EL
SEXISMO LINGUISTICO: ¿MITO O REALIDAD? (*)
Por: Domingo Caba Ramos (**)
"E l feminismo
ortodoxo, acrítico y acultural entiende, tal como se lo enseñó el marxismo o la
sociolingüística, que la lengua es un instrumento de dominación al servicio de
la sociedad machista"
(Diógenes Céspedes)
Con el título de
“El constructivismo en la transformación curricular “, hace varios años cayó en
mis manos un libro en cuya dedicatoria se lee lo siguiente:
“Dedico esta obra de manera muy especial
a los maestros y maestras de mi país; y a todos y todas aquellos y aquellas que
puedan leerla. Lo hago de esta manera, ya que considero que los mismos y las
mismas son los y las profesionales más meritorios y meritorias que tienen una
nación, un pueblo y el mundo. Son ellos y ellas, los padres y las madres de los
y las profesionales, los agentes de cambios, transformadores, forjadores,
moldeadores y modificadores de caracteres de la sociedad y el mundo.” (1)
Tan monótona o pesada construcción gramatical,
propia de la llamada “lengua no sexista”, se repite a diario en
discursos como el que se trascribe a continuación:
«Señoras y señores:
"Gracias por asistir a esta
importante reunión. Todos y todas fueron convocados y convocadas para analizar
qué podemos hacer en beneficio de los y las moradores y moradoras de esta
comunidad que hoy forman parte de la gran masa de damnificados y damnificadas,
víctimas de las recientes inundaciones. En condiciones bastante infrahumanas,
esos y esas damnificados y damnificadas yacen alojados y alojadas en diferentes
lugares o refugios en espera de la ayuda humanitaria que podamos ofrecerles
todos y todas los y las que nos consideramos ser verdaderos y verdaderas
cristianos y cristianas o totalmente identificados e identificadas con el dolor
ajeno"
Valdría imaginarse lo tormentoso que sería
leer un libro o escuchar un extenso discurso abarrotados de semejantes
galimatías, o en el que tan inarmónica y tediosa sintaxis se haya empleado como
forma de expresión. Como bien lo afirma mi recordado maestro, doctor Diógenes
Céspedes (2):
« Con toda honestidad, pasar de una
página de un libro o un artículo con estos torniquetes, se vuelve un martirio»
Pero a pesar de lo racional y válido que parezca
el juicio de este reputado académico, la forma de expresión lingüística (lengua
no sexista),empleada en el fragmento precitado, abarrotada de “torniquetes” o
dobletes genéricos, es la que recomiendan las líderes feministas, por cuanto,
según ellas , no discrimina ni excluye u oculta la presencia de la mujer ; ni
mucho menos destaca la supremacía masculina.
Vale resaltar, sin embargo, la vacilación en
que se incurre cuando se utiliza la antes citada lengua, toda vez que se
intenta evitar el sexismo lingüístico apelando a la duplicidad genérica en
nombres y pronombres; pero no en los adjetivos que los califican. Así, en la
dedicatoria antes transcrita, se habla de “los y las profesionales,
transformadores, moldeadores, forjadores y modificadores…”, cuando a la luz
de la lógica antisexista, lo recomendable hubiera sido escribir: “los y
las profesionales transformadores / transformadoras, moldeadores/moldeadoras,
forjadores/forjadoras y modificadores/modificadoras”.
En el proceso de elaboración de uno y otro
discurso bien pudo haberse utilizado una construcción sintáctica de mayor
pertinencia lingüística, obteniéndose, en el primer caso, por ejemplo, el
siguiente resultado:
«Dedico esta obra de manera especial a
los maestros de mi país y a todos aquellos que puedan leerla. Lo hago de esta
manera, ya que considero que los mismos son los profesionales más meritorios
que tienen una nación, un pueblo y el mundo. Son ellos, los padres de los
profesionales, los agentes de cambios, transformadores, forjadores, moldeadores
y modificadores de caracteres de la sociedad y el mundo…»
Obviamente que la expresión, aparte de más
armónica, elegante y comunicativa, resulta menos cursi y más en sintonía con el
principio de economía lingüística; pero no obstante su evidente pertinencia, el
ala ortodoxa del movimiento feminista la rechazaría por entender que en ella se
han utilizado formas lingüísticas que sólo hacen referencias al género
masculino y que, por tanto, excluyen, ocultan o discriminan lo femenino.
Cuestionaría su uso, por entender que tales formas resultan discriminatorias
por razones de sexo, vale decir, por considerar que al emplearlas se incurre en
sexismo lingüístico.
El sexismo lingüístico
El sexismo lingüístico ha sido definido como
todos aquellos vocablos que, debido a la forma de expresión escogida por el
hablante, resultan discriminatorios por razones de sexo. Al sexismo
lingüístico, o lengua sexista, el feminismo le opone la lengua no sexista o,
como prefieren llamarla muchos de sus dirigentes y seguidores, la “lengua
con perspectiva de género”, entendiéndose como tal, una lengua que no
discrimina por razones de género ni destaca el predominio de uno de los sexos.
Para combatir el sexismo en el uso de la
lengua, el feminismo, a mediados de la década de los ochenta, publicó unas
recomendaciones, muy polémicas por cierto y, a nuestro juicio, insostenibles
desde el punto de vista lingüístico, las principales de las cuales se
transcribirán en otra parte del presente ensayo.
