Por : Domingo Caba Ramos
El santiaguero Luis Camejo (primera
mitad siglo XX) está considerado como el más grande epigramista dominicano de
todos los tiempos. A Pesar de su innegable ingenio poético, a este poeta
popular muy pocos lo conocen en el país, incluyendo la ciudad (Santiago) donde
nació. Publicó solo un libro: «Puyas de la jabilla» (1936). Nadie
como él supo referirse con igual ironía a los más diversos aspectos de la vida
nacional. A él solo Juan Antonio Alex en
ese sentido se le acerca.
Cuenta Camejo en uno de los epigramas
del antes citado libro, que una vez un
hombre fue apresado por cometer un estupro; pero el fiscal, al considerar que
por ser tan feo ese hombre solo mediante la violación podía disfrutar el cuerpo
de una mujer, propuso que no fuera condenado . Camejo relata el hecho de la
manera siguiente:
«Por raptar una muchacha,
hicieron un hombre preso,
que tenía, a más de obeso,
la cara de cucaracha.
El fiscal al ver la fecha,
de aquel nuevo fariseo,
exclamó: “como es tan feo,
no es legal que se castigue,
pues, ¿cómo Diablo consigue?
Y yo apuesto hasta mi cheque,
contra el palo de una escoba,
a que la niña más boba,
no se deja sorprender,
de un hombre, que halla mujer,
solo así: si se la roba…”»
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