Por: Domingo Caba Ramos.
“Señora: El legislador dominicano es un tipo curioso, alto o bajo de estatura; blanco, indio o moreno de color; delgado o grueso; feo o buen mozo; que estos son los caracteres variables o comunes; su aspecto no es del todo desagradable y hasta parece un hombre civilizado…”
- Francisco Moscoso Puello – “Cartas a Evelina” (1913)
-Dime, querido Vidal,
tú que eres medio letrado,
para ser buen diputado,
a un Congreso Nacional
¿debe ser hombre leal,
de inteligencia y decoro?
No sea penguinche, Teodoro
, que para un congreso ir,
no hay más que saber decir,
corroboro, corroboro.
Si es así, amigo Vidal,
yo tengo un loro educado,
que sería buen diputado,
a un Congreso Nacional,
pues él aunque es animal,
no se venderá por oro,
y sabe tanto mi loro,
que si uno habla por allá,
él contesta por acá,
corroboro. Corroboro.
-Pues Vidal, a mi entender,
creí que los diputados,
eran patriotas y honrados,
y de bastante saber,
que el pueblo sabía escoger,
hombres serios como un toro,
y nunca elegir un moro,
para que sea mal cristiano
, ¿no es así, querido hermano?
corroboro, corroboro.
En los gobiernos pasados,
los jefes que gobernaban,
ellos mismos arreglaban,
moldes para diputados ,
y algunos salían dañados,
pues no servían para coro,
pero otros, créalo, Teodoro,
que antes de al Congreso ir,
los enseñaban a decir,
corroboro, corroboro.
Al pie de las décimas, su autor, el entonces llamado “Cantor del Yaque”, nos presenta un relato anecdótico que no podía ser más jocoso y aleccionador:
« No recuerdo en qué pueblo de la República – escribe Alix - fue que eligieron un diputado al Congreso, y después de elegido le pusieron un maestro para enseñarlo a decir ‘corroboro, corroboro’. Tenía el diputado en cuestión una memoria tan feliz que sólo un mes necesitó para aprenderse la lección, la cual durante el viaje de su pueblo a la capital, repetía diciendo: “para que no se te olvide, corroboro, corroboro, corroboro”. Bien»
Ya en el Congreso, – continúa el poeta – y tan pronto como dejara la palabra un diputado mejor elegido, se levanta nuestro héroe, diciendo: ¿“Me dejan meter el pico…?” Comprendiendo el presidente del Congreso la significación de estas palabras, le contestó que sí, que tenía la palabra. El diputado, después de toser quince veces, escupir y pasarle el pie a lo que había escupido, se tiró del fondillo, que tenía entre peña y peña, se alzó los pantalones y dijo: “Señores: como mi vale, el que acaba de hablar, él yo somos… así… (juntando los dos índices) para que no se te olvide, " ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Socorro!"
El Congreso se alarmó y hubo tamaña barahúnda. Unos sacaban revólveres, sus puñales otros, y creyendo que el diputado, que estaba frente a la escalera del edificio, había visto subir algunos hombres armados con intenciones hostiles; pero este, al ver que él era la causa de semejante alboroto, gritó:"¡Alto!, señores, ¡alto! que me he equivocado; yo no he querido decir socorro, yo he querido decir “correburro” Un amigo de este le contestó: "Tampoco es así, colega. Usted querrá decir corroboro, ¿no es así? Sí, señor, justamente, es eso es lo yo he querido decir y se me había olvidado»
Alix termina su relato advirtiendo que:
«Es pues necesario que todos los pueblos de la república tengan presente esta circunstancia para que cuando vuelvan a ofrecerse elecciones para diputados elijan hombres inteligentes y dignos de ocupar tan delicado puesto para abolir para siempre a los correburros»
Se trata de una sabia advertencia que todos los dominicanos deberíamos tener presente en el momento de votar en las elecciones que cada cuatro años se llevan a cabo para elegir a los diputados y senadores que aparentemente nos “representarán” en el Congreso Nacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario