Por : DOMINGO CABA RAMOS
«En efecto, estamos perdiendo la capacidad de escuchar a quien tenemos delante, sea en la trama normal de las relaciones cotidianas, sea en los debates sobre los temas más importantes de la vida civil»
(Papa Francisco)
La
escucha activa es el acto mediante el cual escuchamos con plena concentración,
conciencia e interés el mensaje emitido por quien habla. En tal virtud, cuando
escuchamos de manera activa no solo mostramos interés por el mensaje percibido,
sino también respeto e interés por la persona o sujeto que lo emite.
Son
diversas las prácticas comunicativas que afectan la escucha activa. Entre otras:
No prestar atención
a quien nos habla, interrumpir constantemente al interlocutor, escuchar de manera no empática, hablar más de lo que se escucha, prestar menos atención a lo que se escucha que a la
idea que se pretende comunicar, hablar al mismo tiempo que la persona a quien
se escucha, exhibir un comportamiento no verbal negativo y escuchar para
responder, no para comprender.
Vistas
las prácticas precitadas, se infiere necesariamente que la escucha activa, en
el uso cotidiano de la lengua, se encuentra en crisis, no solo en la República
Dominicana, sino también en el mundo hispanohablante, así como en otros
entornos comunicativos del universo. Quizás por esa razón, el fallecido papa
Francisco promovió lo que de manera un tanto coloquial él denominó “Apostolado de la oreja”.
Ese "Apostolado de la oreja o del oído", cuyos conceptos
resultantes coinciden casi en todas sus partes con los expuestos por José Martínez Ruiz, Azorín, (1873 – 1967), en el texto «Mañas en el escuchar», de su libro El político (1946), pone de manifiesto
la gran importancia que tiene el acto de escuchar de manera activa a los demás,
especialmente a los más sufridos o menos favorecidos. No se limita esta práctica
a la física percepción de mensajes a través del oído, sino a escuchar con el
corazón, con empatía y el humano propósito de comprender las necesidades y
sentimientos de los demás. De ahí que en un mensaje
dirigido a la niñez recomienda el Sumo Pontífice lo siguiente:
«Queridos
chicos y chicas: Una de las cosas más importantes de la vida es aprender a
escuchar. Cuando una persona te hable, esperar a que termine para entenderlo
bien. Y luego, si te escuchó, puedes decir algo; pero escuchar es importante.
¡Miren bien! La gente, la gente no escucha, y eso no ayuda a la paz…»
Los
postulados que conforman la propuesta comunicativa del papa Francisco, contenida
en su «Apostado de la oreja», bien
pueden resumirse como sigue:
1. «Lo más difícil es escuchar, porque mientras el otro
me está hablando yo estoy pensando en lo que le voy a decir. Escucharlo
tranquilo y después, lo que sentís decirlo.
Escuchar… El apostado de la oreja, por favor, no se nos olvide».
Al respecto, afirma Azorín lo siguiente: «Una de las artes más difíciles es saber escuchar. Cuesta mucho hablar
bien; pero cuesta tanto el escuchar con discreción»
2.
«Es necesario expresarse
entendiendo que hay otros que también esperan poder hacer oír su voz. No tomarse la
palabra como si se fuera el único que necesita ser escuchado».
Lo mismo que Francisco, dice Azorín: «Entre todos
los que conversan, unos no conversan, es decir, se lo hablan ellos todo; toman
la palabra desde que os saludan y no la dejan…»
3. «En realidad, en muchos de nuestros diálogos no nos
comunicamos en absoluto. Estamos simplemente esperando que el otro termine de
hablar para imponer nuestro punto de vista».
Lo anterior, justamente,
es lo que otras palabras plantea Azorín cuando al describir el último de los
tres tipos de conversadores por él propuestos afirma que: “Finalmente, unos terceros, si callan, están inquietos,
nerviosos, sin escuchar lo que decís y atentos sólo a lo que van ellos a
replicar cuando calléis”
4.
«Se debe
escuchar con los oídos del corazón»
5.
«La mayor
necesidad de los seres humanos es el deseo ilimitado de ser escuchados»
6.
«El hombre tiende
a huir de la relación, a volver la espalda y cerrar los oídos para no tener que
escuchar»
7.
«El negarse
a escuchar termina a menudo por convertirse en agresividad hacia el otro»
8.
«En
situaciones menos difíciles, la escucha requiere siempre la virtud de la
paciencia, junto con la capacidad de dejarse sorprender por la verdad»
9.
«Sólo
prestando atención a quién escuchamos, qué escuchamos y cómo escuchamos podemos crecer
en el arte de comunicar…»
10. «Todos tenemos oídos, pero muchas veces, incluso quien
tiene un oído perfecto, no consigue escuchar a los demás. Existe realmente una
sordera interior peor que la sordera física. La escucha, en efecto, no tiene
que ver solamente con el sentido del oído, sino con toda la persona. La
verdadera sede de la escucha es el corazón»
11. «Lo que hace
la comunicación buena y plenamente humana es precisamente la escucha de quien
tenemos delante…»
12. «Lamentablemente, la falta de escucha, que
experimentamos muchas veces en la vida cotidiana, es evidente también en la
vida pública, en la que, a menudo, en lugar de oír al otro, lo que nos gusta es
escucharnos a nosotros mismos»
13. «La buena
comunicación no trata de impresionar al público con un comentario ingenioso
dirigido a ridiculizar al interlocutor, sino que presta atención a las razones
del otro y trata de hacer que se comprenda la complejidad de la realidad»
Quien desee formarse una idea acabada acerca de
las reales razones que impulsaron al papa Francisco a promover su famoso «Apostolado de la oreja» y a yo sostener
que la escucha activa se encuentra en crisis, solo tiene que sintonizar un
programa de opinión en cualquier canal de televisión o estación de radio de la
República Dominicana, y es posible que sea testigo del desagradable espectáculo
de escuchar hasta cinco comunicadores hablando al mismo tiempo.
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