Hacer: un verbo con poderes imperiales.
Por: Domingo Caba
Ramos.
En diciembre del
recién pasado año escuché y leí las siguientes notas periodísticas:
1) - " Todos
bailaron, bebieron y compartieron en un ambiente de sana camaradería. Y como hacía mucha hambre, al llegar a la mesa comieron con voracidad...
".
2) " Agentes de la policía apresaron a una pareja que
fue sorprendida haciendo
el amor en el interior de una yipeta... "
La primera nota constituye
el párrafo final de una extensa crónica en la que uno de los reporteros de un
famoso canal de televisión de Santo Domingo describe la fiesta que esta empresa
ofreció en navidad a todos sus empleados. La segunda se explica por sí sola.
En la primera se
afirma que " hacía mucha hambre
", en lugar de " sentían mucha hambre”. Y en
la segunda se dice que la pareja fue "sorprendida haciendo el amor ", en vez de " fue sorprendida cuando sostenía relaciones sexuales". Y es que el hambre, en
tanto sensación o necesidad fisiológica, es un deseo que se siente o
experimenta, como sentimos la sed, el dolor, la fiebre, etc., Mientras que el
amor, en tanto entidad abstracta, es un sentimiento, manifestación o impulso
interior que se expresa a través de las más diversas formas afectivas; pero
imposible sería, por su propia naturaleza, hacerlo y construirlo, como
imposible resultaría igualmente hacer y construir el odio.
Si así fuera, los prostíbulos habría entonces
que considerarlos como verdaderos santuarios del amor. Y auténtico amor sería,
además, el que quedaría edificado en cada relación sexual sostenida entre la
linda jovencita y el acaudalado hombre
de avanzada edad, a quien ella finge amar , sólo por el apartamento, el vehículo o el dinero que de él espera recibir. De ahí que no exista
en nuestra lengua una expresión más ligera, ilógica, irreal y carente por
completo de valor semántico que la archimanoseada y eufemística frase: " hacer el amor”
Y todo por el uso
dominante y monopólico de un verbo que históricamente ha marginado o situado en
un plano secundario a las demás formas verbales del español. A tono con esta
idea, Martín Vivaldi plantea lo siguiente:
“El verbo hacer, tan amplio y tan 'incoloro' se nos está
introduciendo en el habla popular y en la escritura con profusión peligrosa
para la pureza del idioma. La influencia es francesa. Hoy se hace todo. Así, se
dice corrientemente: ' hacer música', por escribir o componer música’; ' hacer
un viaje ', por ' viajar ‘; ' hacer un proyecto', por ' formar un proyecto’,
etc. " (2000:140)
Si bien el muy
citado profesor, periodista y lingüista español recomienda que “Emplearemos correctamente el verbo hacer
siempre que nos refiramos a una acción manual, de manipulación o
artesanía", este mismo
autor entiende y aconseja emplear siempre el verbo que mejor precise el sentido
de la acción expresada. Conforme a esta recomendación:
En lugar de… Lo apropiado hubiera sido…
Hizo la comida Cocinó la comida
Hicieron una fiesta Realizaron una fiesta
Hizo tres disparos al aire Realizó tres disparos
Hacer un libro Escribir un libro
Hicimos mucho dinero Ganamos mucho dinero
Haré el informe Redactaré
el informe
Le hicieron su oficina Le construyeron su oficina
Le
harán una despedida
Le organizarán una
despedida
Estos son sólo
algunos ejemplos.
Si al final de un día cualquiera pudiéramos
leer y escuchar todo lo que en su transcurso expresamos, posiblemente nos
convenceríamos de una vez y para siempre de la forma monopólica y señorial como
se comporta el verbo hacer en el uso cotidiano de la lengua española.
Igual vaguedad
sucede con otras formas verbales, llamadas por Vivaldi”Verbos fáciles“: poner, decir, haber, estar, ser, tener, etc...
Entre estos y otros verbos fáciles, hacer, a todas luces, parece ser el más
fácil de todos. Particularmente, para la mayor parte de los hablantes
dominicanos, todo se hace: ¡hasta el amor…!
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