Etapas del sexismo lingüístico
El doctor Álvaro García Meseguer, una de las
personas que más ha escrito sobre el tema, en un extenso y enjundioso trabajo
titulado “El español: una lengua no sexista”, publicado en la red
de Internet sin fecha, describe las etapas recorridas en el estudio del sexismo
lingüístico (3):
1ª etapa: Se desconoce su existencia. No se detecta el sexismo lingüístico.
Esta etapa ha durado en España hasta mediados de los años setenta.
2ª etapa: Se descubre el sexismo lingüístico y su existencia comienza a
difundirse en la sociedad. Esta etapa en España se ubica en torno a 1980.
3ª etapa: El feminismo intenta crear estrategias para combatir el sexismo
lingüístico. Se publican recomendaciones al respecto. Estamos a mediados de la
década de los ochenta.
4ª etapa: Corresponde al momento actual. Se hacen patentes los inconvenientes
que trae consigo el seguir las recomendaciones anteriormente mencionadas y se
crea un conflicto entre dos bandos: unos que defienden esas normas y otros
que las atacan. De manera simplista podemos decir que a los primeros les
importa más la mujer que el lenguaje, y que a los segundos les sucede lo
contrario.
Son numerosas las alternativas o propuestas
establecidas para el uso de una lengua no sexista; pero antes de entrar en
consideración, veamos sólo algunos de los postulados que han servido de base de
sustentación para su formulación teórica.
Postulados feministas sobre la lengua
a) La lengua es un instrumento de dominación
de la mujer al servicio de la sociedad machista.
b) La lengua es sexista porque la cultura es y
ha sido masculina.
c) El término mujer hace referencia
exclusivamente al sexo femenino, sin embargo, hombre alude tanto al individuo
de sexo masculino como a todo el género humano, sin distinción de sexos, y este
hecho da lugar a ambigüedades y, en ocasiones, a una ocultación de la mujer.
d) El sexismo que se evidencia en nuestra
lengua no es más que reflejo de la histórica y real situación de opresión de
las mujeres en todas las esferas.
e) Los hombres han nombrado la realidad a su
manera diciendo lo que es y no es a través del lenguaje.
f) La lengua española es discriminatoria,
porque el idioma hablado y escrito produce estereotipos que deforman el
concepto humano de lo femenino.
g) Como en todos los campos, también existe
discriminación de las mujeres por medio del lenguaje. Si queremos avanzar en el
camino de la efectiva igualdad entre mujeres y hombres debemos combatir esa
discriminación.
h) La forma actual de hablar y escribir no
representa a las mujeres.
i) Es necesario romper con el lenguaje sexista
en búsqueda de un mundo de igualdad entre mujeres y hombres.
Así piensa el feminismo radical y ortodoxo en
materia de lengua. Ya veremos algunas de sus famosas alternativas, propuestas o
recomendaciones en pos de una lengua sexualmente igualitaria.
Sexismo lingüístico y estrategias para
evitarlo
Según la óptica feminista, apuntábamos anteriormente,
se incurre en sexismo lingüístico cuando se utiliza cualquier expresión que
resulte discriminatoria por razones de sexo. Que la lengua española es sexista
y, por ende, androcéntrica, por cuanto discrimina, infravalora, subordina,
excluye, quita la palabra y oculta la presencia de la mujer; porque destaca el
protagonismo masculino y alude a la mujer no directamente, sino a través de su
relación con el hombre. Es lo que la etnóloga y antropóloga mexicana, doctora
Marcela Lagarde (1948), ha denominado “usos misóginos del léxico y de la
gramática.”
También afirmábamos que en la década de los
ochenta se publicaron unas recomendaciones con las que se pretendía poner fin a
una forma de hablar y escribir que, al decir de sus gestoras, no representa a
las mujeres y que, por el contrario, las excluye. Específicamente en 1989, el
Instituto de la Mujer, correspondiente al Ministerio de Asuntos Sociales de
España, publica sus famosas y muy polémicas propuestas en pos del uso de un
lenguaje no sexista. (4)
“Los cambios que, a partir de las
reivindicaciones de las mujeres, se están produciendo en los papeles sociales
de ambos sexos - apunta el citado Instituto - exigen una
adecuación de la lengua para liberarla de estos estereotipos discriminatorios.
En otra palabra, para liberarla de usos sexistas”
Para eliminar tales usos, y en reacción al
valor genérico que en español tiene el masculino, el organismo oficial
peninsular aboga por una lengua sensata que no quite la palabra a nadie; y, en
consecuencia, propone, entre otras, las siguientes alternativas:
1. Cuando nos referimos a la vez, tanto al
masculino como al femenino, evitar el uso, con sentido universal, de las
palabras "hombre", "hombres" y los plurales
masculinos, por cuanto el término hombre no representa a las mujeres, y al
emplearlo como falso genérico se oculta o desdibuja la presencia, las
aportaciones y el protagonismo de las mujeres. Se trata de realidades distintas
y, como tales, deben ser nombradas. Se propone, en consecuencia, la sustitución
de hombre y hombres, en estos casos, por persona o personas, ser humano o seres
humanos, hombres y mujeres o mujeres y hombres, sin dar preferencia en el orden
al masculino o al femenino.
