearé,
que pase una noche fresca,
y cuando a usted le parezca,
la lámpara apagaré»
A escuchar tan gentil y no menos decepcionante despedida, la frustración se anida en el alma del poeta:
«Yo nada le respondí,
porque perdí la esperanza,
de meter allí en mi panza,
un sancocho con ají,
y así que solo me vi,
lo dije medio sin tino,
“¡Adiós ají montesino,
limpiadientes y vinagrito,
adiós sancocho maldito,
de longaniza y tocino”!»
El bardo peregrino, hambriento o con su “ panza no muy llena “, no le quedó más que aceptar la triste realidad:
«No tuve más que aguantar,
y a acostarme muy tristón,
porque mi amigo Lescón,
nada me dio de cenar,
después pude averiguar,
que como tarde ya era,
no estaba la cocinera,
ni quien fuera a la cocina,
y pasé buena canina,
en la Ceiba de Madera»
Pero no solo al jinete le fue mal en la ruta, vale decir, para el caballo tampoco hubo cerna, a pesar de que se lo habían llevado “dizque a darle de cenar”:
«Como tuve un gran desvelo,
temprano me levanté,
y un caballo encontré,
amarrado de un ciruelo,
como limpio estaba el suelo,
yerba no pude encontrar,
pero pude averiguar,
que en lugar de estar comiendo,
pasó la noche leyendo,
"El Correo de Ultramar"» (*)
(Notas: El caso, poéticamente prerrelatado, le fue confirmado al autor del presente artículo por don Armando Velásquez (Q.E.P.D.), un anciano de mucho respeto y credibilidad, nativo de la referida comunidad. Don Armando era pariente del médico y exvicepresidente de la República, Federico Velásquez y Hernández ( 1867, Guazumal, Tamboril - 1934, Puerto Rico)
(*) – El Correo de Ultramar fue un periódico que a pesar de ser editado en España circulaba en Santo Domingo en la segunda mitad del siglo XIX.
Por : Domingo Caba Ramos
Juan Antonio Alix
Ceiba de Madera es una dinámica y trabajadora comunidad mocana, ubicada al pie de la cordillera septentrional y limitada por los distritos municipales de San Víctor, Canca la Reina y Canca la Piedra, este último perteneciente a la provincia de Santiago. A Ceiba de Madera, de paso a la ciudad de Moca, fue a parar una noche cualquiera el laureado cantor popular Juan Antonio Alix ( Moca,1833 – Santiago ,1918 ), el famoso “Cantor del Yaque”, considerado por la crítica como el más grande poeta popular dominicano de todos los tiempos.
A “Papá Toño”, como le llamaron también sus contemporáneos al afamado bardo popular, en esta localidad no le fue muy bien o no tuvo mucha suerte en función de sus expectativas o de lo que esperaba recibir en esa desafortunada noche... Así lo consigna el propio poeta en una de sus más celebradas décimas: “Tocinos y longanizas” (1878):
«Saliendo de una gallera,
donde fue mi suerte poca,
tomé el camino de Moca,
por la Ceiba de Madera,
como ya de noche era,
y estaba más que nublada,
entré a pedir posada,
en la casa de un amigo,
gente buena, acomodada»
El cansancio y la larga travesía habían hecho estragos en el estómago del poeta:
«Con mi panza no muy llena,
a la puerta le toqué,
y el amo dijo: ¿-quién es?,
le contesté “- gente buena,”
mi amigo tuvo la pena,
de abrir la puerta en seguida,
y con la vela encendida,
me dijo muy sorprendido,
¿de dónde diablo ha salido,
esa cabeza perdida?»
