Por: Domingo Caba Ramos.
«No siempre lo primero es lo mejor que acude a la pluma. Si no se vigila el espíritu, si no lo fuerza a esmerarse, suele segregar trivialidades…»
(Manual
del español urgente)
a) “ Estético” y “Epopeyo”.
En el uso cotidiano de la lengua, en nuestros medios de comunicación se leen y escuchan las más sorprendentes y hasta jocosas irregularidades. El caso que a continuación relato es más que ilustrativo:
Para reducir el nivel de ansiedad que me producen los entaponamientos vehiculares, aquella noche, mientras me dirigía a una de las universidades en donde impartía clases , encendí el radio de mi vehículo, y, al margen de toda intención selectiva, sintonicé una de las estaciones radiales que operan en Santiago de los Caballeros. Un locutor conversaba muy, pero muy emocionadamente con el cantante Fernando Villalona:
_ « Mayimbe - se le escuchó tronar casi llorando y con zalamero acento- tú sabes que siempre te he admirado. Tú, mi hermano, eres lo máximo como artista. Tú eres un ser artístico, “estético” y “epopeyo”…»
_ ¿Epopeyo! – me pregunté – sin poder evitar mi famoso ¡Diablo! interjectivo, así como la irónica sonrisa que se dibuja en mi rostro cada vez que leo o escucho semejante “barrabasada” o desatino lexicosemántico a través de uno de nuestros medios de comunicación. Porque si bien es cierto que existe el vocablo, “epopeya”, con significado de “Poema épico o narrativo…”, no menos cierto es que su recién creado masculino, “epopeyo”, carece de existencia en nuestra lengua, y, por ser así, no designa ninguna realidad.
Uno de los llamados vicios de la lengua es la impropiedad. Se define esta como el uso de palabras con significado distinto del que tienen.
En el caso específico de “epopeyo”, ni siquiera puede hablarse de uso impropio, toda vez que dicho vocablo, por no formar parte de nuestra realidad léxica, tampoco puede soportar ningún otro significado distinto al que le confirió el susodicho y pintoresco locutor.
b) Otro caso: “provincia de Moca”.
Un día de estos enciendo el televisor y en el programa de noticias (Noticiero Universal) que se trasmitía por uno de los canales locales (Santiago) se me informa que: “Residentes en la provincia de Moca se quejaron por el alto precio de las facturas de la energía eléctrica…”
¡Provincia de Moca!, repetí con inevitable asombro.
Con ese nombre (Moca) solo conozco el municipio principal, capital o común cabecera de la provincia Espaillat, vale decir, no tengo conocimientos de que alguna provincia de la República Dominicana se llame así.
c) El siempre tormentoso “su” posesivo.
En el periódico digital Almomento.net (2/9/2013) se lee lo siguiente:
«Un hombre mató a balazos a su suegro y a su hijastra la madrugada de este lunes…».
¿Hijastra de quién era la joven asesinada, del suegro o del hombre asesino?
En el citado texto noticioso es notoria la ambigüedad o ausencia de claridad. Para evitar esa ambigüedad o garantizar la claridad que demada todo texto periodístico, lo apropiado habría sido escribir:
a) «Un hombre mató a balazos a su suegro y a la hijastra de este (del suegro) la madrugada de este lunes…»
b) «Un hombre mató a balazos a su suegro y a la hijastra de aquel (del hombre) la madrugada de este lunes…»
Acerca del uso del “su" posesivo ya había emitido mis consideraciones en un artículo titulado Uso y abuso del posesivo"su". Y, a modo de conclusión, en el párrafo final de dicho trabajo, afirmaba yo que:
«Emplear el posesivo apocopado “su”, sin incurrir en imprecisiones morfosintácticas o lexicosemánticas, requiere mucho cuidado y dominio de la redacción. Quien no esté seguro de ese cuidado o de ese dominio, es preferible que no use o controle el uso abusivo de esta espinosa y tormentosa forma pronominal»
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