En virtud de lo antes dicho, el feminismo
propone que se utilicen genéricos universales o nombres colectivos no asociados
a ningún sexo: en lugar de “los profesores”, el profesorado; en lugar
de “los niños”, la niñez; en lugar de “los alumnos”, el alumnado; en lugar de
“los ciudadanos”, la ciudadanía. O recurrir a dobletes genéricos que se
refieran a los dos sexos: los profesores y las profesoras y viceversa;
los niños y las niñas o viceversa; los alumnos y las alumnas o viceversa; los
ciudadanos y las ciudadanas o viceversa. Y en vez de “los
derechos del hombre”, mejor “los derechos de los hombres y las
mujeres o de las mujeres y los hombres”
2. Evitar el uso exclusivo del masculino para
referirse a oficios o cargos, especialmente si quien los desempeña es una
mujer. En este caso deberá emplearse formas femeninas como: oyenta, jueza,
médica, gerenta, conserja, estudianta, jefa, dirigenta, etc.…
3. Se debe evitar que las mujeres usen el
masculino, tanto plural como singular, cuando se refieren a sí mismas: “todas
nosotras” y no “todos nosotros”; “cada una debe pensar así” y no “cada uno debe
pensar así”
4. Abolir la práctica de identificar a la
mujer con el apellido del hombre: Filomena de García, Andrómeda de Pérez,
Venancia de Peralta, etc.
5. “En ocasiones, se cita a las mujeres como
categoría aparte, después de utilizar el masculino plural como omnicomprensivo
o representando a los hombres como grupo principal y añadiendo a las mujeres
como grupo dependiente o propiedad del anterior. Esa forma de expresión ofrece
una imagen de subordinación de un grupo respecto a otro. Así, en vez de la
frase sexista: “Los nómadas se trasladaban con sus enseres, mujeres, ancianos y
niños de un lugar a otro”, dígase: “Los grupos nómadas se trasladaban con sus
enseres de un lugar a otro”
6. Los términos señora y señorita refieren el
estado civil de la mujer en evidente asimetría con “señorito”, no aplicado al
hombre, al cual se le llama señor sea soltero o casado. Abolir, pues el título
“señorita”, el cual tiende a disminuir, y llamar señora a la mujer casada o
soltera.
7. Cuando se utilicen dobletes o empleo de los
dos géneros gramaticales, se recomienda concordarlos con el último artículo o
sustantivo: “los y las nuevas trabajadoras” o “las y los nuevos trabajadores”
Para Miguel García Posada (1944 – 2012)
filólogo, escritor y crítico literario español, estas propuestas carecen por
completo de valor o importancia lingüística. “Ya todos el mundo
conoce – escribe al respecto - las famosas
normas para evitar el lenguaje sexista,
redactadas por gente que, sin duda, sabe
mucho de sexismo; pero muy poco de lenguaje”
Los defensores del antisexismo lingüístico han
puesto igualmente de moda el símbolo de la arroba (@) como recurso gráfico para
integrar en una sola palabra las formas masculina y femenina del sustantivo,
por entender que dicho signo incluye en su trazo las vocales a y o: es@s niñ@s.
También el uso de barras: las/los; nuestro/nuestra.
Las recomendaciones precitadas resumen la
tesis no sexista e inclusiva sustentada por la orientación feminista : el
término mujer no puede, como sucede en la práctica lingüística del español,
estar representado por la voz hombre, pues de esa forma se la excluye del
discurso cotidiano y se le opacan o borran sus acciones.
Con excepción de la propuesta #4, las demás,
desde el punto de vista lingüístico, las considero innecesarias, insostenibles
y, sobre todo, absurdas.
Posición de la Real Academia Española
Las propuestas para el uso de una lengua no
sexista, encuentran su rechazo o entran en contradicción con lo planteado y
prescrito al respecto por la Real Academia Española (RAE) en dos de sus textos
fundamentales: el Diccionario panhispánico de dudas (2005) y la Nueva gramática
de la lengua española (2010), ambos de carácter panhispánico y consensuados por
la Asociación de Academias de la Lengua Española.
« En los sustantivos que designan seres
animados – se lee en el Diccionario panhispánico de dudas – el
masculino gramatical no solo se emplea para referirse a los individuos de sexo
masculino, sino también para designar a la clase, esto es, a todos los
individuos de la especie, sin distinción de sexos: El hombre es
un animal racional; El gato es un buen animal de compañía.