Y como ya era de noche, el recién llegado no pierde tiempo en solicitarle al amigo que le permitiera amanecer en su casa:
«A mi amigo referí,
de dónde salí ese día,
y si él me permitía,
el pasar la noche allí,
él me contestó que sí,
haciéndome desmontar,
y un chico peninsular,
que en la casa se encontró,
mi caballo se llevó,
dizque a darle de cenar…»
De paso llegó igualmente a la casa otro peninsular, “un chusco andaluz” que se hacía llamar “Pancho el epañó”, y quien luego de un heroico relato a lo “Martín Fierro” decidió continuar la ruta. Fue entonces cuando se procedió a prepararle al poeta su lecho correspondiente:
«Pancho tomó su camino,
y con él otros marcharon,
y una hamaca me colgaron,
debajo de un tocino,
pues llegué casi sin tino,
porque me atacó un calambre,
mis tripas como un alambre,
delgaditas las tenía,
y al no comer ese día,
me hallaba muerto del hambre»
La presencia de un tocino provocador encima del lecho asignado, creó en el poeta la ilusión o falsa espectativa de que antes de acostarse era casi seguro que los dueños de la casa lo sorprenderían con un sabroso y suculento sancocho:
«Lo malo es el soñar,
entre todos mis defectos,
pues sueño siempre con muertos,
si me acuesto sin cenar,
pero aquí he de masticar,
dije para mí en Madera,
pues al ver la tasajera,
dije “ajitadera precisa,
y esta noche… corredera”»
Tan seguro estaba de esto el decimero, que no desmayó en conseguir los materiales que le servirían para condimentar el tan ansiado y esperado manjar:
«Un gran ají montesino,
por fortuna conseguí,
porque le viene al ají,
a un sancocho de tocino,
busqué allí con un vecino,
de naranja un vinagrito,
y para más apetito,
eché un trago de aguardiente,
y arreglé mi limpiadientes,
con la punta de un palito»
Pero todas las esperanzas se desvanecieron cuando ya en la media noche, el señor, con amabilidad inigualable, le dice al viajero:
«Ya me voy a retirar,
usted querrá descansar,
como en su cara se ve,
solamente desearé,
que pase una noche fresca,
y cuando a usted le parezca,
la lámpara apagaré»
A escuchar tan gentil y no menos decepcionante despedida, la frustración se anida en el alma del poeta:
«Yo nada le respondí,
porque perdí la esperanza,
de meter allí en mi panza,
un sancocho con ají,
y así que solo me vi,
lo dije medio sin tino,
“¡Adiós ají montesino,
limpiadientes y vinagrito,
adiós sancocho maldito,
de longaniza y tocino”!»
El bardo peregrino, hambriento o con su “ panza no muy llena “, no le quedó más que aceptar la triste realidad:
«No tuve más que aguantar,
y a acostarme muy tristón,
porque mi amigo Lescón,
nada me dio de cenar,
después pude averiguar,
que como tarde ya era,
no estaba la cocinera,
ni quien fuera a la cocina,
y pasé buena canina,
en la Ceiba de Madera»
Pero no solo al jinete le fue mal en la ruta, vale decir, para el caballo tampoco hubo cerna, a pesar de que se lo habían llevado “dizque a darle de cenar”:
«Como tuve un gran desvelo,
temprano me levanté,
y un caballo encontré,
amarrado de un ciruelo,
como limpio estaba el suelo,
yerba no pude encontrar,
pero pude averiguar,
que en lugar de estar comiendo,
pasó la noche leyendo,
"El Correo de Ultramar"» (*)
(Notas: El caso, poéticamente prerrelatado, le fue confirmado al autor del presente artículo por don Armando Velásquez (Q.E.P.D.), un anciano de mucho respeto y credibilidad, nativo de la referida comunidad. Don Armando era pariente del médico y exvicepresidente de la República, Federico Velásquez y Hernández ( 1867, Guazumal, Tamboril - 1934, Puerto Rico)
(*) – El Correo de Ultramar fue un periódico que a pesar de ser editado en España circulaba en Santo Domingo en la segunda mitad del siglo XIX.
domingo, 17 de julio de 2016
CANCIÓN DE CUNA PARA DORMIR A MI TIERNO MANOJITO
Por Domingo Caba Ramos
Si no es en los brazos de su papi, no hay forma de que se duerma. Cuando el sueño abate su infantil y frágil anatomía, me busca, me toma de la mano y me conduce hasta su mecedor y adorado asiento, para que la meza, la abrace, la arrulle y la acurruque. Es entonces cuando saltan a mis labios los versos de una canción de cuna que para ella escribí:
«CANCIÓN DE CUNA PARA DORMIR A MI TIERNO MANOJITO»
Duérmete mi niña,
duérmete Nicol,
duérmete pedazo,
de mi corazón.
Duerme que en tu cuna,
te debes acostar,
duerme que tus ojos,
se quieren cerrar.
Duérmete mi niña,
mi negrita bella,
ojitos de ángel,
carita de estrella.
Y cuando de su boquita abierta emana un tenue ronquido, revelador de que ya el sueño la venció, estampo un beso en la frente de mi tierno manojito, la llevo a su camita, y al oído le susurro, con las palabras del poeta:
«A`ora yo te acuetta
`la `maca e papito
y te mese suave...
