Por: Domingo Caba Ramos.
El fundador de la nacionalidad dominicana, Juan Pablo Duarte, en su muy famoso e histórico Juramento Trinitario, apunta lo siguiente:
«En nombre de la Santísima, augustísima e indivisible Trinidad de Dios Omnipotente, juro y prometo, por mi honor y mi conciencia, en nombre de nuestro presidente, Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la separación definitiva del gobierno haitiano, y a implantar una república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana…»
Mientras que nuestra constitución, en su Art. 1, establece que:
« El pueblo dominicano constituye una Nación organizada en Estado libre e independiente, con el nombre de República Dominicana…»
Eso quiere decir que, según lo ideó el patricio Juan Pablo Duarte y lo consignó luego el legislador en nuestra Carta Magna, el nombre de nuestro país es República Dominicana, no «Dominicana», como se lee en las páginas deportivas y se escucha en la cadena de radio y televisión que todos los años transmite los juegos de béisbol correspondientes a la Serie del Caribe. En otras palabras, aunque no existe en el mundo ningún país llamado «Dominicana», nuestros cronistas deportivos persisten en llamar así a una nación cuyo verdadero nombre es República Dominicana, incurriendo de esa manera en una innecesaria distorsión de la esencia de la auténtica denominación.
Pero no solo los cronistas. En el mismo error incurre la Liga de Béisbol Profesional de la República Dominicana (LIDOM), cuando decide identificar el uniforme del equipo representativo de este país en la Serie del Caribe con el nombre de «Dominicana».
Es posible que se alegue que el nombre que
identifica a nuestra patria es muy largo, y que por esa razón resulta difícil
inscribirlo completo en un uniforme. De ser así, ¿por qué entonces no se
escribe en este REP. DOM., o, simplemente, R.D.?, sigla esta última que
históricamente ha sido utilizada para representar el nombre de la patria de
Duarte, Sánchez, Mella y Luperón.
Al decir simplemente «Dominicana», ¿qué mensaje les
transmiten nuestros cronistas deportivos y la LIDOM a los demás países que
participan en esa caribeña competencia?
Sencillamente, que nuestro país se llama «Dominicana». Por eso no me
extrañó que estando hace ya varios años en México, un nativo de esta nación me
preguntó que si yo era de «Dominicana». Acto seguido le respondí, ocultando
naturalmente mi molestia:
« De “Dominicana” no. Yo soy de
la República Dominicana».
El que el amigo mexicano creyera que así se llamaba mi patria, no me
sorprendió, por cuanto es bien sabido que los medios de comunicación,
conscientes o inconscientemente, y debido a la gran influencia que ejercen,
trazan las pautas en el uso de la lengua. De tanto leer y escuchar el
término «Dominicana», es lógico, pues, que todo extranjero piense
que así se llama la patria que hace casi dos siglos independizó Juan Pablo
Duarte. Y, peor aún, hasta los niños dominicanos podrían pensar lo mismo.
Conviene tener siempre presente que la palabra República forma parte del nombre
de nuestro país, razón por la cual nunca deberá omitirse cuando este se
exprese, ya sea en forma oral como escrita. Con el nombre de República
Dominicana, vale aclarar, sucede lo mismo que con el de La Romana, cuyo artículo antepuesto (La) suele
omitirse, a pesar de ser parte de dicho nombre. Cuando se refieren a esta
ciudad, muchos cronistas deportivos prefieren decir simplemente Romana, como se
aprecia en frases del tipo:
a) « Hoy no habrá juego en Romana…»
b) «En Romana
Escogido vence a Toros»
En el uso de la lengua, conviene siempre recordarlo, no debemos
distorsionar la realidad. En tal virtud, los nombres que designan esa realidad,
hay que emplearlos en su justa, auténtica y completa denominación.
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