Consecuentemente – amplía
el precitado lexicón - los nombres apelativos masculinos,
cuando se emplean en plural, pueden incluir en su designación a seres de uno y
otro sexo: Los hombres prehistóricos se vestían con pieles de
animales; En mi barrio hay muchos gatos (de la referencia no quedan excluidas
ni las mujeres prehistóricas ni las gatas). Así, con la
expresión los alumnos podemos referirnos a un conjunto formado exclusivamente
por alumnos varones, pero también a un colectivo mixto, formado por chicos y
chicas… » (5)
En relación con la sistemática y persistente
campaña que con el propósito de “desmaculinizar” la lengua, desarrolla y ha
desarrollado durante años el movimiento feminista, la R.A.E., en el texto antes
referido, apunta lo siguiente:
« A pesar de ello, en los últimos
tiempos, por razones de corrección política, que no de corrección
lingüística (Subrayado
nuestro, D.C), se está extendiendo la costumbre de hacer explícita en estos
casos la alusión a ambos sexos: “Decidió luchar ella, y ayudar a su
compañeros y compañeras…”. Se olvida de que en la lengua está prevista
la posibilidad de referirse a colectivos mixtos a través del género gramatical
masculino, posibilidad en la que no debe verse intención discriminatoria
alguna, sino la aplicación de la ley lingüística de la economía expresiva; así
pues, en el ejemplo citado pudo – y debió –decirse, simplemente, ayudar a sus
compañeros”» (6)
Aludir a los dos sexos (los niños y
las niñas, los ciudadanos y las ciudadanas), con el afán de no incurrir en
la supuesta “discriminación lingüística” constituye, según el Diccionario
panhispánico de dudas, una “innecesaria costumbre”, generadora
de “engorrosas repeticiones”, las que, unidas al deseo de mitigar
la pesadez de la expresión que esas repeticiones provocan, se tratará de evitar
mediante “la creación de soluciones artificiosas” que contravienen
las normas de la gramática: las y los ciudadanos” (7)
Sobre el mismo tema, y en iguales o parecidos
términos se expresa la RAE, en una de sus más recientes obras, la Nueva
gramática de la lengua española, publicada en marzo del 2010:
« El masculino es en español el GENERO NO
MARCADO, y el femenino, el MARCADO. En la designación de personas y animales,
los sustantivos de género masculino se emplean para referirse a los individuos
de ese sexo, pero también para designar a toda la especie, sin distinción de
sexos, sea en singular o en plural. Así, están comprendidas las mujeres
en Un estudiante universitario tiene que esforzarse muchos hoy en día
para trabajar y estudiar a la vez. Se abarca asimismo a las osas en El
oso es un animal plantígrado. Estos casos – aclara la Nueva Gramática –
corresponden al USO GENERICO del masculino. Sin embargo, razones
extralingüísticas (subrayado nuestro, D.C) o contextuales pueden dar a
entender que se habla solo de varones…» (8)
En relación con el uso frecuente de los dobles
genéricos, la docta corporación lingüística sostiene que:
« En el lenguaje político, administrativo y
periodístico se percibe una tendencia a construir series coordinadas por
sustantivos que manifiesten los dos géneros: los alumnos y las alumnas; A todos los chilenos y a
todas las chilenas; tus hijos y tus hijas… El circunloquio es innecesario en esos casos, puesto
que el empleo del género no marcado (masculino) es suficientemente explícito
para abarcar a los individuos de uno y otro sexo. Se prefiere, por lo tanto, Los alumnos de esta clase se examinarán el
jueves; Es una medida que beneficia a todos los chilenos; ¿Cómo están tus
hijos? » (9)
La doble mención genérica, de acuerdo con el
criterio académico, solo es admisible, cuando se interpreta como señal de
cortesía en ciertos usos vocativos: señoras y señores; amigas y amigos; damas y
caballeros, etc.
El uso de la arroba (@) como signo
lingüístico.
La @ es un símbolo de masa, no un signo
lingüístico, razón por la cual se reputa como un recurso desacertado o carente
de valor gramatical cuando se emplea para integrar en una misma palabra los dos
géneros gramaticales: apreciad@s amig@s; pero además de su esencia no
lingüística, en ocasiones este recurso, la @, no siempre resulta aplicable por
cuanto transgrede las normas de la concordancia. Es lo que sucede en la secuencia
“en el día del niñ@”, toda vez que del es un artículo
contracto que se refiere solo al masculino y, en consecuencia, nunca podría ser
antepuesto a un nombre femenino.
Más explícito es lo que al respecto se
establece en el Diccionario panhispánico de dudas:
«Para evitar las engorrosas repeticiones
a que da lugar la reciente e innecesaria costumbre de hacer siempre explícita
la alusión a los dos sexos (los niños y las niñas, los ciudadanos y ciudadanas,
etc.), ha comenzado a usarse en carteles y circulares el símbolo de la arroba
(@) como recurso gráfico para integrar en una sola palabra las formas masculina
y femenina del sustantivo, ya que este signo parece incluir en su trazo las
vocales a y o: *l@s
niñ@s. Debe tenerse en cuenta que la arroba no es un signo lingüístico y,
por ello, su uso en estos casos es inadmisible desde el punto de vista
normativo; a esto se añade la imposibilidad de aplicar esta fórmula integradora
en muchos casos sin dar lugar a graves inconsistencias, como ocurre en *Día
del niñ@, donde la contracción del solo es válida para el masculino niño» (10)
Comparto en todas sus partes estos juicios de
la Real Academia Española acerca de un tema que como el supuesto sexismo
lingüístico presente en el español, tantas polémicas o teorías contrapuestas ha
generado y genera.
Los comparto, no solo porque dichos juicios se
apoyan en razones eminentemente lingüísticas, sino porque al igual que el
citado organismo, entiendo que los argumentos antisexistas se fundamentan en
criterios extralingüísticos, específicamente sociopolíticos. Porque considero
que los desdoblamientos genéricos, tales como : «diputados y diputadas,
padres y madres, niños y niñas, funcionarios y funcionarias, bienvenidos y
bienvenidas, todos y todas, etc.»), constituyen verdaderas e innecesarias
piruetas lingüísticas, altamente cansonas y carentes por completo de elegancia
; y porque pese al deseo de ciertos grupos colectivos de presentar la lengua
como rehén histórico del machismo social, el uso genérico del masculino gramatical
tiene que ver con el criterio básico de cualquier lengua: economía y
simplificación. O sea, obtener la máxima comunicación con el menor esfuerzo
posible, evitando decir con cuatro palabras lo que bien puede expresarse con
solo dos.
El sexismo lingüístico visto por
lingüistas y escritores
Además de la Real Academia Española (RAE),
opuesto al uso de desdoblamientos (Ellos y ellos, los padres y las
madres, todos y todas, bienvenidos y bienvenidas…), así como a la tesis
feminista de que la lengua española es sexista, excluyente y discriminatoria,
es también el parecer de connotados lingüistas, escritores y académicos
dominicanos y de otras partes del mundo hispánico.
