LOS CRONISTAS DEPORTIVOS Y EL NOMBRE DE NUESTRO PAÍS
Por: Domingo Caba Ramos.
El fundador de la nacionalidad dominicana, Juan Pablo Duarte, en su muy famoso e histórico Juramento Trinitario, apunta lo siguiente:
«En nombre de la Santísima, augustísima e indivisible Trinidad de Dios Omnipotente, juro y prometo, por mi honor y mi conciencia, en nombre de nuestro presidente, Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la separación definitiva del gobierno haitiano, y a implantar una república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana…»
Mientras que la Constitución de la República Dominicana, en su Art. 1, establece que:
« El pueblo dominicano constituye una Nación organizada en Estado libre e independiente, con el nombre de República Dominicana…»
Eso quiere decir que, según lo ideó el patricio y lo consignó luego el legislador en nuestra Carta Magna, el nombre de nuestro país es República Dominicana y no Dominicana, como se lee en las páginas deportivas y se escucha en la cadena de radio y televisión que todos los años transmite los juegos de beisbol correspondientes a la Serie del Caribe.
En otras palabras, aunque no existe en el mundo ningún país llamado Dominicana, nuestros cronistas deportivos persisten en llamar así a una nación cuyo verdadero nombre es República Dominicana, incurriendo de esa manera en una innecesaria distorsión de la esencia de la auténtica denominación.
Pero no solo los cronistas. En el mismo error incurre la Liga de Beisbol Profesional de la República Dominicana (LIDOM), cuando decide identificar el uniforme del equipo representativo de este país en la Serie del Caribe 2012 con el nombre de Dominicana.
Con esa errónea medida, ¿qué mensaje les transmite la LIDOM a los demás países que participan en esa caribeña competencia?
Sencillamente, que nuestro país se llama Dominicana. Por eso hoy no me extraña que estando hace ya varios años en México, un nativo de esta nación me preguntó que si yo era de Dominicana. Acto seguido le respondí: «No, de la República Dominicana».
El que el amigo mexicano creyera que así se llamaba mi patria , no me sorprendió, por cuanto es bien sabido que los medios de comunicación, conscientes o inconscientemente, y debido a la gran influencia que ejercen, trazan las pautas en el uso de la lengua. De tanto leer y escuchar el término Dominicana, es lógico, pues, que todo extranjero piense que así se llama la patria que hace casi dos siglos independizó Juan Pablo Duarte. Y hasta los niños dominicanos podrían pensar lo mismo.
Conviene tener siempre presente que la palabra República forma parte del nombre de nuestro país, razón por la cual nunca deberá omitirse cuando este se exprese, ya sea en forma oral como escrita.
Con el nombre de la República Dominicana, vale aclarar, sucede lo mismo que con el nombre de La Romana, cuyo artículo antepuesto (La) suele omitirse, a pesar de ser parte de dicho nombre. Cuando se refieren a esta ciudad, muchos cronistas deportivos prefieren decir simplemente Romana, como se aprecia en frases del tipo: « Hoy no habrá juego en Romana…»
En el uso de la lengua, vale siempre recordarlo, no debemos distorsionar la realidad. En tal virtud, los nombres que designan esa realidad, hay que emplearlos en su justa, auténtica y completa denominación.
jueves, 7 de febrero de 2013
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