Du`ce...depasito...
y mata la pugga
y epanta moquito
pa que droma bien
mi nengre bonito...»
Y es así como ella queda profunda y definitivamente dormida. Ella es NICOL MARÍA, mi pequeño manojito de ternura. Ella es la más auténtica expresión de mi otro yo. Ella es una flor que llora y un diamante que respira.
viernes, 15 de julio de 2016
ASÍ ANDA LA ESCUELA DOMINICANA
Por: Domingo Caba Ramos
La profesora, me dicen, apenas tiene un año y meses ejerciendo el trabajo escolar. En la universidad se graduó de licenciada en Bioanálisis, y en lugar de buscar empleo en un laboratorio clínico para luchar con pruebas clínicas, tales como hemograma, orina, coprológico, ácido úrico, PSA, colesterol, tipificación sanguínea, etc., se le ocurrió concursar para optar por un puesto docente en el Ministerio de Educación . Aprobó el concurso, y ahí la tenemos impartiendo clases de Química y Biología en un liceo nocturno perteneciente a la regional de educación de Santiago.
Un día de estos, la susodicha bioanalista con traje de “maestra” le envió a una compañera de trabajo, vía whatsapp el mensaje que a continuación se trascribe
: «Felicidades tanto a los jóvenes k los conozco y sé k son excelente académicamente y en lo conductual también Los resultados serán positivo buen trabajo Prof. Felicitaciones»
Como se puede apreciar, para la “educadora” que así escribe, los signos de puntuación ya no se usan , la conjunción copulativa “que”, cual escritor juvenil, se representa gráficamente con la consonante k, y la concordancia de número entre sustantivo y adjetivo parece haber perdido su esencia normativa. Por eso escribe “jóvenes excelente” en vez de “jóvenes excelentes” y “resultados positivo…”, en lugar de “resultados positivos…”
Tengo informe fiel de que así como esa “profesora” escribe para la confidencialidad, lo hace también frente a sus alumnos. ¿Vale entonces la pena mantener a personas con semejante incompetencia lingüística impartiendo docencia en las aulas dominicanas?
Pero no solo ella. Otra “maestra” le remite una nota de invitación a la amiga, expresándole aquello de que « Será bien recibida en mi casa k ise»
Es por eso que cuando escucho al actual ministro de educación, Carlos Amarante Baret, hablar de revolución de la escuela dominicana, no puedo evitar que la más irónica o sarcástica de las sonrisas se dibuje en mi mulato rostro.
La profesora, me dicen, apenas tiene un año y meses ejerciendo el trabajo escolar. En la universidad se graduó de licenciada en Bioanálisis, y en lugar de buscar empleo en un laboratorio clínico para luchar con pruebas clínicas, tales como hemograma, orina, coprológico, ácido úrico, PSA, colesterol, tipificación sanguínea, etc., se le ocurrió concursar para optar por un puesto docente en el Ministerio de Educación . Aprobó el concurso, y ahí la tenemos impartiendo clases de Química y Biología en un liceo nocturno perteneciente a la regional de educación de Santiago.
Un día de estos, la susodicha bioanalista con traje de “maestra” le envió a una compañera de trabajo, vía whatsapp el mensaje que a continuación se trascribe
: «Felicidades tanto a los jóvenes k los conozco y sé k son excelente académicamente y en lo conductual también Los resultados serán positivo buen trabajo Prof. Felicitaciones»
Como se puede apreciar, para la “educadora” que así escribe, los signos de puntuación ya no se usan , la conjunción copulativa “que”, cual escritor juvenil, se representa gráficamente con la consonante k, y la concordancia de número entre sustantivo y adjetivo parece haber perdido su esencia normativa. Por eso escribe “jóvenes excelente” en vez de “jóvenes excelentes” y “resultados positivo…”, en lugar de “resultados positivos…”
Tengo informe fiel de que así como esa “profesora” escribe para la confidencialidad, lo hace también frente a sus alumnos. ¿Vale entonces la pena mantener a personas con semejante incompetencia lingüística impartiendo docencia en las aulas dominicanas?
Pero no solo ella. Otra “maestra” le remite una nota de invitación a la amiga, expresándole aquello de que « Será bien recibida en mi casa k ise»
Es por eso que cuando escucho al actual ministro de educación, Carlos Amarante Baret, hablar de revolución de la escuela dominicana, no puedo evitar que la más irónica o sarcástica de las sonrisas se dibuje en mi mulato rostro.
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