El uso del masculino genérico o utilizado para
designar a todos los individuos de la especie, constituye el blanco principal
hacia el cual van dirigidas las persistentes críticas formuladas por las
combativas representantes del feminismo radical, por entender estas que de esa
manera se oculta , “invisibiliza” o desdibuja la imagen de la mujer. Por esa
razón se intenta reivindicar la presencia femenina con la alusión explícita a
los dos géneros. Si bien este argumento del sexismo lingüístico cuenta con el
apoyo de un reducido número de personas que lo defienden y reafirman, en el
mundo hispanohablante son más (la mayoría) quienes lo rechazan, entre estos
especialistas en la materia, por considerarlo insustancial o carente por
completo de soportes lingüísticos. Es el caso, por ejemplo, del insigne
filólogo español Gregorio Salvador (1927).
Dialectólogo , exvicepresidente de la Real
Academia Española y uno de los académicos que con mayor firmeza ha rechazado
los desdoblamientos genéricos y el rasgo sexista que se le atribuye al idioma
español, para el brillante lingüista granadino carecen de fundamentos
científicos los cuestionamientos emitidos contra el valor genérico del
masculino, por cuanto , según sus palabras : "La lengua es un
sistema económico de expresión y el masculino vale en este caso como término
neutro que sirve para masculino y femenino"
Otro lingüista peninsular, Fernando Lázaro
Carreter (1923 – 2004), filólogo y expresidente de la RAE, al tratar el
polémico tema, presenta “un absurdo pero ilustrativo” ejemplo: "A
todos y todas los dueños y dueñas de perros y perras…", para
concluir planteando que “Este tipo de desdoblamientos son
artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico".
Madrileño, filólogo, poeta, narrador,
brillante traductor literario y uno de los escritores de mayor valía con que
cuenta actualmente España, Javier Marías Franco (1951), en un artículo
publicado en la red titulado “Cursilerías lingüísticas” (El País - Cultura -
20-03-1995) , más incisivo y contundente en sus juicios, califica de “horrenda”
“cursi” y “ mojigatería insufrible” la práctica de la
doble mención genérica (11) :
« El plural ‘los escritores’ – sostiene el afamado novelista- engloba
también a las escritoras -es una mera convención de la lengua-, y me parece
cursi la vigilancia que hoy lleva a tanta gente a decir "los escritores y
las escritoras", "las niñas y los niños" (o a escribir, con
fórmula bancaria y horrenda, "el lector /a") »
Y al referirse a la utilización del masculino
para nombrar a todos los individuos de la especie, Marías la exime de toda
intención discriminatoria:
« En cuanto al uso genérico de hombre, es
otra convención sin más, como lo es decir "el león vive en la
selva", "el perro es el mejor amigo del hombre" o "los
escoceses son tacaños". Por
eso a este escritor le parece « una mojigatería insufrible
andar diciendo "el león y la leona viven en la selva", "el perro
y la perra son los mejores amigo y amiga del hombre y de la mujer" o "los
escoceses y las escocesas son tacaños y tacañas »
La línea de pensamiento de estos y otros
lingüistas españoles, puesta de manifiesto en el rechazo a la tesis
antisexista, es por entero compartida, en la República Dominicana, por
prestantes escritores y consagrados estudiosos de la lengua, como los doctores
Diógenes Céspedes, Bruno Rosario Candelier y Orlando Alba, miembros todos de la
Academia Dominicana de la Lengua.
Reafirmando la tesis de que la postura
feminista se funda en razones sociopolíticas, no lingüísticas, Diógenes
Céspedes sostiene que el feminismo ha llevado la lucha de clases al plano de la
lengua.
“El feminismo ortodoxo, acrítico y
acultural – Plantea al respecto el reputado ensayista y
crítico literario - entiende, tal como se lo enseñó el marxismo o la
sociolingüística, que la lengua es un instrumento de dominación al servicio de
la sociedad machista”
Y en relación con la utilización de dobletes
genéricos (todos y todas, los maestros y las maestras, bienvenidos y
bienvenidas etc.), el autor de Lengua y poesía en Santo Domingo en el siglo XX
(1985) afirma: «Con toda honestidad, pasar de una página de un libro
o un artículo con estos torniquetes, se vuelve un martirio »
En uno de sus más recientes libros, el afamado
escritor y crítico mocano, doctor Bruno Rosario Candelier (12), llama “plaga
de género” a la práctica feminista consistente en mencionar los dos
géneros gramaticales:
« En primer lugar – señala - rechazamos lo que denominamos la
plaga del género, señalizada en el uso innecesario del doble género (
“Los/las dominicanos/as, “A todos y a todas, etc.), puesto que si se
dice “los dominicanos”, esa expresión incluye a todos los
dominicanos de cualquier género… y si se dice “Buenos días a todos”, no
hay que especificar “y a todas”, puesto que “todos” envuelve a los
seres humanos presentes, en cuya categoría están incluidas las mujeres.…» (13).
Esa artificiosa e irracional “plaga de género”
constituye, para el doctor Candelier, una práctica inoportuna y ridícula:
«Porque decir: “Los y las ciudadanas”, o
“Los y las ciudadanos”, o “Las y los ciudadanos”, contraviene la preceptiva de
la concordancia gramatical, y más aún, es ridículo, inoportuno y
sobreabundante» (14)
Y en cuanto a la inclusión que se atribuye al
género masculino, el actual presidente de la Academia Dominicana de la Lengua
sostiene que esa función genérica o inclusiva «no implica discriminación de
sexo, sino la aplicación, por convención cultural, de la ley lingüística de
economía expresiva sancionada por el uso y la norma de la lengua…» (15)
La costumbre de utilizar artificiosos recursos
(dobletes, barra y arroba) para evitar el supuesto sexismo o discriminación de
la mujer en el uso de la lengua, ha merecido también el autorizado y sabio
juicio del laureado lingüista dominicano Orlando Alba (16), posiblemente el
investigador que más ha escrito acerca del español dominicano.
