lunes, 14 de mayo de 2012



LOS PROGRAMAS DE OPINION EN LA REPUBLICA DOMINICANA

Los programas de opinión que  se transmiten a través de la radio y la televisión siempre han existido en la Republica  Dominicana; pero nunca como  ahora su número  había crecido tanto.  Y nunca como ahora se habían politizado tanto.

Esos programas, anteriormente, casi siempre lo realizaban periodistas en ejercicio, y en sus comentarios, si bien  podían estar equivocados, muy raras veces se percibían en ellos intenciones políticas. Hoy, la realidad es otra, esto es, en cada juicio que emiten,  la mayoría de los analistas políticos  dejan ver  sus “refajos “partidarios.  

Escudándose tras una falsa neutralidad, los llamados programas destinados a comentar la noticia, se han convertido en verdaderos espacios políticos, y sus productores, en voceros genuinos del líder o partido de su preferencia.  Se trata de “comunicadores” que no desperdician oportunidades en combatir rabiosamente al partido que adversan y defender apasionadamente  aquel por el cual simpatizan. Esta práctica, vale resaltarlo, se  incrementó  a partir del  mismo momento en que los partidos políticos, especialmente cuando llegaban al poder, decidieron reservar  grandes sumas de dinero  con la finalidad de  comprar conciencias, silencios y opiniones.

A partir de ahí, y ahora parece que se est  en el momento cumbre, cada palabra tiene un precio. Cada opinión tiene un precio. Cada silencio tiene un precio. Y es por eso que a partir de ahí, un periodista, ya sea por  la publicidad o el sueldo  que recibe del Estado, defiende lo indefendible y justifica lo injustificable. Y es por eso que me resulta altamente asqueante escuchar  programas de análisis con olor a signos de peso o en los que el fanatismo resplandece como brilla la luz del sol. 

Los comentaristas contrarios al gobierno, de su parte, convierten sus espacios en un bastión en contra de las acciones de este y un instrumento de constante promoción electoral.

Lo cierto es que muchos de estos programas, en lugar de los nombres que los identifican, ms bien deberían llamarse: “El P.R.D. en marcha”, “La voz del P.L.D.”, “Vanguardia del pueblo por televisión”, “La voz del P.R.D.”, “Ecos morados” y “Orientación perredeísta”, entre otros.

 Cuando yo me siento a ver o a  escuchar un programa de opinión, persigo dos propósitos: que me informen y  me orienten o iluminen mi mente, no que me adoctrinen o manipulen mi conciencia. No es mi intención que a través de la radio y la televisión me abarroten el cerebro de ideas blancas o moradas, o que por un lado me presenten a Leonel y a Danilo como los buenos de la película y a Hipólito como el malo, o viceversa.  Espero que cada concepto emitido resulte lo ms objetivamente posible, porque no es posible, por ejemplo, que para un comunicador todo lo que el gobierno haga este bien, mientras que para otro todo lo que venga  del poder  est mal. Eso es fanatismo y manipulación perversa.

Por esa razón, creo que no pasan de cinco los programas de opinión que a nivel nacional captan mi atención. En lugar de escuchar los otros, prefiero sintonizar un espacio pagado del P.R.D. o del P.L.D. Por lo menos así, estoy seguro qué mensajes voy a percibir.




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