lunes, 21 de enero de 2013

¡PÁNICO  DE NUEVO EN EL VALLE! : EL LEÓN ANDA SUELTO.
 ( A mis amigos aguiluchos : Pedro Domínguez Brito, Carlos José Rosario y Robert Cabrera)

 Por: Domingo Caba Ramos


La verdad es la verdad y no se puede ocultar: en el Valle hay pánico. El león despertó de un profundo y aparente sueño que en noviembre y la primera quincena de diciembre del pasado año lo mantuvo postrado en su guarida, y al despertar recobró su natural bravura y protagonismo como único y verdadero “Rey de la selva”

 Durante mes y medio, el león había perdido el brillo de su melena impresionante, apagado el fuego de su mirada penetrante y silenciado el eco de sus rugidos desafiantes. Y mientras esto sucedía, los demás animalillos, entre ellos el águila, se movían libremente, y hasta con cierto aire triunfal, por los competitivos senderos de la selva beisbolística dominicana.

 ¡Hay pánico en el Valle!

 El terror se percibe y el miedo se respira. Es que el león despertó y anda suelto en la pradera, desplazándose lentamente con sus galantes movimientos, exhibiendo su melena impresionante, emitiendo sus rugidos aterradores, impactando con su mirada imponente y utilizando el poder destructor de su poderosa mandíbula para devorar a cuantas débiles avecillas osen desafiar su autoridad o interponerse en su camino.

 ¡Hay pánico en el Valle!

 El león despertó. Y al despertar se levantó, sacudió su melena, expandió su vista por los contornos del bosque y muy pronto pudo darse cuenta de que durante su inexplicable letargo, algunos animales de menor jerarquía, como el águila , el toro y el elefante, habían intentado desplazarlo de su trono. Entonces emitió el más rabioso y contundente de los rugidos, como si tratara de recordarles a los seres que conforman su fáunico territorio que “Aquí el único y verdadero Rey de la Selva soy yo”.

 Y al escucharlo, todos temblaron de miedo y huyeron despavoridos: el águila, “como alma que lleva el diablo”, desorientada o sin saber qué hacer, se hundió en el primer nido que encontró; el toro permaneció inmóvil en su corral, el elefante ni siquiera se atrevió a blandir su moco, en tanto que el tigre, tembloroso, con la cola entre las piernas y sus garras escondidas, buscó amparo ,ascendiendo raudamente hasta la copa de un árbol o internándose entre la espesura del bosque.

 Después de la estampida, solo el águila se envalentonó y se atrevió a enfrentarlo, talvez por considerarse aún reina de las aves o confiada en la ayuda que pueda proporcionarle el poder mágico de un “cucharímbico” incienso o las “sansónicas” trenzas de su “Many” redentor. Y merced a ese histórico reinado, la osada, atrevida y cuasi discapacitada avecilla , al parecer, se ha sentido siempre con la confianza y seguridad de vencer nada más y nada menos que al mismo “Rey de todos los animales” 

¡Hay pánico en el Valle! 

 Desde que el león despertó, el Valle aquel, disque “de la muerte”, hoy de los muertos, se encuentra actualmente bajo el dominio del invencible melenudo. Pero mientras el águila sueña con vencer a la temible fiera, esta, sin inmutarse, continúa desplazándose con pasos firmes y convencidos de su indestructible poderío. Y seguirá ejecutando su plan devastador hasta culminar clavando sus mortíferas garras en el buche carnoso del ave provocadora.

 Y cuando así suceda, todos los escogiditas amarraremos nuestras voces para en el más armónico y triunfal de los coros, pregonar, a mandíbulas batientes y con las palabras de un otrora narrador escarlata:

¡Lluvia de gozo! 
¡Escogido campeón! 

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