Exprofesor de la Pontificia Universidad
Católica Madre y Maestra (PUCMM) y, en la actualidad, catedrático en la
Universidad Brigham Young en Provo, Utah, Estados Unidos, en el caso específico
de los dobles genéricos, Alba, igual que los especialistas antes citados,
destaca su naturaleza sociopolítica, no lingüística, y rechaza su uso al
afirmar que «la alusión explícita a ambos sexos no es necesaria, ni se
puede justificar con argumentos lingüísticos. Se explica, acaso, desde la
perspectiva de la corrección política, pero no de la corrección en el uso de la
lengua» (17)
Y sobre el uso del masculino con valor
genérico, sostiene que «La utilización del masculino para designar a
todos los individuos de la especie, solo busca eficiencia, y no tiene intención
discriminatoria de la mujer. No implica, en lo absoluto una ‘ocultación de la
mujer a través del lenguaje’» (18). Este genérico empleo, según este
destacado investigador, no sólo incluye a las personas, sino también a los
animales. Por eso, al presentar como ejemplos: “El ladrido de los perros no los
dejó dormir” y “En el barrio hay muchos gatos”, puntualiza que “no se exonera
de culpa a las perras” ni “se excluyen de la referencia las gatas”, y acto
seguido reflexiona : “Pero a pocos se les ocurre pensar que en estos
casos hay sexismo lingüístico, y que por algún tipo de conspiración machista se
está privilegiando a los animales machos sobre sus parejas hembras”
El singular también es genérico.
"Lo mismo que el masculino, el número
singular – explica Orlando
Alba - también se utiliza con valor global, toda vez que incluye al
plural, como se aprecia en la oración “El perro es el mejor amigo del
hombre”, en la que de acuerdo al autor, “no se hace referencia
a un perro y a un hombre en particular, sino a los perros y a los hombres en
general…” (19)
Conforme al anterior planteo, al eminente
sociolingüista cibaeño le extraña que la lucha contra el masculino con valor
inclusivo no haya ido pareja con la campaña contra el uso del singular con
valor global, “Porque – agrega – no es justo
combatir la supuesta injusticia contra el género femenino, y no hacer lo mismo
con respecto a la misma “falta” cometida en contra del número plural” (20)
El uso no sexista y sus indeseables
consecuencias
Enfocado el problema desde una visión
científica y al margen de toda postura subjetivista, es innegable que el uso de
la lengua , como pretende la rama ortodoxa o radical del movimiento feminista,
genera los más negativos resultados que afectan, ,fundamentalmente, la
concordancia, la economía expresiva y la elegancia de la frase, vale decir, la
estructura morfosintáctica del discurso. Merced a este juicio y apoyado en
razones auténticamente lingüísticas, el profesor Alba, a modo de colofón,
considera que ese uso no sexista de la lengua, especialmente de los dobletes
genéricos, origina consecuencias nada gratas y deseables como son las
siguientes:
1. Crea verdaderas piruetas lingüísticas.
2. Se originan repeticiones engorrosas y
unas estructuras sintácticas innecesariamente complicadas y, por consiguiente,
insufribles, pesadas, repetitivas, enrevesadas y extravagantes.
3. Se produce una visible incongruencia en
la aplicación de la concordancia.
4. El nivel de ridiculez y cursilería del
texto aumenta.
5. Conlleva, por último, el empobrecimiento
de la capacidad expresiva de la lengua.
A MODO DE CONCLUSIÓN.
Yo también considero que quienes redactaron
las famosas propuestas para evitar el sexismo en la lengua, podrán “saber mucho
de sexismo, pero muy poco de lenguaje”. De haber enfocado el problema con una
visión científico - lingüística y no desde una óptica ideológico - clasista,
sus propulsores bien pudieron entender que al utilizar los dobletes genéricos
propios de la denominada lengua con perspectiva de género ( no sexista )
:
a) Se confunde el género biológico
(hembra/varón) con el género gramatical (masculino/ femenino) o, lo que es lo
mismo, se identifica el género gramatical con sexo, olvidando talvez, que
existen seres asexuados (las cosas) a los que sí se les puede atribuir un género;
pero jamás encasillarlos en un sexo determinado. ¿A qué conduce eso? “A una
confusión semántica y a una sintaxis enemiga de la ley del menor esfuerzo como
principio innegociable de la comunicación lingüística” –responde el profesor
Diógenes Céspedes.
b) Se viola el principio de economía
lingüística o ley del menor esfuerzo. Para comprobar esto, sólo hay que
descubrir las palabras que sobran cada vez que se utilizan monótonos dobletes
genéricos en frases del tipo: los y las amigos y amigas, todos y todas,
maestros y maestras, etc.; o en párrafos como: “Los empleados y las
empleadas gallegos y gallegas están descontentos y descontentas por haber sido
instados e instadas, e incluso obligados y obligadas, a declararse católicos y
católicas”.
c) Se incurre en violación o desconocimiento
de las reglas de la concordancia del español. Una de estas establece que dos
sustantivos de diferentes géneros demandan en masculino plural el adjetivo que
los califica: “Niños y niñas traviesos…” Pero el ultrafeminismo rechaza por
machista este precepto y le opone sus engorrosas e indigeribles
duplicaciones: “Niños y niñas traviesos y traviesas”.
d) Se olvida que la función fundamental de la
lengua es la comunicación. La construcción sintáctica que pretende el
feminismo, por farragosa, resulta confusa, oscura y poco comunicativa.
e) Se olvida que la lengua española no es en
sí misma tan sexista como parece, sino el uso que de ella hace el hablante. En
tal virtud vale destacar que el escritor, profesor e investigador del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas de España, Álvaro Meseguer, publicó en
1977 el libro “Lenguaje y discriminación sexual ”, donde establecía que la
lengua española era profundamente sexista; pero diecinueve años después se
retracta cuando en su nueva obra, ¿Es sexista la lengua española?, (Paidós,
1996, Barcelona, pág.17), admite que había confundido género y sexo, que la
lengua española es inocente y que el sexismo lingüístico radica en el hablante
o en el oyente, pero no en la lengua.
f) Se ignora, como muy juiciosamente afirma
Miguel García Posada, que el genérico masculino no es suprimible: pertenece al
código básico del idioma, no al uso individual. Que en español, el masculino es
el término no marcado y por eso niño puede servir para ambos géneros, contrario
a niña que sólo significa niña, toda vez que el femenino es el término marcado.
g) Se Incurre en vacilaciones frecuentes. Esta
vacilación se manifiesta de dos maneras:
1. Se distinguen o expresan los dos géneros en
el sustantivo, pero no en el adjetivo que lo califica: “No votaré por
candidatos y candidatas corruptos…” (¿Por qué no corruptas?)
2. Tanto en la expresión oral como escrita,
una misma palabra aparece usada con distinción de género en un momento, y en
otro no. Así, es común leer publicaciones en uno de cuyos párrafos se lee: “Es
papel de los/las maestros/maestras es leer y fomentar el amor por la
lectura…”Sin embargo, en el párrafo siguiente, el mismo autor escribe que:
“Sabemos que los maestros siempre han sido los grandes olvidados…” (¿Por qué
esta vez se obvió la distinción genérica, al expresar solamente maestros y no
los/las maestros y maestras?
¿Por qué se producen estos casos de
vacilación?
Sencillamente, porque el hablante que así
procede no tiene internalizada en su cerebro esa estructura sintáctica, esto
es, los desdoblamientos; porque actúa movido por la moda, por la imitación, sin
conciencia lingüística, por presión, vale decir, para evitar la etiqueta de
machista, o quizás, para estar bien o no entrar en contradicción con el
movimiento feminista.
El feminismo ha sabido penetrar e insertar sus
normas en los documentos de muchas instituciones públicas de la República
Dominicana, pero fundamentalmente en aquellos que versan sobre el proceso de
transformación curricular de la educación dominicana. De ahí que sea muy común
escuchar a maestros, técnicos, empleados y funcionarios del Ministerio de
Educación hablar de alumnos y alumnas, maestros y maestras, profesores
y profesoras, etc., los cuales, al igual que otros carecen por completo de
pertinencia desde el punto de vista lingüístico.
A esa profusión de dobletes, algunos autores
los llaman «cursilerías », « insensatez, ñoñeces o locuras feministas», «
plagas de género » “piruetas”, “circunloquios”, “tonterías”, “mojigatería”,”
ridiculeces”, etc. Yo, en cambio, prefiero denominarlos “Ridiculez lingüística”
y “Extravagancias léxicas”. Y las voces que se oponen a esas formas feministas
han sido denominadas por sus defensoras: “alaridos misóginos”,
“posturas patriarcales”, “rugidos discrepantes”
Ya nos imaginamos cómo variarían los nombres y
las siglas de nuestras instituciones en caso de que se cumpla ciegamente el
mandato feminista: a) Cámara de diputados y diputadas de la República
Dominicana, Asociación Dominicana de Profesores y profesoras ( ADPP) , Sociedad
de padres y madres, amigos y amigas de la escuela, Colegio de ingenieros e
ingenieras, arquitectos y arquitectas, agrimensores y agrimensoras, Asociación
de locutores y locutoras de Santiago ( ALLS), Colegio de abogados y abogadas de
la República Dominicana, Día de los enamorados y enamoradas, Día de los /las
fieles difuntos y difuntas, Partido de los/las Trabajadores y Trabajadores
Dominicanos y Dominicanas ( PTTDD) , etc.
Oponerse a estas formas de expresión, de
ningún modo implica desconocer o resistirse a la evolución de la lengua o
adoptar una actitud en contra de la igualdad de derechos de la mujer, como
afirman o contraargumentan sus radicales defensoras.
La lengua, como afirma Gili Gaya “no permanece
inalterable”, esto es, cambia. Y cambia, nadie lo discute; porque solo así
puede cumplir con su función y renovarse permanentemente, y porque necesita
adaptarse constantemente a los cambios que se producen en el mundo, como única
forma de dar respuestas a las necesidades de sus usuarios; pero esa evolución,
conviene precisarlo, se origina de manera natural, nunca por presión externa de
un grupo reducido de hablantes, sino impulsada por la fuerza de su dinámica
interna.
La lengua se resiste de inmediato a cualquier
tipo de control externo, y es de ahí que el cambio lingüístico, el cual se
caracteriza por ser armónico y sistémico, ni se propone ni se impone; pues de
ocurrir así, los hablantes no lo asumirían o adoptarían una actitud de radical
resistencia. Por eso a nadie ha de extrañar el rechazo casi unánime que ha
recibido el intento del movimiento feminista de tratar de imponer sus formas
expresivas en el mundo hispanohablante.
Cónsono con la ideología y el discurso
feminista, Bartolo García Molina, ensayista , destacado profesor
universitario y fiel promotor del uso de la lengua con visión de género, al
referirse al tema del sexismo lingüístico escribe que "el
sexismo discursivo y lingüístico refuerzan la desigualdad y la discriminación
hacia la mujer" (21) A tono con este planteo, el
precitado autor establece un paralelo entre lengua no sexista y
trato a la mujer, al sostener que “Hay que rescatar lo
femenino de la marginación discursiva. Si no se valora la mujer en el
discurso, - puntualiza – tampoco se valorará lo
suficiente en la práctica. También lo inverso aplica; si no se valora la mujer
en la realidad o la práctica, tampoco se valorará en el discurso” (22)
Necesariamente tengo que disentir o expresar
mi desacuerdo con el punto de vista de mi exmaestro de Fonética y Fonología,
por cuanto a la luz de la realidad, tan reivindicativo y no menos dignificador
juicio no se sostiene, toda vez que son muchos los hombres que cuando hablan en
público, abarrotan su léxico de formas feministas, asumiendo así un discurso
que no sienten ni comparten; mas, en el ámbito familiar, ejercen contra sus
parejas la más bestial de las violencias. Otros, como muchos dirigentes y
candidatos políticos, muy especialmente en los procesos electorales, les
encantan hablar destacando los dos géneros en sus discursos, con el único y
deliberado propósito de vender una falsa imagen de identidad con el mundo
femenino y captar de esa manera la simpatía y el voto de la mujer.
Los ideólogos del archifeminismo califican de
“machista” a todo aquel que se oponga o no comulgue con sus postulados y
prácticas antisexistas. Pensar así, es poseer una visión desenfocada o al
margen por completo de la verdadera esencia del problema.
Todos debemos apoyar la justa lucha de las
mujeres en pos de sus derechos de igualdad y en contra de la irracional
violencia masculina que mentes insensatas ejecutan en su perjuicio. Pero esa
violencia, de entrada, hay que tratar de encontrarla y combatirla primero en el
seno profundo de la sociedad y no en la estructura interna de la lengua.
(*) - El presente
ensayo fue publicado en la prensa nacional (marzo 2012). En mayo de
este año, la Academia Dominicana de la Lengua lo incluyó en el libro
"Sexismo lingüístico y doble género"
(**) - DOMINGO CABA RAMOS
a) Profesor universitario de Lengua y
Literatura.
b) Columnista de varios periódicos
dominicanos.
c) Miembro Correspondiente de la Academia
Dominicana de Lengua.
d) Cursó estudios de Maestría en Educación Superior:
Mención Lingüística. (UASD)
3) Licenciado en Educación: Mención Filosofía
y Letras. (UASD)
4) Maestro Normal Primario (Esc. Normal
"Luis Núñez Molina)
NOTAS:
1. Pedro Norberto García. El
Constructivismo en la transformación curricular. Santo Domingo,
Ediciones Nativo, CXA, 2000, p. 9
2. Crítico literario,
ensayista, poeta, profesor, narrador, periodista, lingüista y Premio Nacional
de Literatura 2007.
3. http://elies.rediris.es/elies16/Garcia.html#2definicion
4. http://www.archena.es/files/Mat_11_evitarsexismolenguaje.pdf
5. Real Academia Española y
Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario panhispánico
de dudas. Colombia, Santillana 2005, p. 311
6. Ob. Cit., p. 311
7. Ob. Cit... p. 311
8. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua
Española. Nueva gramática de la lengua española. México,
Editorial Planeta, 2010, p.25
9. Ob. Cit. p.25
10. Diccionario panhispánico de
dudas, p.312
11.
http://elpais.com/diario/1995/03/20/cultura/795654016_850215.html
12. Filólogo, crítico literario,
ensayista, novelista, profesor universitario, Premio Nacional de Literatura
2008 y presidente de la Academia Dominicana de la Lengua.
13. Bruno Rosario Candelier. El
ánfora del lenguaje. Santo Domingo, Editora Teófilo, 2008, p.293
14. Ob. Cit., p.296
15. Ob. Cit., p.296.
16. Orlando Alba cursó estudios de
licenciatura en Educación: Mención Español (Universidad Católica Madre y
Maestra – Santiago de los Caballeros), maestría en Lingüística (Universidad de
Puerto Rico, Recinto Río Piedras) y doctorado en Filología Hispánica
(Universidad Complutense de Madrid). Entre sus obras merecen citarse : La
identidad lingüística de los dominicanos (2009) , Lengua y beisbol en la
República Dominicana ( 2006),Cómo hablamos los dominicanos ( 2004 ),Nuevos
aspectos del español en Santo Domingo (2000), El español dominicano dentro del
contexto americano ( 1995), Estudios sobre el español dominicano (
1990),Variación fonética y diversidad social en el español dominicano de
Santiago.
17. Orlando Alba. La identidad lingüística
de los dominicanos. Santo Domingo, Editora Búho, 2009, p. 150)
18. Ob. Cit., p.153
19. Ob. Cit., p.155
20. Ob. Cit., p. 155
21. Redacción. Santo Domingo, Edit.Surco, 2012, p.47
22.Lengua, pensamiento y educación. Santo
Domingo, Edit.Surco, 2006, p.39
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